Prólogo.

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― Empecemos de nuevo ¿quiere?

Asentí ― si señor. ― debo mostrar mucha seriedad,  en estos juicios hay que ser profesionales.

― Señorita Lemus, usted se quedó hasta tarde ese día, y antes de irse se dirigió a los baños ¿verdad?

― sí, porque mi vejiga estaba a punto de explotar y no es nada bonito, así que fui al baño aunque ahora que lo pienso  tuve una maestra que decía «no se le dice baño porque baño es donde se bañan»  en toses yo le decía que el inodoro estaba a la par, fueron discusiones muy fuertes.  Después de esa pelea me enviaron con una psicóloga que luego renuncio, decían que había tenido un colapso nervioso lo cual no sé  por qué.

― no necesito detalles de su vida privada solo responda mis preguntas.

― eso será difícil porque tendría que hablar de mi vida privada y usted no quiere saberlo.

El abogado defensor se aflojaba su corbata mientras que el fiscal masajeaba su sien. Estoy empezando a creer que ambos quieren ahorcarme, resultados  de tomarme en cuenta señores,  acepten las consecuencias. La verdad es que llame quiero ir, no aguanto estar tanto tiempo sentada aqui, es muy incomodo solo tengo dos opciones fingir un ataque cardiaco o fingir amnecia temporal.

Ojala no hubiera venido, pero tengo que hacerlo por lo más importante en mi vida, si, lo digo por ti, mi amado internet.  Solo desearía viajar en el tiempo y regresar al día en que todo comenzo.
 

Ninguna como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora