prologo

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Mis tacones resuenan por todo el psiquiátrico, hacen un eco que intimida a más de un guardia. En los dos años que llevo como psiquiatra diagnostiqué los casos más complicados que había en menor tiempo que algunos profesionales como años de experiencia, mi frialdad, inteligencia y discreción hicieron que fuera temidos por unos y aclamada por otros, normalmente es difícil ganarse el respeto de pacientes y colegas pero yo logre el respeto de cada persona que me ve a los ojos.

A veces pienso que puedo lograr llegar a ser uno mas de mis pacientes, por eso logro hacer que me respeten y logró tener mejores diagnósticos. Con el pasado que tengo y la vida que tuve, siento que con los pacientes me puedo comunicar mejor que con los demás, dejo soltar un poco de profesionalismo para convertirme en un paciente hablando con otro paciente, pero nunca dejándome llevar completamente porque o si no, la muerte se podría ver en los ojos de cualquier persona cerca.

-Hola señorita Fianini- decía mi paciente, con un tono coqueto del que ya estoy acostumbrada.

-Dime Rebeca, y no me consideres una señorita porque después de esto yo sere tu locura y pesadilla andante- le decía.

Sentía que alguien se acercaba y ponía su mano en mi brazo.

- A quien tenemos aqui mi reina - me decía con una voz cínica que me encantaba - a tu querido torturado.- le respondi dandole un beso, mientra de reojo veía a mi paciente intentar escapar de la silla a la cual lo tenía atado, escuchando como gritaba para ser librado.

El sonido que es una sinfonía para mis oídos son los gritos de mis queridos pacientes, y quien sabe si los tuyos.


Cordura ( en pausa )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora