La Primera Taza de Café

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– ¡Caracoles! Durante estos días no podrán salir de la cabaña. Por andar con esa ropa húmeda ambos se han resfriado.

– Lo siento papá fue mi culpa. Brandon no quería entrar, pero yo le convencí para que lo hiciera.

– Hijo sabes bien que a Brandon no le gusta el agua y aún así le insistes.

– Perdón papá, sólo quería ayudarle con su miedo.

– A veces no es tan fácil, si de aquí a la noche Brandon no mejora tendré que llevarlo a la ciudad por un hospital.

– ¿A la ciudad?

– Sí hijo, a la ciudad.

– Pero papá, si vas allá podría ser peligroso para ti.

– Lo sé hijo, pero primero está la salud de Brandon.

– Verás que ese té y la pastilla contra la fiebre funcionarán, además Brandon es fuerte.

– Qué convencido estás, te pareces mucho a tu mamá.

– Si papá hay que esperar un poco. ¿Mamá? Me dijistes que ella tenía el cabello escarlata como yo.

– Así es Zilv y fue una gran persona.

– Tú también lo eres papá. Haz cuidado mucho de Brandon.

– Me he sentido muy mal por él.

– Lo dices porque lo abandonaron.

– Sí hijo, el pobre ha crecido sin madre y padre y lejos de todo.

– Pero papá estamos nosotros.
Comentó Zilv mirando a su padre.

– Lo sé Zilv. Pero me pregunto lo que pensará ese niño.

– Seguro se olvidó de su padre.

– No Zilv, esa posibilidad no existe.

– Pero antes hablaba mucho de él y ahora nada dice de ese señor.

– Hijo ese niño ha crecido y su comportamiento es distinto.

– Ya sé papá, cuando se recupere le preguntaré por su padre.

– No lo hagas Zilv, mejor en otra ocasión.

– Pero ¿por qué?

– Ya dije Zilv, se acabó esta conversación.

– Iré a ver cómo sigue Brandon.

– Lo que digas papá.
Rodger se fue caminando hasta llegar a la habitación, allí estaba Brandon acostado en la cama, arropado con una cobija y con un paño en la cabeza.

– ¡Oh! Tal parece que le está bajando la fiebre y el pobre ha sudado mucho a pesar del clima.
Comentó Rodger tocando el rostro y manos de Brandon.

– Le voy a cambiar este paño por el que traje y a secarle un poco el sudor. En un par de horas estará como nuevo.
Rodger sacó un paño de un mueble de madera que había allí dentro, también sacó una toalla pequeña. Luego quitó el paño y lo cambió por el nuevo; con la toalla secó el sudor de la cara y manos.

HORAS MÁS TARDE...

– ¡Ah, ah! ¿Zilv? ¿Que haces ahí?
Preguntó Brandon moviendo su cuerpo para sentarse en la cama.

– ¿Está dormido?
Preguntó el niño tocando la cabeza de Zilv.

– Sí Brandon, hace un rato entró para ver cómo seguías y se quedó allí dormido.

Un Bosque Para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora