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—Ya vámonos— expreso Jenni con fastidio— han caminado por media hora y nunca llegan a ningún lado.

—Obvio tarada, estamos en las caminadoras del gimnasio— me bajé delicadamente de la que estaba usando— oh sí, mira que piernas para el viernes de ahorcar rucas— acaricié mi pierna.

—Mira mira, creo que Jolene ahorcara a esa ruca de allá— señaló apresurada y me volteé.

En definitiva, Jolene estaba reclamando algo a una mujer que se veía de la misma edad que ella, Marti solo le pedía que se calmara pero ella lo ignoraba. Nos acercamos para escuchar mejor.

—¡Casi lo tocas!— le gritó Jolene molesta.

—¡Pero él no se alejó!— respondió la otra mujer enarcando una ceja.

—¡Mi hombre es muy inocente, ni siquiera se le pasó por la mente que querías tocarlo de esa manera!— movía sus manos exageradamente para demostrar su enojo.

—¡Pues tú hombre es un estúpido, él me sonrió en primer lugar!— sentí que alguien llegaba a mi lado y era Jenni, ni siquiera me di cuenta de que había salido.

—Toma— me dijo con la respiración agitada, me pasó una bolsa de palomitas mientras ella se llevaba unas a la boca.

—¡Porque es muy amable!

—¡Si amabilidad se le dice ahora a coquetear!— rió la otra peleadora sarcásticamente.

—¡Eres tan zorra que si te ofrezco una botella de agua pelearás con ella porque no soportas que nadie esté más mojada que tú!— la señaló acusatoriamente. Todos los espectadores dejaron salir un "Oooh"

—¡Esa es mi mami!— grite orgulloso con la boca llena de palomitas.

—¿Mateo?— Marti me vió y se separó de mi madre, la cual no lo escuchaba por seguir peleando.

—Hola daddy— dije burlón.

—Hola suegris— saludo Jenni indiferente.

—Ayudame a detener a tu madre— me suplicó tomando mis manos.

—Ay no— sacudí mis hombros— esto está mejor que Civil War.

—¿Sabes qué?— se escuchó la voz de mi madre y nos volteamos— ya no quiero pelear, ya me aburrieron tus respuestas estúpidas— dicho ésto último tiro un mechón de su corto cabello hacia atrás y camino como una diva.

—¡Oh no, yo no he terminado de pelear contigo!— exclamó la otra mujer indignada y la siguió.

—Pero mi mami si— le saque la lengua y salimos de ahí.

Al salir del gimnasio Jolene seguía alterada.

—Marti, te estaba mirando el paquete— le reclamaba a él que se veía exhausto.

—¿Y quien no?— mire hacia abajo y Jenni me dió un golpe en la cabeza.

Pasamos por una tienda de juguetes y nos detuvimos ahí.

—Bueno, ustedes sigan su camino, nosotros tenemos cosas que comprar— le dije a Marti y él asintió. Mi mamá al fin paró de quejarse desde que salió del gimnasio y nos miró confundida.

—¿Mateo? ¿Jenni?, ¿Que hacen aquí?

—Si, hola— saludamos riéndonos y entramos. Ellos se fueron.

—¿Qué comprarás?— preguntó Jenni viendo alrededor.

—Un bebé para practicar— le respondí.

—Mateo...— me detuvo abruptamente y se llevó una mano al estómago.

—¿Qué pasa?— me agaché para ver su rostro.

—Quiero vomi— no completo la oración cuando ya estaba vomitando mis zapatos.

Que asca. Mis ojos empezaban a lagrimear y empecé a tener arcadas.

—No quiero vomitar, no quiero vomi— y vomité.

Un guardia que iba pasando se quedó mirando la escena horrorizado, se acercó a nosotros y sacó un walkie talkie.

—Se necesita limpieza en el pasi— y también vomitó.

—¿Que está pasando?— preguntó alguien y se acercó, al parecer era el gerente de la tienda— alguien que limpie es—

Para resumir todo, éramos alrededor de siete personas vomitando y quejándonos por no poder parar de vomitar.

—¡Aquí estoy!— gritó un chico que venía corriendo con un trapeador y un balde en mano.

Mi héroe, ese hijo de puta tenía un estómago de acero ya que logró limpiar gran parte del vómito sin siquiera apartar la vista, luego llegó otra chica que uso una mascarilla para bloquear el hedor.

Los siete vomitadores nos alejamos de ahí caminando lentamente mientras nos apoyabamos en el hombro del otro para caminar.

—Wao— suspiró el gerente— que tarde.

—Lo sé— respondió el vigilante— creo que vomité hasta lo que no había comido.

—Todo esto es mi culpa— dijo Jenni con la cabeza baja.

—Como sea, ha sido la mejor vomitada de mi vida— dijo una chica.

—La peor quieres decir— respondió un chico alto.

Y todos reímos, fue un momento muy emotivo, conmovedor y hermoso.

—Tenemos que comprar el muñeco— le dije a Jenni cuando todos recuperamos fuerzas.

Y así lo hicimos, la gente se corría de nuestro lado cuando sentían el hedor.

Fue una vomitada masiva, estuvo tremendo.

Llegamos a casa y escuché unos sonidos extraños.

—¿Que eso eso?— preguntó Jenni frunciendo el ceño.

—Ni idea— me quité la camisa y la tiré al suelo.

—¿Son...aplausos?— se concentró para oír más— ¿Ah?, ¿Ah?

Analice toda la situación y corrí rápidamente hacia arriba, chupe mi dedo y lo puse frente a mi para saber hacia dónde soplaban los gemidos.

Al norte. Ajua.

Pegué mi oreja y si, en definitiva los sonidos provenían de la habitación de la muerte.

—¡Por Ahsgard!— gritó.

—¡Por Narnia!— gritó un hombre.

Creo que...vomitare otra vez.

AGUACATEEEEES, ¿Me extrañaron? Seguro no, vayan con sus otras escritoritas a leer sus historias 🙂

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AGUACATEEEEES, ¿Me extrañaron? Seguro no, vayan con sus otras escritoritas a leer sus historias 🙂

Ahreno

Les juro que casi vomito cuando estaba escribiendo la parte del "vómito masivo"

Si se imaginan una película de un superhéroe llamado "Vómito Man"?

Espero disfruten el capítulo, los aguacate mucho hijos/as de perra 🥑

Hola, Tío Muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora