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Llegó el día de la mudanza y llegó el día para cumplir con mi plan número...que hueva contarlos.

Con el dinero que gane modelando y con el que me dió el Esteban abrí una cuenta bancaria al nombre de Jenni para que críe bien al meco ya que ahora trataré de suicidarme...una vez más.Y será la definitiva.

Até un lazo al techo y luego alrededor de mi cuello, en un vaso tenía una mezcla de cloro con paracetamol y acetaminophen, en la bolsa de mi camisa tenía una cuchilla para cortarme rápidamente después de que me tomara aquella exquisita bebida. Me subí en mi banquito de siempre y estaba a punto de dar un sorbo a la bebida cuando la puerta se abrió abruptamente y me asusté dejando caer el vaso.

—¡Así te quería agarrar puerco!— dijo Jenni con la pose del Bob esponja cavernícola.

—¿Que verga Jenni? Siempre arruinas todo— me quité el lazo del cuello y bajé del banquito...espera, siempre que uso este banquito algo sale mal.

—Yo...— empezaba a lagrimear— ¡Querías dejarme sola con el bebé!— rompió en llanto y se llevó las manos a la cara.

—¡Te dejé dinero en una cuenta, estúpida!— me quejé y señalé el papel que estaba en el escritorio, ahí había escrito la clave.

—Uh, por ahí hubieses comenzado— se secó las lágrimas sonriendo y camino hacia el escritorio.

—Alto ahí loca— corrí y tomé el papel para alzarlo y que ella no lo alcanzara porque es al menos diez centímetros más baja que yo.

—¡Dámelo!— me gritó dando saltitos para alcanzarlo.

—No chaneke, ya no moriré así que no te lo daré—  en un salto me lo arrebató pero volví a quitárselo y me lo metí en la boca.

—Eres un asqueroso, dámelo— con dos dedos empezó a hurgar en mi boca y me lo trague.

—Alguien no podrá cagar por unos días— se burló La Muerte se burló sentada en mi escritorio a nuestro lado tomando una taza de té.

—Chu, ve a hacer tus cosas de mujer embarazada— le dije a una Jenni que estaba muy molesta y salió del cuarto dando fuertes pisadas.

—¿Cuando nos mudaremos?— me preguntó parpadeando...espera.

—¿Por qué rayos tienes ojos?— le pregunté con suma confusión.

—Mira esto wacho— dirigió su mirada a su mano e hizo aparecer una salchicha en esta para luego asarla con un láser que salió de sus ojos.

—What?!— exclamé sorprendido— ¿Pero cómo?

—El dueño de estos ojos era un ratito que desarrolló esta habilidad así que cuando lo llevaba de camino se los quité.

—No te cansas de robar órganos..huele delicioso— dije lamiendo mis labios.

—Te gusta la salchicha goloso— la sujetó y me dió con ella en la mejilla, estaba caliente.

—¡Ay!— me quejé dando un paso atrás y acariciando mi adolorida cara.

—Ups— dejó salir una risita.

—Nos iremos ahora en la noche, creo— hice un puchero y lo miré feo porque me ardía mucho.

—¿Estás enojado?— se acercó a mí y puso ojos de cachorrito— ven— apareció una pomada en sus manos y me la aplicó.

—Oye— musite— esto se siente muy gay.

—¿Quieres que procedamos al cogimiento?— preguntó en un tono burlón y  me aparté porque no quería ser violado por la Muerte— Ya prepare mis maletas.

Hola, Tío Muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora