¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lo dibujaba una y otra vez, pero no lograba recordar su rostro.
Su mente le jugaba una broma pesada, y su necesidad de recordar aumentaba cada vez más. Wooyoung solía tener sueños, sueños extraños, que terminan plasmados en una hoja de sus cuadernos. Aquellos sueños nunca eran de un objeto en sí, o no tenían mucha lógica. Es decir, sus sueños solían ser irreales; cosas como almohadas con pelos negros, u hospitales color verde pastel, con ramas y rosales alrededor. Él los dibujaba tal cuál y a como su mente los recordaba. Solo que esa vez, a diferencia de las anteriores noches, había soñado con alguien.
Recordaba distorcionadamente una suave voz, cómo si de un sonido extremadamente melodioso se tratara. La persona de sus sueños le había susurrado versos extraños; frases, y rimas relajantes. Aquellos ojos, una visión borrosa, brillaban como miles de estrellas. Aquella sonrisa, tan bella y segadora, fue el último recuerdo que el pelicafé conservó antes de despertar.
Arrugó el papel manchado por garabatos y lo tiró a la basura, frustrado. Él en verdad quería recordar la apariencia de aquel chico misterioso chico que había aparecido en sus sueños. Wooyoung sabía que era alguien conocido, pero no recordaba. Sentía como si la amnesia atacó su mente.
Resopló y sobó su cien, mirando fijamente la ventana frente a él y su escritorio.
─No te rindas, Wooyoung ─Una voz detrás de él lo hizo pegar un saltito en su lugar. Inmediatamente, el pelicafé se dio la vuelta y observó al dueño de aquella voz, tocándose el pecho dramáticamente.
─San.. me has dado un infarto, bobo. ─Reclamó en un jadeo, cerrando los ojos. El mayor rió de manera traviesa.─ ¿Mi mamá te dejó entrar? ¿o fue mi papá?
─Fue Sunhee. La pequeña estaba bailando en el patio cuando llegué. ─Dicho esto, el mayor entró como si de su habitación se tratara. Soltó una pequeña risa al recordar como la niña casi se cae imitando un paso del grupo que le gustaba. Negó divertido y se sentó en la cama del pelicafé.
Wooyoung solo soltó un pequeño mhm, antes de seguir con lo suyo. Tomó una nueva hoja del paquete y la comenzó a manchar con el lápiz, tratando de volver a concentrarse, cosa que le fue difícil, pues su amigo continuó hablando.
─¿No me observas un poco diferente, Wooyoung-ssi? ¿No notas algo nuevo en mí?
─Sinceramente, no pensé que en verdad te cambiarías el color de pelo, hyung. ─Comentó en respuesta, sabiendo el porqué de aquellas necias preguntas. El mayor tenía un lindo color rubio en su ondulado cabello, que le quedaba muy bien.─ A diferencia de tu estilo pelirojo, el tono rubio te hace ver más adorable.
