Hace más o menos un mes que no te escribo.
Hace un mes que nos vemos todos los días y hace un mes que necesito escuchar tu voz para dormir.
Y justo hoy me he dado cuenta de que eres una temeraria.
Me has invitado a dormir en tu casa.
En tu habitación, porque no hay otra aparte de la de tus padres —que no estarán—.
Sé que vendrán Javi y Emma, pero aún así... ¿Es que no las ves? Todas las señales que te mando. Que más que señales son carteles luminosos.
Ay, Lucía... Es que como vuelvas a tararear la canción de Serrat, esta vez en el silencio de tu cuarto, no en el bullicio de la cafetería, me vas a tentar.
Cuando te vea en tu pijama, con cara de sueño y el pelo alborotado, me va a costar reprimirme.
Y si vuelves a hacer como aquella tarde, si apoyas tu cabeza en mi hombro para quedarte dormida, Lucía, te voy a tener que besar.
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Lucía y el poeta.
RomanceElla es un torbellino, un huracán que a su paso deja todo del revés. Él, un viejo y aburrido joven, de ideas que creía tener claras y enamorado hasta las trancas. Aspirante a poeta bohemio, se conforma con dejarse crecer la barba y soñar de vez en...