El Demonio.

1K 80 305
                                    

Era otro día rutinario, Marco tomó sus llaves y salio de su vivienda con una cruda terrible. Caminaba por la ciudad con su suave movimiento de cadera y una brillante sonrisa que arremolinaba a la gente tras de él. apenas a unas cuadras de su casa se encontraba un bello parque, donde un pequeño puesto de madera lo esperaba.

Nada ostentoso, era una replica de los puestos de limonada que los niños americanos solían poner en sus cocheras para ganar algunos dolares, pero en el caso de Marco no anunciaba limonada, un pequeño letrero en la parte delantera anunciaba que "los chicos demonio" estaba en el lugar para atenderlos y en la parte superior la leyenda: Todo lo que usted desee. En letras grandes y brillantes seguido de un muy pequeño: a cambio de su alma.

Tenían un incomodo banquillo de madera donde podía sentarse en teoría, la realidad era que su "jefe" prefería verlos de pie, después de todo debían lucir su bello cuerpo para así atraer más clientes incautos.
Y ahí estaba él sentado sobre la mesa mostrando la longitud de sus piernas, un ajustado boxer negro con una camisa color tinto completamente desabotonada era todo su uniforme, si se puede llamar así. De cualquier forma las reglas estipulaban que no debía usar más que su corto y ajustado boxer cual modelos de Calvin Klein, pero Marco no quería hacerlo, tal vez si tuviera musculos y su abdomen marcado como su compañero Hiro, lo haría, pero su cuerpo en cambio era delgado y sin señales de musculo a pesar de estar en buena forma. Y sí, podía pedirle a papá Satan que le diera un six pack que cualquiera envidiaria y se lo concedería sin pensarlo dos veces, pese a eso a Marco le gustaba mostrar lo que naturalmente tenía y vaya que ese cuerpo delicado con su personalidad coqueta lo hacía deseable para muchos.

Nada fuera de lo común, algunos idiotas que vendieron su alma por dinero, por autos nuevos e incluso uno que vendió su alma por una noche de sexo con Hiro. Esa clase de tratos no le agradaban a ninguno de los dos chicos demonios, ellos solo debían ser la cara bonita, algo así como una sexy edecan que te lleva a tu perdición. Pero no podían negarse, al diablo no le gustaba perder valiosas almas para torturar, así que no importa que tan repulsivo fuera para ellos tener sexo con un humano debían otorgarselo si ese era su deseo.

Marco cerró temprano su puesto, Hiro se vio obligado a irse cuando aquel raro sujeto vendió su alma por cogerselo así que se aburría a muerte y mejor se puso a pasear por el parque, estaba caminando entre un montón de frondosos arboles, jamás lo admitiria pero amaba escuchar a los pajaros cantar desde las alturas.

Iba distraído mirando las aves cuando su camino fue interrumpido por un objeto duro bajo su pie. Se agachó para recoger un libro de tapa gruesa con apariencia desgastada, color azul.
Apenas lo levantó su vista se vio invadida por un chico de cabello azabache y piel palida que leía tranquilo al pie del árbol. El muchacho usaba unos lentes de lectura y a su alrededor diversos libros regados por el suelo.

-Vaya vaya, pero que tenemos aquí.- dijo Marco acercándose de forma coqueta al chico que aún no se percataba de la presencia del demonio. Una vez a su lado tocó su hombre con delicadeza.

-Un segundo.-Pidió el joven de rasgos asiáticos sin levantar la vista de su libro. Terminó un párrafo, soltó un suspiro y cerró el libro.

-Listo, discul...-No terminó de hablar al  percatarse de que quien lo interrumpia era nada más que un demonio. Tenía una bella piel canela, una sonrisa brillante y coqueta de entre su cabello lograban sobre salir dos pequeños cuernos de tonalidad cobre que hacían juego con su cola. Sí definitivamente era un demonio.

-¿Que pasa cariño, te comió la lengua el ratón?- preguntó con cierto deje de galanteria.

-N-no señor, es solo q-que...-

-Aguantame las carnes papacito, me dijiste ¿señor?-

-Sí, señor.-

-Okay llámame señor una vez más y juro qué...- La mano del demonio comenzó a arden en llamas mientras sus cuernos y cola resplandecian.
El chico de rasgos asiáticos se ocultó detrás del libro que leía anteriormente.

Devilboy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora