1. Fugitivas

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4 de abril de 1164

Bosque Fyolus, al sur de Heliodor. Pequeños rayos de sol se filtraban entre los árboles cuyas hojas se balanceaban suavemente con la brisa vernal, luz que a su vez iluminaba débilmente las rocas cubiertas de musgo. Los pájaros cantaban agradables melodías que acompañaban el ritmo tranquilo del flujo de un arroyo cercano.

En el interior del bosque se encontraban dos chicas jóvenes, una de ellas de un rubio dorado que brillaba con los destellos de luz que el bosque dejaba pasar; de ojos azules y tez pálida, vistiendo un vestido corto blanco, algo sucio y desgastado, también unos guantes blancos en ambas manos. Su nombre es Feis. La joven a su lado, Nora, es su hermana, de pelo y ojos negros y brillantes como la obsidiana, de un tono de piel algo más oscuro que el de su hermana, poseedora de una belleza extraordinaria, vistiendo también un vestido blanco algo desgastado con unos guantes que cubrían sus manos. Las dos mantenían una conversación, Feis hablaba sonriente mientras Nora asentía poniendo los ojos en blanco. Tras un corto silencio, Feis, mirando a su alrededor, comenzó a hablar de nuevo:

- Quizás sea la primavera más hermosa que nuestros ojos hayan visto nunca -dijo emocionada, mientras se levantaba enérgicamente de una gran roca.

- Sería más hermosa si te callases y me ayudaras a encontrar algo para comer. -respondió Nora de forma seca mientras rebuscaba en unos arbustos.

- Pero hermanita, ¿por qué no te paras a disfrutar de tu alrededor: de los árboles, de las flores, de los pajarillos y su canción, de los...?

- Porque me dan igual. -interrumpió Nora sin dejar terminar a su hermana.

- Nunca he conseguido entender tu forma de vivir la vida, hermana. -dijo Feis agachando la cabeza- De seguro solo necesitas vivir algo que cambie tu visión del mundo, como un romance -sugirió con un tono picaresco tapándose la boca con la mano derecha.

- ¿Qué cualquier persona a la que toco muera no te parece suficiente para cambiar mi visión de la vida? -señaló Nora molesta- Nuestras vidas quedaron arruinadas el día que nacimos con esta maldición, Feis. Hemos vivido, vivimos y viviremos rodeadas de miseria mientras existamos. Piensa en que no podemos entrar a ninguna región del centro del reino sin que nos linchen en el proceso. Nuestra llegada a donde quiera que vayamos se ha convertido en un símbolo de mal augurio para sus habitantes. ¿Cómo quieres que vea mi vida, como algo maravilloso, y vivir así en una fantasía?

Feis abrió la boca dispuesta a replicarle, pero finalmente no dijo nada. Nora continuó:

- Siento si soy muy dura contigo, pero es la realidad, soy la mayor de las dos, aunque sea por poco, y mi deber es velar por tu seguridad. Te aseguro que ser realista es la mejor forma de hacerlo. Estamos muy cerca de Brudengärt, y está a punto de anochecer. Deberíamos acampar aquí y planear una forma de entrar sin que nos vean para conseguir algo de comida. Partiremos mañana.

- ¿Crees que saldrá bien? -dijo Feis mientras abrazaba cariñosamente a Nora.

- Eso espero hermanita, eso espero...

5 de abril de 1164

Antes de que las primeras luces del alba aparecieran las dos hermanas se encontraban en las puertas de Brudengärt, una gran ciudad sustentada por la ganadería, con muchas casas de piedra y grandes adoquines en las calzadas. Los abastos de carne se encontraban en el extremo norte de la ciudad, mientras que la puerta estaba en el otro extremo. Cada día, con la salida del sol, las puertas de la ciudad eran abiertas para dejar salir a los pastores que llevaban sus ovejas a pastar. Feis y Nora, escondidas tras unos arbustos, aprovecharían la reentrada de los pastores a la ciudad para mezclarse entre ellos y colarse.

Hijos del Amanecer [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora