Enamorados

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– ¡Brand! Conoces a mi Brand, es mi hijo.
Dijo el hombre acercándose a Rodger.

– ¿Por qué aparece hasta ahora? Su hijo lo esperó por años.
Respondió Rodger apretando sus puños.

– No lo sabía, mi esposa dijo que estaba en el extranjero y por eso no lo busqué.

– ¿Qué? Con eso me da a entender que no le interesaba su hijo.

– Mi trabajo es extenso y por eso no podía ver a Brand muy seguido.

– Mejor no diga nada. A usted solo le interesa su bienestar y nada más. Han pasado diez años.

– Yo lo sé, pero quiero ver a mi hijo y saber si está bien.

– No lo sé... No sabría cómo reaccionará Brandon.

– Él está con usted ¿verdad?

– Así es señor Holland. Lo cuidé todos estos años , desde que lo encontré allí atado.
August al escuchar esto solo inclinó su cabeza.

– Permita ver a mi hijo. ¿Cuánto dinero necesita? Puedo pagar la mejor casa en la ciudad y vivir en perfectas condiciones.

– No gracias. Se me hace difícil que seas el padre de Brandon; un hombre tan vanidoso, insensible, desinteresado y  materialista.

– No le falte el respeto al señor Arthur.
Dijo August amenzante.

– August detente. Aquí Rodger tiene razón. – Aún así dejaré que veas a Brandon.
– Después de todo eres su padre. Vamos los llevaré hasta donde está Brandon.

– Al fin terminas de bañarte. Eres increíble Zilv. Tomas mucho tiempo ahí dentro.

– El agua está fresca Brandon. Deberías entrar a la ducha.

– Ya me he bañado. Lo haré nuevamente en la noche.

– ¿Ya está la comida?

– Sí, ya está, pero Rodger no demora en llegar .

– Aah! Yo tengo hambre.

– Siempre comemos los tres juntos Zilv.
– Debes esperar.

– ¿Esperar? No quiero esperar.

– Ya Zilv. No te comportes como un niño.

– Con el hambre no se juega Brandon.

– Jaja. Tienes razón, pero hay que comer en familia.

– Oye Brandon ¿qué hiciste la mano de mi muñeco?

– La mano está allá dentro en el gabetero de madera que Rodger me regaló.

– ¿Y tú qué hiciste el muñeco? Aún lo guardas.

– Sí lo guardo. Es un gran vínculo entre nosotros.

– De niños éramos muy unidos y ahora que crecimos no hacemos nada divertido.

– Eso pasa porque no quieres jugar conmigo.

– Pues es que Rodger me esta enseñando a fabricar sillas, muebles y cosas de madera. – Eso toma mucho tiempo y dedicación.

– Jaja. Te lo has tomado muy en serio.

– Claro que lo hago. Me gusta mucho.

– Me voy a poner celoso por papá.

– Jaja. ¿De qué hablas?

– Que andas muy cerca de mi padre.

– Aah! Estás loco, lo veo como un padre, un ejemplo a seguir. No te voy a quitar a tu papá.

Un Bosque Para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora