– ¿No lo vas a matar?
– Claro que no. Sé que la jefa lo ordenó, pero no tenemos por qué hacerlo. Con dejar a este mocoso aquí es más que suficiente, nadie lo va a encontrar.
– ¿Seguro? No me convence para nada lo que haces.
– Shhh... silencio. No quiero cargar con la vida de alguien tan joven, además aquí morirá de hambre o se lo come algún oso... ahora vámonos de aquí y regresemos a la ciudad.
Aquellos hombres encapuchados dejaron a un niño acostado en la superficie de aquel espeso bosque.
El pobre no podía moverse porque estaba atado y también parecía estar dormido.AL DÍA SIGUIENTE...
– La época de lluvia está por llega, debo recolectar mucha leña para almacenarla.
En aquel bosque había un hombre alto y corpulento.
De piel blanca, cabellos negros y con barba. Sus ojos color café. Llevaba puesto un pantalón largo de tela color azul, una camiseta blanca la cual tenía manchas por todos lados, botas de cuero y una pañoleta blanca en su cabeza. Consigo traía varios troncos secos y un hacha.– Me agrada esa brisa; ojalá mi campeón ya se haya despertado.
Aquel hombre seguía caminando y arrastrando consigo los troncos de árbol seco. Por un momento se detuvo y miró hacia donde habían unos arbustos y vió algo moverse constantemente.– ¡Caracoles! ¿Qué es eso? Iré a ver.
El hombre soltó sus troncos, sujetó el hacha con fuerza y corrió hasta los arbustos.– Debo ser cauteloso, podría ser algo peligro...
– Pero si es un niño. ¿Qué haces aquí pequeñín?
El hombre tiró el hacha y corrió a auxiliar al niño.
– A ver pequeñín, te quitaré esto.
El hombre quitó las vendas de los ojos y un trapo de la boca del niño.– Papá ¿eres tú, papá?
Fue lo primero que dijo el niño y abría sus ojos parpadeando varias veces.– No soy tú papá, pequeño.
Respondió el hombre al ver a ese niño de ojos azules, cabello liso rubio, de piel muy blanca y de tamaño pequeño. Llevaba puestos unos pantalones color azul, una camisa mangalarga blanca, una corbata azul, en sus pies llevaba zapatos negros y medias blancas.– ¿Quién es usted señor?
Preguntó el niño con aquella voz tan aguda.– Soy Rodger. Es un gusto saludarte. – – – ¿Cuál es tu nombre?
Preguntó el hombre mientras le quitaba aquellas cuerdas de las manos y pies del niño.– Rodger es un nombre bonito señor. Yo soy Brandon así me puso mi papá.
Finalmente el niño quedó libre y se sentó sobre las hojas secas del bosque.– El tuyo también lo es pequeñín. ¿Por qué estás aquí?
Preguntó el hombre mirando al niño de ojos grandes.– No lo sé señor. Estaba jugando con mis primos, entonces mi madasta, no, no, es madastra, no, no, es madrasta, no, no así tampoco...
El niño colocó sus manos en la cabeza y miro a la superficie, susurrando la palabra madrastra que tanto le costaba decir. Rodger al ver esto, sonrió y dijo:– Brandon. Se dice madrastra. A mi también me cuesta decirlo.
– Gracias señor Rodger. ¿Puedo seguir contando?
Preguntó el niño mirando a Rodger.– Adelante, puedes continuar.
– Entonces mi madrastra me llamó afuera y luego me llevó con su chófer y otro señor. Ellos me subieron al auto y fue cuando me pusieron algo en la cara que me dió mucho sueño. Y desperté aquí asustado, sólo sé eso señor.
El hombre al saber esto, dedujo una cosa... lo habían abandonado ahí por una razón desconocida.– ¿Quieres venir a mi cabaña?
– Seguramente debes tener hambre.– ¿Cabaña? ¿Qué es cabaña?
Preguntó el niño colocando sus manos en la cabeza y mirando a la superficie nuevamente.– Jajaja. Eso que haces es muy gracioso. – La cabaña es una casa hecha de madera, ahí es donde vivo.
– Sí quiero ir. ¿Por dónde hay que ir?
El niñó se levantó del suelo y quedó observando todo el inmenso bosque que le rodeaba.– No comprendo ¿cómo puedes estar tan animado?
Dijo el hombre en susurros.– Señor Rodger ¿es por aquí?
Preguntó el niño señalando un camino estrecho que se veía por toda la superficie.– Sí por ahí es. Sólo ten cuidado pequeñín.
El hombre recogió su hacha y se fue por el camino donde iba el niño.– Brandon, espera un momento.
Dijo el hombre en lo que recogía los troncos de árbol seco.– ¿Qué pasa señor Rodger?
El niño regresó hasta donde estaba Rodger.– De ahora en adelante, tú irás a mi lado, ya que no conoces el camino.
– Eso mismo me decía papá las pocas veces que nos veíamos.
– Vamos pequeñín, debes seguir mis pasos.
El hombre cambió el tema para así distraer a Brandon.
Caminaron varios minutos en aquel estrecho camino que se encontraba rodeado de árboles y plantas. Luego llegaron a una parte del camino que se hacía cada vez más ancho. Finalmente se logró ver una cabaña mediana que a simple vista se veía limpia y acogedora.– Mira Brandon esa es mi cabaña.
– Parece una casa de enanos, como la de Blancanieves.
– Jaja. Pues si tienes razón, se parece un poco.
Ambas personas llegaron a la curiosa cabaña y el niño no dudó ni un segundo en sentarse sobre aquella superficie de madera.– ¿Está cómodo?
Preguntó el hombre al ver a Brandon sentarse allí.– Un poco señor, no me dijo que el camino sería tan largo.
El niño se quitó los zapatos y los dejó en el suelo.– Veo que no acostumbras a caminar mucho.
– ¡Papá! ¡Quiero ver a mi papá!
Brandon comenzó a llorar y a gritar sin parar una y otra vez.– Oye calma, en estos momentos papá está muy lejos. Por ahora no podrás verlo.
Al escuchar esto Brandon, solo lloró aún más.– Ya no grites, no grites pequeñín.
– Pero señor Rodger, quiero a mi papá.
Dijo el niño entre lágrimas y con voz temblorosa...– Lo sé, pero primero debo saber de dónde vienes y no creo que lo sepas. Si deseas te puedes quedar aquí unos días.
El niño colocó sus manos en la cabeza y miró a la superficie un poco calmado.– ¡Papá! ¿Ya llegaste?
Se escuchó la voz de otro niño cerca de la cabaña.– Sí hijo. ¿Puedes venir?
Gritó Rodger.– ¿Tiene un hijo?
Preguntó el niño de ojos azules.– Así es Brandon, te quería dar una sorpresa, pero ya mi hijo me delató.
– Papá ¿de quién era esa voz?
Al lugar llegó un niño delgado de cabello corto color escarlata, ojos negros, de piel blanca y con pecas en el rostro. Llevaba puesto pantalón corto negro, sandalias de cuero negro y no traía suéter puesto.– Ven hijo, me he encontrado a alguien en el bosque.
Aquel chico se acercó un poco a Brandon y se le quedó mirando atentamente.
– Papá ¿es un duende?Pensaba tomar vacaciones, pero no lo hice ya que se me ocurrió la idea de hacer una nueva historia antes de terminar JZ.
Muy emocionado con esta corta historia de estos dos chicos que crecerán juntos.
Saludos colegas de Wattpad. Espero os guste esta nueva historia.
¡Caracoles!

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Un Bosque Para Dos
Short StoryEsta historia corta inicia cuando Brandon un niño de 4 años es dejado en un bosque por unos hombres. Este niño se encuentra atado y vendado los ojos. Al pasar la noche y llegar el nuevo amanecer, este niño es encontrado dormido en el bosque por un...