Corrí hasta doblar la esquina y entrar en un callejón. Miré al suelo. Mis rodillas temblaban por el frío y el miedo.
¿Miedo? No sé, a que Scott no quiera volver a hablarme, o a mirarme siquiera. Ahora estaba asustada. Cerré los ojos fuertemente y los apreté, creí que me quedaba sin ojos. Pero en ese momento solo sentía que el corazón iba a salírseme del pecho.
-¡Sally! - Miré a mi izquierda. Scott venía corriendo con cara de preocupación.
Dí dos pasos despacio hacia atrás hasta que llegó respirando con dificultad y se paró en frente de mí.
-¿Que mierdas te ha pasado ahí? - Dijo señalando mi brazo con los ojos.
Miré mi brazo tapado por las mangas. De mi boca salía vapor de agua por el frío.
Con mi rostro lleno de miedo miré a Scott respirando fuerte y frunciendo mis cejas en señal de preocupación.
Suspiró fuerte frunciendo el ceño en señal de enfado.
Pensé que nunca volvería hablarme. Que se iría y me dejaría allí, temblando por el frío y la conmoción a la vez, con las lágrimas a punto de brotar pero no.
En lugar de eso se lanzó a mí rodeándome con uno de sus brazos mientras con el otro me acariciaba el pelo.
Yo en cambio me quedé allí, inmóvil, sorprendida quizás. Qué digo quizás. Estaba más sorprendida que nunca. No podía creer que a él le importara yo.
*
Me tapé con una manta esperando dormirme pronto. Esto era un tanto irónico porque sabía de sobra que eso no sería posible.
Cerré los ojos intentándolo.
Tenía frío, estaba temblando de nuevo bajo la manta.
Recordé entonces a Scott cogiéndome la mano para que no pasara frío. Fue un detalle muy bonito.
¿Porqué me empezó a hablar? Oh, mi guante.
Sonreí débilmente. Mi guante cayó en su pierna.
Guarro. Reí en bajo.
Me sumí en un profundo sueño, como si de magia se tratase.
Creo que en los últimos ocho años nunca me había dormido tan pronto. Solo eran las diez y veinticuatro y yo ya estaba durmiendo. Increíble.
Así que, inconsciente de mis pensamientos nocturnos, también llamados sueños o ilusiones imposibles, decidí dejarme llevar por la mente. O por quien quiera o lo que quiera que controle mis sueños. Mierda.
Mi móvil vibró debajo de mi almohada sobresaltándome.
Parpadee rápido con el ceño fruncido y desbloqueé la pantalla.
Número privado.
Temblorosa y despacio descolgué.
-¿Si?
-Puta -No respondí.
-¡Zorra! (Risas)-Eran las de mi instituto.
-¿Hola?
-Hola -Mi voz estaba entrecortada.
-Hasta tu voz es fea (Risas). Nadie te quiere ¿Sabes? ¿Por qué no desapareces de una puta vez?
Apreté mis labios y noté mis ojos cristalizarse.
-Contesta gorda. (Risas) Es probable que ni tus padres te quieran ¿Sabes?
Mis padres estaban separados. No me prestaban atención. Tampoco necesitaba su lástima así que no me importaba.
-Creo que estará llorando ahora mismo. Estará mirándose en un espejo.
Abrí mis labios. Ahora relajados por la presión acumulada antes, pero temblorosos. Cerré los ojos haciendo que se desbordaran por mis mejillas. Las lágrimas silenciosas caían haciendo pequeños caminillos salados por mi rostro.
-Contesta niña.
No me salían las palabras simplemente.
-Eres una inútil. ¿No te entra en la cabeza?
-Como no contestes mañana te vas a enterar.
-Das asco. ¡Púdrete!
Pero no contesté. Colgué. Eran las doce y catorce minutos de la noche.
Por qué no colgué antes, por qué descolgué. Por qué a mí. Por qué. Por qué, por qué, por qué.
Me levanté y me miré al espejo de al lado de mi armario. Estaba tapado. No me gustaba verme todos los días, no me gustaba a mí misma así que lo tapé.
Me sequé las lágrimas.
¿Tan horrible soy? Sí... Definitivamente sí. No puedo ser como ellas. No soy como ellas.
Temblorosa fui a mi escritorio. Sin hacer ruido abrí una pequeña cajita.
Saqué a mi mejor amiga de allí y la miré con los ojos llorosos.
-Tú eres la única que me ayuda a desahogarme. A comprobar si sigo viva o todo esto es una pesadilla. A dejar que salga un poco de dolor y rabia acumulada - Susurré.
Levanté despacio la manga de mi pijama hasta el codo.
Pensé en cuando me llaman fea. Clavé la cuchilla e hice un profundo corte desde un extremo de mi muñeca ya marcada al otro.
Una lágrima más cayó.
Pensé en cuando se ríen de mí. Clavé la cuchilla de nuevo e hice un corte similar al anterior.
Pensé en cuando me tiraban pape, en cuando me miraban mal, en cuando me perseguían. Pensé en todos los momentos que había pasado mal por su culpa. Clavé, arrastré, clavé, arrastré, clavé... Aunque mi tristeza, aunque la mierda de mi vida no empezara por ello, dolía como si así fuera.
Me limpié las lágrimas y miré mi brazo. No os podéis imaginar la sensación de placer y tranquilidad que me produce esto. Tenía unos catorce cortes ensangrentados.
Cada corte, cada marca de dolor tiene su por qué.
*
Estaba asustada realmente. Sus amenazas por teléfono de ayer no me habían preocupado hasta el momento. Pero ahora ya no sabía que pensar.
Llegué allí, al instituto, pero nadie me dijo nada. Eso me tranquilizó levemente.
Las tres horas siguientes pasaron tranquilas hasta que salimos al recreo.
-Sally.
Giré despacio la cabeza hacia el lugar de donde provenía la voz.
Era una de las putas esas que se dedican a bajar autoestimas.
Seguí andando para ir al encuentro de las chicas con las que se asaba el recreo.
Doble la esquina a la salida de los aparcamientos de mi instituto cuando alguien me cogió el brazo.
-Te llamé Sally. ¿No te han enseñado a contestar?
-Dejadme.
-¿Te crees guay? Tú no nos mandas callar - Comenzó a apretar mi brazo.
-¡Suéltame joder! - Grité intentando soltarme. Pero entonces ya tenia otras dos niñas agarrándome de el otro brazo.
-Dije que desaparecieras y no lo hiciste. ¿Por qué tendría yo que soltarte?
Comencé a respirar costosamente. Me sentía atrapada. Estaba rodeada, y ellas mientras me torturaban se reían de mí.
Me apretó con su mano el cuello contra el muro. Cada vez apretaba más. No podía respirar y esos segundos se estaban haciendo eternos.
No podía respirar, no podía... Pensar con claridad... Estaba cayendo... Solo había sombras...

ESTÁS LEYENDO
Silence
Teen FictionNo miro, si no observo a través de la ventana de las cuatro paredes tras las que me escondo de la sociedad. Lo veo todo color lluvia, relato la tragedia en mi mente mientras ésta me mata lenta y dolorosamente. Tal vez la vida, solo sea una prueba de...