Capitulo sesenta.

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Suspiró por tercera vez en lo que iba la hora. No podía evitar sentirse nervioso, Alya le había informado que tenían su celular, y por ende, tenían todas las conversaciones entre ellos, y sólo para sumarle más preocupación y nervios, había un infiltrado.

Estaba ansioso, la culpa le pesaba y eso le impedía acercarse a ver a Marinette en el hospital, pero tampoco podía ir y contarles todo, no podía ir y decirles el hecho de como Alya lo venía extorsionando, no cuando tenía pruebas que podían literalmente, lo ponían en una horrible situación.

No podía. Y sólo le quedaba resignarse a encontrar una solución mientras esperaba a su mejor amiga llegar a su casa, Kagami no debía de tardar en llegar.

Y él debía mantener la calma.

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