Capítulo 4

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Al abrir los ojos, Kayn pudo percibir el suave aroma de un perfume que conocía muy bien

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Al abrir los ojos, Kayn pudo percibir el suave aroma de un perfume que conocía muy bien. Se hundió en la almohada unos segundos, porque resultó agradable el sentimiento de calidez que provocaba. Estuvo varios minutos, sin querer moverse por la comodidad que sentía, pero su propia curiosidad lo obligó a levantarse para poder apreciar menor en donde se encontraba.

La habitación era bonita, todo se encontraba en perfecto orden y apenas una lámpara iluminaba la habitación, al ver el reloj, se dio cuenta que era muy tarde y había estado dormido un largo tiempo. Realizó una breve inspección de su cuerpo, le dolían las costillas y una de sus mejillas, además de eso, muchas nauseas.

Era obvio que se encontraba en el departamento de Zed, porque no encontraba otra razón por la cual estaría en un lugar desconocido y lo único que recordase antes de eso fuera al psiquiatra. Decidió levantarse de la cama, sintiendo el frío recorrer su cuerpo por alejarse de las cobijas y estuvo tentado a volver, pero no lo hizo.

Su ropa era diferente, él no usaba ropa deportiva, pero se encontró en un conjunto de color rojo bastante cómodo. Se imaginó que Zed intentó curar las heridas que tenía, lo vistió con algo ligero y permitió que durmiera en su cama. Aquello lo avergonzaba mucho, si bien Zed conocía los problemas que había tenido, Kayn podía recordar un par de cicatrices que prefería mantener para él. Ahora mismo, era posible que ya no fuera un secreto que había tenido muy malos pasos.

Al salir de la habitación, la luz brillante de la sala de estar lo molestó, retrocediendo un paso antes de volver a avanzar. Inspeccionó el lugar, intentando encontrar a Zed. El sonido de unas cuantas voces hizo que se detuviera en la entrada del comedor. Una voz femenina lo hizo arrugar su expresión con disgusto, y cuando se asomó, creyó haber visto aquella silueta.

Encontró a Zed junto a una mujer de largos cabellos platinos, ambos bastante cerca. La conversación no la pudo escuchar bien, pero tan pronto él apareció, las miradas de ambos terminaron sobre él. La ansiedad lo invadió un par de segundos antes de perder la consciencia, tambaleándose a un lado de la puerta.

Al abrir los ojos, Rhaast distinguió el techo antes de sobresaltarse. Sintió una fuerte emoción en Kayn, aquella que lo hizo despertar con ansiedad y tristeza. Él no tenía esa clase de sensaciones, pero debía sentirse muy fuerte debido a que las emociones de Kayn tuvieron un detonante muy fuerte.

Volteó, un par de ojos rojos lo observaban y se apartó por el asco que le causó la cercanía de Zed.

—Maldita sea, quita esa expresión —habló, irritado.

Una de las peores situaciones en las cuales pudo quedar, era la de encontrarse en el regazo de Zed mientras éste lo miraba con preocupación. Rhaast odiaba que observaran como si se tratara de un animal herido a mitad de la calle, cada expresión que colocaban Zed eran insoportables.

—Rhaast, ¿qué pasó con Kayn? —preguntó Zed, el tono era demandante y su rostro, antes compasivo, se mostró molesto.

—Eso quisiera saber —contestó—, no me puedo ir un segundo sin que te encuentre y algo le haya pasado a Kayn, tuve que salir de inmediato al darme cuenta que estaba en este asqueroso lugar.

Compass [ZedxKayn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora