El Humano Pt. II

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-¡Me gusta un chico Christopher!- Elevó la voz exasperado por como su crush se estaba tomando la situación.
Hubo un silencio incomodo, uno de esos que son cortos pero se sienten como sí durara toda una vida.

La cara de asombro del americano se fue relajando hasta volverse una mueca de incredulidad.

-Ay Fa no juegues, casi me la creo.- Se comenzó a reír.

-¿porque estaría jugando con algo así?- Al pelirrojo se le fueron los colores de la cara, al grado de ponerse casi transparente.

-Qué asco.- soltó sin pensar el americano, Kyle frunció el ceño y se levantó del sofa molesto.

-Será mejor qué te vayas Christopher.- abrió la puerta y señaló con la cabeza para qué el chico se fuera. Una vez la puerta cerrada se deslizó hasta el piso donde se dedicó a pensar en lo tonto que había sido.

Akame qué se encontraba descansando en su habitación escuchó la conversación sin saber como reaccionar. Se sentó en su cama y soltó lagrimas pensando en lo que había hecho mal, después de lo ocurrido no tuvo el corazón para enfrentar a su nieto en ese mismo instante por lo qué el resto del día fingió normalidad.

Ya había pasado una semana y por lo qué podía ver su nieto no había vuelto a ver o hablar con su amigo. Pero la señora mayor no podía estar del todo segura pues el trabajo la tenia siempre ocupada pero ahora no volvía inmediatamente a casa prefería desviarse del camino. Cerca del parque de la ciudad había una pequeña capilla parte del orfanato que más qué misas solía usarse para impartir clases dominicales a los pequeños del orfanato, pero aún así se mantenía abierta por si alguien necesitaba algún lugar al cual ir a buscar a Dios, así como Akame llevaba una semana haciendo.

-Por favor cura a mi nieto, danos tu fortaleza señor.- pedía entre murmuros la mujer, cuando parecía haber terminado una persona se acercó hasta ella.

-Disculpe señora, no eh podido evitar verla aquí cada día y me parece que le vendría bien alguien con quien charlar.- Un joven de no más de veinticinco se acercó a ella sonriente. La asiática lo analizó a detalle, le recordaba mucho a su nieto solo qué mayor y con facciones un poco más finas además de qué en su rostro mantenía una sonrisa cálida y amable que te invitaba a confiar en él.

-Pues, si no es molestia. Creo qué hablar sería lindo.- respondió la mujer antes de poder arrepentirse el chico tomo asiento a su lado.

-¿Que la molesta éstos días?- preguntó con una delicadeza y calidez familiar en su voz.

-Bueno, recientemente escuché a mi nieto hablando con su amigo y le confesó qué le gustaba un chico.- La mujer no dijo más como esperando la reacción del joven el cual la miró confundida.

-¿Y cual es el problema?-

-Pues que es un hombre y le gusta otro hombre. Y la palabra de Dios...-

-Disculpe la interrupción señora, pero la palabra de nuestro señor nos ah dicho en repetidos versículos que no debemos juzgar al prójimo. Además directo de los labios de Jesús de Nazaret salieron las palabras: ámense los unos a los otros como yo los eh amado.-

-Pero no es natural, estoy segura qué Dios no querría qué esos enfermos hicieran algo así.-

-Vaya, ¿su nieto a violado a alguna persona?-

-¿Qué? ¡pero claro qué no!- respondió escandalizada.

-Mi error ¿a matado a alguien?-

-Pero que le pasa.- respondió indignada de lo qué estaba insinuado de su pequeño nieto.

Devilboy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora