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Me despierto un día más como otro cualquiera. Un día caluroso, de verano, de esos en los que sudas sin parar y no son ni las once de la mañana, de esos con los que te despiertas con las sabanas pegadas como si fueran sanguijuelas y que se quieren apoderar de tu cuerpo.

Pero este día no es como todos los anteriores días que ya han pasado.

Veo todo oscuro.

Mejor dicho, no veo nada. Mi temor de haberme quedado ciega aumenta por momentos. Luego me doy cuenta de que no he abierto los ojos porque estaba soñando con el chico que hace que mi parte más intima parezca la feria de Sevilla.

Mierda, otro sueño bonito destruido. Y no se que he soñado, pero tengo un bien estar en el cuerpo y un pequeño dolor en la cuevecita que hace que me de cuenta de que ha sido un sueño algo bonito.

Tampoco se como puedo soñar que me follen, si a mi edad, soy mas virgen que nada y bueno, mi aparato reproductor tiene que tener más telarañas que un escaparate de una tienda el día de Halloween.

Me dispongo a bajar a la cocina a hacerme el desayuno y ya está el friki de mi hermano metiendo gritos que, seguramente, sea porque está jugando a la XBox y no debe tener ni puta idea de jugar, por lo que siempre le matan y está de mala hostia.

Graba vídeos para youtube, su sueño debe ser parecerse a willyrex o algo, pero vamos, que no le ve ni el tato. Al menos puede contar con la idea de que no parece un chino porque sus ojos no es que sean pequeños.

Llego a la zona favorita de mi casa, mi querida cocina, y empieza el drama de primera hora de la mañana.

No hay Neskuik.

En su lugar ha Colacao. Sí, debo ser de esa pequeña parte de la población mundial que prefiere tomarse la leche fría, y más en verano. Y con el colacao pues no se puede. Pues si no hay neskuik, hoy no me sale del coño desayunar, ala. Ya puede mi madre llamar al hermano mayor o a quien sea.

Después del primer desliz mañanero por la ausencia del neskuik en mi vida, salgo al jardín a tomar un poco el aire, a ver si así me dejan de sudar las domingas. Total, que me pongo en una hamaca que hay al lado de la piscina. Los chorros de la depuradora están puestos y he de decir que el sonido del agua corriendo me produce mucha paz y tranquilidad. Tanto que me podría dormir ahí mismo, sino fuera porque me está dando el sol de una manera que hace que mi cuerpo parezca una fuente y no deje de sudar.

Odio el verano.

Me dispongo a volver a casa, a parte de porque se está más fresquito, aunque no mucho, porque soy una comilona y bueno, tengo hambre. Que no haya colacao no quiere decir que no pueda comerme algo que haga que mi colesterol aumente y que el día menos pensado explote porque solo como mierdas y más mierdas. Quizá exagero, pero soy así, me gusta dramatizar demasiado las cosas.

Total, que voy al armario mágico de la cocina, donde están todas las guarredidas del mercadona, todo lo rico, todas las grasas, todo eso que te hace que te crezca el culo, y no como a la Niki Minaj, sino que hace que se te caiga, todo eso está ahí.

Me dispongo a coger una tableta de chocolate con lacasitos, una palmera de chocolate y bueno, ya bajaré luego lo más probable a por más cosas, porque poco me muevo en mi día a día, pero lo poco que me muevo es para bajar de mi habitación a la cocina.

Vuelvo a mi habitación, que está a oscuras porque no he levantado la persiana al despertarme, otras de las razones por las que quizá no veía nada y ya pensaba que era ciega, y que también huele a muerto.

Abro la ventana. Desde ella se ve la casa del vecino, un chaval que no tiene nada de bonito, ni siquiera un primo lejano. Nada. Deberían ponerle una orden de que llevase una bolsa o un casco anti-ébola para poder salir de la calle, de verdad. Está en la época del cambio, en la que no haya centímetro cúbico de su cara que no tenga un puto grano. Tiene la barba a cachos, yo le llamo una intención de barba fallida, porque hay zonas de la cara en la que tiene calvas, y el poco pelo que le sale es asqueroso, porque es fino y parece vello púbico. No voy a dar más detalles porque estoy comiendo chocolate y no quiero estropear ese bonito momento.

De Diva por el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora