El Pasado.

337 46 71
                                    

-Hasta para eso eres un inútil Marco ¡largate ya!- gritó el hombre de cabello grisaceo cuya cara no podía ver.

Marco comenzó a llorar desconsolado, miró sus manos analizando lo pequeñas qué eran, volteó su vista hacía un espejo que se encontraba en lo que parecía la sala de una casa.
Su reflejo, era distinto. Era pequeño, su ropa lucia diferente a algo que se usara en esta decada y no había rastro de cuernos.

-¡Te lo advertí!- Gritó el hombre sin rostro antes de levantarse de su sillón y propinarle una gran cachetada al pequeño Marco. Llorando colocó su mano sobre la roja e hinchada area del golpe y se fue corriendo del lugar. Despertó de golpe con la respiración agitada y sudor por todo su cuerpo.

Tenía ya unos días con esos misteriosos sueños qué no captaba del todo qué significaban o porqué se sentían tan reales.

Esa mañana Hiro estaba inusualmente alegre, y eso desconcertaba a su amigo qué tenia tiempo sin ver aquellos cuernos azul rey tomar un tono parecido al cielo, en señal de lo feliz y relajado qué se encontraba.

-Hiro, se sincero ¿a quien te cogiste?-

-¿que? ¿A que te refieres?- Preguntó el demonio de cuernos azules genuina mente confundido.

-No te había visto tan relajado en años. Eso significa que te pasó algo muy bueno, probaste el mejor postre de la vida o te cogiste a alguien a quien le traías ganas. Tomando en cuenta que nunca te pasa nada bueno, y qué siempre que pruebas postres dices que ninguno es lo suficientemente bueno, entonces lo más seguro es que anoche azucaraste el churro.- Comentó con una sonrisa pícara

-Yo no eh azucarado nada.- Comentó el demonio ligeramente sonrojado.

-Bueno glaseaste la dona, gratinaste el mollete, rellenaste el pavo, moviste el atole, ceno pancho, metiste el camarón a la olla, tu escoge como decirle el punto es qué hubo sexo salvaje y desenfrenado que tú quisiste así que escupe lupe.-

-Marco, eres mi mejor amigo pero a veces eres un idiota.- Comento riendo.
-Nada de sexo, solo tuve un buen día ayer.-

-¿Ah sí? ¿Entonces si comiste los mejores postres de la vida?- preguntó curioso el demonio de piel canela.

-No, eran realmente buenos, pero no creo que fueran los mejores. Aun así hoy iré a probar los que me hicieron falta.- comentó el demonio de rasgos asiático con simpleza.
Ahí estaba de nuevo esa actitud, Hiro no tenia idea del porqué pero siempre buscaba probar bocadillos y postres dulces y por más que comiera jamás encontraba lo que buscaba.

Marco estaba seguro que Hiro debio tener sus cuernos color marrón así como todos aquellos demonios cuyo principal pecado es la gula, pero todo parece indicar qué su soberbia podía ser mayor a su deseo de probar dulces. Y eso podía confirmarlo fácilmente.

Marco había intentado recordar su pasado en esos días por desgracia no parecía tener ningún recuerdo anterior a su tiempo en el bar. Lo más que llegaba a su memoria era que simplemente abrió los ojos una mañana para admirar un techo que le sonaba familiar sin estar seguro de donde se incorporó con cuidado solo para darse cuenta que durmió sobre un sillón frente a él otro chico también se encontraba despertando, un joven de unos veintitantos con el cabello azabache completamente revuelto y una piel blanca como la porcelana, era un chico bastante guapo desde el punto de vista del chico de ojos ambar y para su mayor deleite se encontraba con una unica prenda cubriendolo, un culotte negro que llegaba hasta su rodilla y era más ajustado de lo qué jamás había visto en una prenda así. Después de volver a prestar atención al desconocido notó un par de resplandecientes cuernos blancos sobre su cabeza.

Al darse cuenta de la palabra cuernos lo miró extrañado, rasco su cabeza y fue cuando su sangre se heló, corrió hasta un espejo cercano y miró con terror su reflejo, el mismo tenia un par de cuernos color gris. Y fue entonces qué entro azotando la puerta una figura desconocida.

Devilboy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora