Odio los Domingos, son aún más aburridos que los demás días. Lo único bueno es que está lloviendo. Amo la lluvia. Pienso que es una irregularidad en el cielo, un problema para la mayoría de las personas. Pienso que es diferente y que no encaja en los días y alegres y soleados en los que todos disfrutan. Es algo como yo, más o menos.
¿Y si salgo? A mojarme, a empaparme y a disfrutarlo. Llamadme loca pero, me lo estoy pensando.
Me gusta.
Pero no salí. Pasé un día más encerrada en mi habitación por miedo a salir sola, a que se rieran de mí porque, nadie a quien yo conozca querría salir a mojarse. Así que abrí uno de los libros que tenía en mi estantería y me lo leí por quinta vez. Mientras me divertía oyendo el sonido de las gotas de lluvia contra mi ventana. Si a pasar el rato se le puede llamar divertirse, claro.
Acabé el libro. Ya me sé hasta las frases de memoria.
Nunca me gustaron los espejos, excepto cuando era pequeña. Pero ahora todo ha cambiado.
Solo sirven para torturar adolescentes.
Entré al baño y miré al espejo de encima del lavabo. Acaricié cuidadosamente mis notables ojeras y puse una mueca de cansancio.
Tras lavarme, desayunar y toda la rutina de las mañanas de un día de diario, salí despacio hacia el instituto donde solo comenzarían mis primeros dolores de cabeza del día. Por qué tiene que ser obligatorio, por qué.
-Mira a la gótica — cerré los ojos y respiré hondo.
-¡Gótica!
-¡No soy gótica! — Grité desesperada por su insistencia.
Las personas pueden llegar a ser desde pesadas hasta armas letales de autoestima. Como las de mi instituto por ejemplo.
-Es verdad. Eres rara — Las ignoré para seguir con mi camino hacia las amigas del instituto de en frente con las que estaba en los recreos.
-Pobre, quiere parecer alta y se pone plataformas.
Solo mido unos seis centímetros menos que ellas. Como dato.
-Cuando eso llegue a estar a la moda los cerdos volarán.
-¿Sí? Entonces tal vez algún día vueles. Enhorabuena.
Todas comenzaron a reír. Por muy ''amigas'' que sean, no les importa lo que pueda pasarle a una de ellas. Son tan... Falsas.
Aceleré el paso. Estaban cansándome. Por fin localicé a mis compañeras del recreo. Las sonreí despacio y me dirigí hacia ellas.
Nos saludamos y nos dirigimos a los soportales en los cuales solíamos pasar la mayoría de los recreos.
Apoyé mi espalda contra la pintada pared de cemento y doblé las piernas rodeándolas con los brazos.
Pasaban varios grupos de la gente de otros institutos pero nunca se quedaban allí así que ese era nuestro pequeño lugar de descanso.
*
¿Por qué iba a ponerme a estudiar cuando podía tumbarme en mi cama a lamentarme de todo?
Tiré mi mochila en una esquina de mi habitación y me senté sobre la cama con los pies en el aire. Suspiré. Y así unos cinco minutos largos hasta que, la curiosidad de unas voces que provenían de la calle me carcomió por dentro.
Lentamente me puse de pie y abrí un poco la cortina de mi ventana para ver lo que sucedía. Solo eran unos niños pequeños, unos despreocupados y felices niños pequeños que gritaban con total de libertad. Con los felices ojos entreabiertos y la gran sonrisa gritaban a pleno pulmón mientras corrían en la acera. Entonces su libertad se vio concluida por la llamada de atencíon de sus madres, enfadadas.
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Silence
Teen FictionNo miro, si no observo a través de la ventana de las cuatro paredes tras las que me escondo de la sociedad. Lo veo todo color lluvia, relato la tragedia en mi mente mientras ésta me mata lenta y dolorosamente. Tal vez la vida, solo sea una prueba de...