Capítulo 6: regalos

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¿Alguna vez se han golpeado con la puerta del baño? pues yo… sí.

No calcule mi fuerza a la hora de abrirla y lo que logre no fue solamente separar a la parejita sino también un delicado y doloroso  chichón.

― ¡eso si dolió!― masajeo mi frente para intentar desvanecer el dolor, sin poder evitarlo dirijo mi mirada hacia los degenerados ― ¿Daniel?

―Who rays ar you? ―la chica Marilin Monroe interroga con una mirada de pocos amigos, al no tener una respuesta de mi parte encara a mi jefe el cual no ha mostrado ninguna expresión desde que lo vi― Do you know her?

Ninguno de los dos latinos que están entre estas paredes ha mencionado alguna palabra mientras la güerita sigue vociferando cientos de palabras, creo que no se ha dado cuenta de que no le entiendo ni un pepino.

―yo―empiezo  a mover mis manos para intentar comunicarme con ella― no. entiendo. Nada. De. Lo. Qué. Usted. Dice.

― What? ― ahora entiendo por qué mi tía insistía en que debía aprender inglés, uno nunca sabe cuándo puede encontrarse una loca gringa en el baño. La chica empieza a cercarse a mi.

Sin importarme lo que el poste de mi jefe diga o la chillona Monroe  salgo corriendo fuera de baño en busca de Ema, pero mis intenciones son bloqueadas por el mar de gente frente a mí. Recibo empujones y pisadas durante mi recorrido cuando por fin logro visualizarla coqueteando con un sujeto mucho mayor que ella.

― ¡Ema debemos irnos! ― grito para hacerme escuchar en medio de todo el bullicio.

― ¡Pero si nos estamos divirtiendo!

― ¡tal vez tu abuela,  no yo! ― tomo su brazo y la arrastro hacia la salida con facilidad pero al llegar frente a su auto se detiene  liberándose de mi agarre.

― ¡Abi esto es absurdo! mi abuela ni siquiera esta ahí―abre la puerta del auto y entra.

Olvídenlo,  no diré nada.

Le conté todo lo sucedido en el baño, desde el deseo de mi vejiga frustrado hasta el escape absurdo que realice.

― ¡No puedo creer que te encontraras a Daniel! ¡Es increíble!

―Lose.

― ¡es el destino! ―exclama emocionada― el hilo del destino.

― ¡hay, por favor! ― giro mis ojos.

― es verdad.

― ¿Cómo el chat de citas? ―cambio de conversación para evitar mi frustración.

―No te burles, eso es lo mejor que me ha pasado, creo que él es el indicado.

― Claro…― intento acomodar mejor el vestido que llevo puesto.

―Deja de hacer eso.

―No, no pudiste buscar algo más reservado y flojo.

―Sigue renegando y la próxima vez será estilo Kim Kardashian.

Pase el resto del fin de semana aprendiendo el modelo de elaboración de cada proyecto, rutas de tours dentro de la ciudad y fuera de esta, revisar las reuniones agendadas y los puntos a debatir en ellas.

Cuando mi familia regresa de Monterey,  mamá no espera ningún minuto para contarme los detalles de la reunión familiar desde  la “agradable” armonía que se mantuvo hasta el decreto de la abuela donde decidió que por motivos de mi ausencia la siguiente reunión seria en nuestra casa.  ¡Ah! y yo que creí que entenderían la indirecta.

Después de mi rutina de ejercicio, escaleras, cof, cof,  me dispongo a  sentarme en mis aposentos laborales cuando el teléfono ubicado en el pequeño escritorio  suena, lo tomo y contesto la llamada:

―Señorita Lemus la necesito en mi oficina en este instante― descuelga la llamada sin esperar mi respuesta, maleducado.

Al entrar lo primero que visualizo es su cara de mono adornada por  un color purpura alrededor de su ojo derecho― si señor Anzora ―no puedo evitar dejar de ver su ojo, eso debió haber dolido.

―Deje de ver mi ojo― reprende mientras frunce el ceño.

―Lo siento, señor.

― ¿Estudio la información que se le fue brindada?

―Sí señor.

―Bien, ahora que sabe a detalle sus obligaciones espero un buen rendimiento, en sus manos está ahora mi trabajo y mi vida―  se reclina en su asiento―, necesito que haga esto por mí― me entrega una página de papel con dos direcciones diferentes de la ciudad de México―quiero  que llame a una floristería para que envíen el ramo más grande de orquídeas que tengan para la primera dirección y a la pastelería más prestigiosa de la ciudad para que envíen el postre de chocolate más caro que posean a la segunda dirección, es muy importante para mi ¿entendió?

―Por supuesto―Zeus.

― Y con respecto a lo del viernes en la noche...

― ¿Qué cosa? lo del bar, en el baño de dama, usted y una mujer, arrinconados entre los lavamanos, en posiciones comprometedoras… yo jamas estuve ahí.

―Que graciosa. Hablo en serio, quiero pedirle que no mencione nada al respecto, no quiero rumores en los pasillos de mi empresa, es muy importante mi reputación―entonces no ande de pecaminoso.

―Si de algo sirve: no diré nada,  seré como una araña venenosa, silenciosa pero letal.

―Es la peor comparación que he escuchado en toda mi vida―declara.

― ¿enserió?  A mí me pareció épica―me encojo de hombros―, no diré nada ¿ok?

―gracias, puedes retirarte.

Después de salir de la oficina me dispuse a llamar a la pastelería y a la floristería para enviar los regalos a sus respectivas amantes, supongamos, en estos tiempos uno nunca sabe. El problema es que por ironías de destino… olvide para cual dirección es cada regalo.
Tranquila, supongo que no importa para quien sea el regalo, lo que vale es la intención.






Al día siguiente:

― ¿Qué hice qué?

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Espero que les guste, díganme ¿qué les parece? ¿que piensan de Abi? ¿Que no les gusta? Soy toda oídos. 😉😇

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⏰ Última actualización: Oct 04, 2019 ⏰

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