Capítulo 3: Entrevista

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Después de mi semana de auto compasión por fin encontré la oportunidad de obtener una entrevista.

El edificio es un poco pequeño, paredes grises, una planta medio muerta a la izquierda, el escritorio de la secretaria junto a la puerta de la oficina del gerente y una pintura que me hace creer que un niño de tres años lo hiso y a la derecha cuatro sillas de plástico.
¿Saben en donde estoy yo? en la silla más incómoda del mundo, llevo sentada más de una hora y media, y sumándole el hecho de que gracias a mis nervios había bebido un litro de agua, mi desesperación esta aumentando.

Consejo gratis: Nunca. Nunca beban demasiada agua cuando se dirijan a una entrevista.

En estos momentos ruego por ir al baño, la desesperación me está matando y no soy dramática pero ¡creo que moriré!

Respira Abi, pronto iras al baño, piensa en otra cosa como: el océano, mares y ríos.

¿Enserió?

No quieres pensar en agua y eso es lo primero que se te viene a la mente.

Inhala... exhala... repite hasta que tus pulmones supliquen.
¡Hay mi espalda!

Deja de hacer eso, ya suplicaron demasiado los plumones, digo los pulmones, hay que corregir los errores ortográficos también en el cerebro.

¡Creo que moriré aquí!

La puerta de la oficina se abre, dando paso una deslumbrante chica rubia con una cinturita estrecha, ni siquiera se digna a mirar a su alrededor demostrando su perfección, en otras palabras "soy mejor que todos ustedes, inútiles".

―El siguiente―indica la secretaria, mi turno, me levanto de mi silla, con una vejiga suma mente llena y unas piernas escuálidas y temblorosas.
Puedo salir corriendo, estoy pensando en tomar esa decisión pero... mi orgullo me lo impide.

Maldito orgullo...

Entro y observo a un hombre sentado detrás del escritorio, de unos treinta años, moreno, no tan feo.

―Buenos días, siéntese por favor―tomo lugar en la silla que esta frente al escritorio.

―Buenos días―extiende su mano para pedir mi carpeta, se la entrego y sonrió con mucha amabilidad.

Respira ignora la presión Abigail.

―Señorita Lemus usted está aplicando para una plaza en el área de atención al cliente ¿Verdad?

―si

―Al parecer usted no posee experiencia laboral en ninguna área.

Sé que mentí, pero fue por una buena causa―La verdad es que me he dedicado a estudiar todo este tiempo―, cruzo los dedos para que me crea.

―Bien―escribe algo en mi carpeta―le hare algunas preguntas que espero conteste con toda honestidad.

Desde ahora en adelante diré la verdad, y nada más que la verdad.

― ¿Ha robado alguna vez?

Se sincera, Abi.

― No puedo mentir―suspiro―Si, siempre que visito a mis abuelos paternos, suelo robarles las bananas que esconden en uno de los gaveteros de la cocina―, es mi mayor pecado.

Creo que no se esperaba esa respuesta.

―Me refería a dinero.

―Entonces explíquese, porque si no, terminare confesándome con usted, y le aseguro que no querrá saber que paso en la última reunión familiar.

Ninguna como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora