Eos. Piso del salón.
Riki se bajó del elevador gravitacional, entró al salón y las conversaciones cesaron.
Es él.
Riki.
Ese mestizo.
Los susurros estaban cargados de envidia.
No.
No puede ser.
¿Por qué?
La indignación aumentó al ver los chupetones que traía Riki.
¿Por qué?
¿Cómo?
¡Imposible!
Todos vieron que Riki, quien no había aparecido en una sola fiesta de apareamiento desde su última presentación, disfrutaba de las atenciones nocturnas de Iason y como prueba estaban esas marcas sobre su piel.
¡Mestizo!
¿Cómo es esto posible?
¿Cómo es que es tan especial?
Los dientes rechinaban de envidia. Riki estaba acostumbrado a eso. Las mascotas en Eos eran inmaduras y los rumores nunca paraban. Para las mascotas, Riki era un intruso dentro de su mundo, que nunca entenderían.
Pero por más que las mascotas fueran una molestia, Riki podía soportar encerrado, como máximo, una semana en su habitación.
Los cuartos de los barrios bajos a los que Riki estaba acostumbrado eran estrechos, viejos, sucios e inseguros—pero incluso pensar en eso ahora, no tenía sentido.
La residencia de Iason era espaciosa, exquisita, limpia. Y además de eso, Cal le servía tres lujosas comidas al día. A Riki no le faltaba nada en Eos. Excepto libertad. Nada había cambiado para él en Eos en absoluto. En los barrios bajos, Riki dependía de sí mismo, era libre de recorrer su propio camino personal hacia la perdición. En Eos, su trabajo era someterse ante Iason, sin elección.
Pero bajo el mandato de Iason, Riki tenía el poder de protestar contra su destino, de decir 'no' aunque fuera inútil. Que Riki fuera capaz de expresar sus propios sentimientos personales dentro de la relación entre amo y mascota, era lo que diferenciaba a Riki de las otras mascotas en Eos. Por supuesto, como ellos, Riki era forzado a vivir como una mascota, y a la voluntad de Iason.
Dieciocho meses de ausencia del salón habían cambiado a Riki. El tiempo afuera había suavizado los rígidos bordes del buscapleitos—o quizás era una exageración llamarlo cambio.
Rebelarse era todo lo que Riki podía hacer antes para mantener un control sobre su identidad y cordura, pero gracias al tiempo que había pasado de vuelta en los barrios bajos, Riki ahora entendía Eos de una forma en que no le había sido posible antes. O quizás esta nueva perspectiva era algo que se le había forzado a tener debido a las circunstancias, un producto de las emociones más que de la introspección. Pero ahora no era gran cosa para Riki tomar lo que lo fastidiaba en Eos y prescindir de ello.
Iason llamaba a eso 'un gran progreso' pero para Riki las peleas sin sentido no eran de su interés. Tampoco lo eran los castigos de Iason.
Independientemente de lo que Riki quisiera, los otros reaccionaban de forma fuerte hacia él, así que era inútil culparlo por su difícil situación. Fuera Riki inocente o no, no tenía importancia. Pero las palabras de Iason persistían en su mente.
Deberías saber lo que te conviene a estas alturas.
A Riki le frustraba interminablemente que incluso las palabras inocentes de Iason estuvieran impregnadas de un doble sentido. Pero incluso sabiendo que era inútil leer entre líneas, las palabras de Iason nunca dejaban su mente. Todo lo que a Riki le importaba era no meterse en peleas insignificantes con mascotas inmaduras y someterse a la ira de Iason.

ESTÁS LEYENDO
Ai No Kusabi - Vol. 5
Fiksi Remaja間の楔 Amor de alta alcurnia Como mascota que regresa, Riki se mantiene solo sin acostumbrarse a nadie. Con la envidia y el odio girando alrededor de la obsesión de su maestro Iason, el único que se acercaba era Pet Miguel, un top popular. ¡Riki es di...