Todas las cartas que no te envié.

II

La primera de las cartas se encontraba dentro de un sobre cubierto por cera para su conservación. Tenía un sello roto que antaño debió de ser elegante, donde se distinguían apenas la insignia de una organización religiosa. La carta en sí consistía en un par de hojas escritas con letra cursiva en tinta verde con trazos francamente infantiles.

En el día de la fiesta de San Juan Apostol, 25 de Julio de 1531 D.C.

Santificada, Cesárea, Patriarca Católico,

El Patriarca Don Mariette, nuestro Señor:

Muy Magistral Señoría, desde esta Ciudad Baterilla, isla localizada en el South Blue, Capital Portuaria, es este día de los Santos Inocentes, en el año de Nuestro Señor de mil quinientos treinta y uno, os saludo.

Perdonad, Señor, la larga espera entre nuestra última comunicación. Como bien habrá informado vuestro Capitán, la carabela tardó más de lo planeado en llegar al continente, más aún, su mensajero a nuestra abadía. Por tal motivo hace escasas semanas que hemos recibido la misiva de Vuestra Señoría, en ella vos informa al Fray Jason Funderburker, mi señor, el interés que en vos ha despertado mi historia.

Mi nombre es Portgas D. Ace, hijo natural de Portgas D. Rouge, concebido bajo pecado, y hermano mayor de Monkey D. Luffy, concebido bajo pecado. A pesar de todos los graves errores contra la Fe que cometió nuestra madre, como ella misma confesó, abrazó la religión del Único Dios de forma fortuita, haciéndonos bautizar a mi hermano y a mi a corta edad. Vuestra Señoría podría considerar que ¿no sería una indicación de la voluntad del Señor que los eventos se hayan desarrollado de tal manera?

Mi primera infancia es de poco interés para Su Señoría. Cabe destacar que pasé mis días con cándida felicidad acompañado de mi hermano y madre, así como de un buen amigo. Vivíamos humilde pero honorablemente bajo las enseñanzas de nuestra madre tras su conversión y confirmación en la Fe; contábamos con una casa sencilla cerca de las inmediaciones de Gray Terminal en la Isla Foosha del East Blue.

La historia inicia, lamentablemente, con el fallecimiento de mi madre, que el Señor tenga en su Gloria. Sucumbió ante la enfermedad el verano de mil quinientos veintiséis, año de Nuestro Señor, junto con otros muchos habitantes de nuestra comunidad, entre ellos, mi muy amado hermano. Tras descrita tragedia, fui llevado por parte del Honorable Cuerpo de Enfermeras, quienes, guiadas por los principios de "Ayudar al prójimo", me internaron en el Hospital de la Luz.

Al encontrarme encamado comencé a reconocer los síntomas que habían apagado la vida de mi hermano y madre aproximadamente 15 días atrás. Me invadió terrible fiebre que no cedió ante ningún esfuerzo de las Hermanas Enfermeras y ante ningún remedio que me aplicaron los galenos a mi cargo. Mi temperatura corporal, como me indicaron después, llegó hasta los 40° grados. Me encontraba en indescriptibles dolores, espasmos abdominales, lesiones a lo largo de mi piel, así como desagradables detalles orgánicos que no viene acaso relatar, Su Señoría. Pronto fui trasladado al pabellón de aquellos que esperaban su último día, sin más en sus manos por hacer por mí que rezar.

Me debatía entre periodos de delirio y lucidez, entre los cuales le vi. Una silueta se aproximó a mi lecho de muerte, no se encontraba cubierto como los justos que velaban por mí. Era un hombre que nunca había visto antes. Absuelva, Su Señoría, mi pobre e infantil vocabulario. Su estatura llegaba al techo del recinto, de su cuerpo emanaba una luz tan brillante como el Sol, pero de colores celeste, esmeralda y blanco, como las olas del mar cuando golpea las rocas del acantilado.

Se acercó a mí sin temor a enfermar. Me acunó en sus brazos y, de entre sus blancas ropas, brotó agua como manantial que me hizo beber de su mano. A partir de entonces la fiebre bajó a tal grado que ya no ponía en peligro mi vida. Pude entonces ver su rostro, su sonrisa amable, sus ojos de color azul como el cielo y, sobre su cabeza, la aureola de color del Sol que flotaba a su alrededor como si nos encontráramos bajo el agua.

Era un ángel, de aquello estoy seguro. Me inundó una paz impropia, como si mi pueril alma se dirigiese al Cielo. Sujetó mi mano durante toda esa noche, mientras rezaba al Señor arrodillado junto a mi cama.

Al despertar ya no estaba. Me encontraba solo. Los días pasaron y me dieron de alta, sorprendidos los médicos de mi pronta recuperación mientras todos en mi pabellón y aledaños perecían ante la fiebre.

Tras aquel milagro fui entregado a un orfanato del gobierno hasta que el Fray Jason Funderburker, en su infinita misericordia, me acogió en su abadía. La Fe lo guio hasta mí al escuchar la historia del niño salvado por un milagro. Me ha dado cobijo y techo, me ha enseñado a leer y a escribir en poco tiempo para poder relataros verbatim ab origine lo que he presenciado. Agradezco inmensamente que no haya puesto en duda mis palabras y no me haya sentenciado bajo el cargo de herejía.

La evidencia de lo ahí ocurrido se presentó anexa en nuestra primera epístola, en forma de letanía donde se concentran otras declaraciones de aquellos que laboran en el hospital.

Me preparo ahora para realizar mi juramento y poner de lado amigos, sangre, vida y alma con tal de redimir mis pecados y dar gracias por la vida que se me ha devuelto.

Nos, nos subscribimos ante nuestro Gracioso Soberano, como leal Defensor de la Fe, empeñando nuestra constancia al servicio del Señor, para la salvación de las almas y de las naciones.

Porgas. D. Ace, seglar.

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NA: Muchas gracias por leer.

Como aclaración, Ace y su familia contraen fiebre tifoidea, que era común por la época por la falta de antibióticos. La fiebre y la deshidratación lo hacen alucinar cuando llega nuestro ángel misterioso (que de misterioso tiene poco)

*Seglar: es una persona creyente que aún no forma parte del clérigo.

*Jason Funderburker para el mejor cameo de la historia jaja.

El estilo de la carta es ajeno al mio, pero quería hacer ver que Ace es un niño, que le dictan casi la totalidad del texto a excepción de la parte del ángel.  Pero idk.... igual gracias por leer.

xoxoxooxoxoxo