Capítulo 5:

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Sentía el gélido viento azotar mi pelo mientras caminaba al lado de las chicas por el centro. Esta vez, por nuy raro que fuera en mí, llevaba gorro. Ya que si no fuera así mis orejitas se habrían congelado literalmente.

Tras entrar en una docena de tiendas y no comprar nada, decidimos sentarnos un poco. Así que nos dirigimos a una zona donde había varios bancos.

Metí mis manos en los bolsillos y entrecerré los ojos, había bastante niebla además de frío.

Oí el ruido de una bici aproximarse hacia mí tan rápido que creí que iba a atropellarme sin piedad. Pero cuando el sonido estuvo en el punto más cercano a mí, solo una mano arrancó mi gorro de la cabeza y luego el sonido se alejó. Entonces comence a utilizar mis maravillosos dotes para correr.

Y nótese la ironía, porque creo que no había cosa que se me diera peor que correr. Bueno, tal vez sí pero porque todo se me da mal.

Entonces abrí los ojos como platos y miré a mis pies, me dí cuenta de que estaba corriendo, concretamente por un paso de peatones lleno de coches pitándome y gritando. En realidad era gracioso.

Llegué a la calle de en frente y me sentí mínimamente observada. Así que poco a poco fue girando mi cabeza observando las bocas de cada callejón que se abría en esta calle.

Dos, tres... ¡AHÍ ESTÁ!

Corrí hacia la rueda de la bici que asomaba en el cuarto callejón.

-¡TÚ! - llegué sin aliento y le cojí de la capucha.

-¿Pero qué haces?

-¡No te hagas el loco! ¡DAME MI GORRO!

-¿De qué hablas?

-Dámelo ya — tendré que admitir que su cara de confusión resultaba bastante creíble.

-Sally — una voz conocida sonó a mis espaldas. Era una voz muy sexy Dios. Un escalofrío recorrió mi espalda.

-¿Scott?

El cuerpo del que provenía la voz sexy me rodeó la cintura con los brazos por la espalda riéndose. Si la voz era sexy, la risa flipas.

Miré sus manos. Y entre ellas el gorro.

Se lo arranqué enfadada y abrí sus brazos para hacerme paso hacia adelante. Entonces me dí la vuelta.

-¡Eres un idiota! — Estaba realmente enfadada.

Él solo se reía.

-¡No me hace gracia Scott!

-Ni a mí — dejó de reír levemente.

Fruncí tanto el ceño que creí que se me caía de la frente y, acto seguido me arrepentí ya que mi cara debía haber sido horrible y Scott estaba en frente mirándome.

Apreté el gorro con una mano y me fui dando pasos largos hacia donde estuviesen mis amigas, a saber.

Tras cruzar el paso de peatones sentí de nuevo su presencia a su lado tan real que no me hizo falta mirar.

Él iba en su bici a mi lado, iba despacio y sin sentarse en el sillín.

-No te enfades.

No contesté. Simplemente quería hacerlo sufrir un poco.

-¿Sally?

-Gracias a tí no sé dónde están mis amigas.

-Lo siento.

Levanté levemente la comisura de mis labios, satisfecha.

-¿Quieres que te lleve?

-Si supiera a dónde.

-Bueno... Mi casa no está muy lejos y...

Mi mirada asesina salió.

-Vaaaaale. ¿Pues a tu casa?

-Está bien.

-Sube.

-¿Qué?

-Que subas, sube a la bici — sonrió.

-¿Estás loco?

-Venga, confía en mí. No va a pasarte nada créeme, ya he llevado a muchas chicas.

Rodé los ojos y se rió. Me tendió la mano que segundos después cojí.

-¿Y dónde subo?

-A los tubos de atrás.

Subí temblorosa. Esto acabará mal...

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Hola! Siento que haya sido tan corto pero estoy sin imaginación :c. Espero poder subir el próximo pronto :3.

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