Tres semanas después.
Habiendo cumplido su castigo, Riki se encontraba de vuelta en el salón.
Para pasar de las habitaciones modulares al salón, se requería una transferencia hacia el elevador gravitacional en el treintavo piso.
Para llegar al jardín, se requería atravesar otra sala de ascensores. El corredor era una escalera mecánica que abarcaba tres pisos y cada vez que Riki la utilizaba, se sentía incómodo.
¿Quién? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?
Y entonces lo recordó. Un arco. La voz de un niño. Recuerdos, recuerdos, recuerdos.
La sala de ascensores se asemejaba a la que había en el museo de Guardián.
El recuerdo estaba enterrado en lo profundo de la memoria de Riki.
Ahora que lo pensaba, quizás no había nada de diferente entre estar en Guardián y en el salón. Para las personas de Ceres, su tiempo bajo el cuidado de Guardián era sagrado, así como Eos era el paraíso para las mascotas. Aun si ese paraíso los despojaba de toda dignidad humana.
Riki no podía terminar de acostumbrarse a Eos porque todo sobre Eos era un fraude.
En Ceres, a la edad de trece años, un adolescente era emancipado de Guardián. En Eos también había un límite para la edad de las mascotas, pero aparte de Riki, era generalmente la edad de diecisiete. Tanto en Guardián como en Eos, la juventud era una comodidad. Riki no pertenecía a ninguno de esos mundos.
Riki miró hacia el frente.
Aquellos que no estaban acostumbrados a ver de cerca a Riki, cuchichearon en lo que este se abría camino. No es que le importara. Dobló una esquina y se topó con los sonidos de una discusión.
"Eres una Gilrea irrespetuosa" la voz de una chica llegó a oídos de Riki. Había un grupo de mascotas frente al elevador al que Riki pretendía llegar.
"Tú no eres más que una Amida," replicó la voz igualmente chillona de otra mascota femenina. "Mi rango es más alto que el tuyo."
"¿Y quién lo dice?"
"Es por eso que eres tan inútil, ni siquiera lo entiendes."
Las mascotas hembra continuaron discutiendo sobre la superioridad de sus respectivas razas. Había otras voces que se unían al argumento, cada una añadiéndose a la voz de la cacofonía. Todo se trataba sobre las razas, no sobre la belleza. Ese era el estatus para las mascotas. Eso y la posición de sus amos en Eos.
Para las élites era una regla implícita eso de escoger mascotas acordes a su posición en la vida. El único en todo Eos que desconocía por completo dicha regla y la volteaba de cabeza, era Iason al escoger a un mestizo como Riki.
Las mascotas de raza Gilrea y Amida continuaron discutiendo. Riki no le encontraba el sentido a aquello. Aun para las mascotas con los rangos mas altos de los especímenes de la Academia, había diferencias en el pedigree. Riki lo había escuchado de Mimea. Aun si no podían leer o escribir, las mascotas priorizaban el estatus de su raza por encima de todo lo demás.
El estatus no significaba nada para Riki, quien había luchado para conseguir todo durante su vida entera. Mimea nunca había entendido esto sobre él; la diferencia entre los dos era colosal.
La pelea continuaba.
Era una cuestión de quién se derrumbaba primero.
Por un instante, Riki consideró intervenir, entonces la multitud se desordenó y una sola mascota quedó haciendo contacto visual con él. La mascota se congeló aterrorizada, susurrando el nombre de Riki. La multitud entera se removió y retrocedió.
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Ai No Kusabi - Vol. 5
Teen Fiction間の楔 Amor de alta alcurnia Como mascota que regresa, Riki se mantiene solo sin acostumbrarse a nadie. Con la envidia y el odio girando alrededor de la obsesión de su maestro Iason, el único que se acercaba era Pet Miguel, un top popular. ¡Riki es di...