Lo Malo - 6

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NARRA LALI:

Dando el paseo con Peter era muy seguro, que se les padres me veían, me iban a retar. Y mucho.

Las normas del campamento, no solo eran para los chicos que estaban allí pasando el verano, supuestamente, yo, al ser la hija de los dueños, también tenía que cumplirlas. Y para mis padres supondría una vergüenza que yo, como hija de los dueños, no estuviera cumpliendo toda esa serie de normas.

Pero respiré hondo, y pese a que estuviera muy nerviosa, no di un paso atrás a la hora de acompañar a Peter para dar su paseo.

Alumbrados por su linterna, comenzamos a caminar por el caminito de piedras que atravesaba el bosque que había justo al lado de nuestra casa.

— ¿Todo este recinto forma parte del campamento?

— Sí. Dentro de las vallas, todo el terreno es del campamento. La verdad es que acá te pierdes, todo es enorme. yo lo conozco bien, vengo desde que era muy chiquitita y me sé todos los rincones.

— ¿Es todo de tus padres?

— Heredado, pero sí, es todo de mis padres. Era de mis abuelos, o mejor dicho, el terreno lo compraron mis bisabuelos paternos cuando llegaron de Italia, se quedaron a vivir acá, hasta que se trasladaron a la capital. Por eso, este lugar siempre fue para la familia una especie de resort de vacaciones, aunque ahora es un campamento.

— Ajá, y bueno, contame de vos — me dijo con voz tranquila.

— ¿Qué querés que te cuente? — le pregunté.

— No sé, por ejemplo, qué te gusta hacer.

— Me gusta bailar, me gusta leer....

— ¿Leer? — me interrumpió.

— Sí, me gusta leer. ¿Qué tiene de malo?

— Nada, a mí también me gusta leer de vez en cuando. Me entretengo. ¿Y qué tipo de libros te gusta leer?

— Las historias de amor y drama, los clásicos, las novelas de terror... Todo ese tipo de cosas. Excepto ciencia ficción, leo casi de todo.

— Aunque no lo parezca — sonrió —, a mí también me gustan los clásicos, y las novelas de terror. Stephen King es el mejor. ¿Te gusta?

— ¡Claro que me gusta! Es uno de los mejores escritores del siglo.

— Yo también opino lo mismo, la mayor parte de sus novelas son geniales, a veces, hay algunas que no las entiendo pero... Son muy misteriosas y aterradoras. Me encanta pasar miedo, ¿y a vos?

— Bueno, tener miedo no es uno de mis pasatiempos favoritos pero, me gustan ese tipo de novelas igual — sonreí —. ¿Te puedo preguntar algo?

— Decime — respondió.

— Es por lo de la música... ¿Por qué a tus papás no les gusta que hagas música? — le pregunté con un tono tierno —. No tiene nada de malo, creo que si fueras drogadicto o alcohólico sería mucho peor.

— Eso mi viejo no lo ve tan mal, mi vieja no lo sabe, pero muchas veces se junta con un amigo a... Ya sabés, temas de droga, en especial cocaína. En cambio, a mí me vio cantando una vez y se re enojó conmigo. Nunca puedo hacer lo que me gusta con esos dos tipos, a mi vieja solo la preocupa que vaya bien en los estudios, y nunca se preocupó ni siquiera de cómo eran mis notas. Simplemente habla con la profesora una vez al año, y si la profesora la dice que mis notas no están mal, ella se calma. El resto del año no se preocupa por nada, me ve agobiado en época de exámenes y la da igual... Y mi viejo es mucho peor. Simplemente quiere que herede la empresa familiar y listo. Solo quiere que triunfe, aunque no me guste lo que este haciendo. la mayor parte de los ricos son así con sus hijos.

— Los míos al contrario, no me dejan sola ni un momento, he perdido muchas amistades por estar obedeciéndoles. Son re densos, y muy conservadores. Todo lo tengo que hacer a su modo. Y si no les gusta como hago las cosas, me retan.

— Tenemos unos viejos horribles entonces.

— En verdad sí — dije, bajando la cabeza —. Me duele hablar mal de mis viejos, pero creo que podrían hacerlo mucho mejor, espero que cuando sea madre algún día, lo haga mejor que ellos y mis hijos no me odien.

— Yo también espero eso — me dijo con una sonrisa.

Su sonrisa provocó que yo sonriera.

— En verdad, me está haciendo bien el paseo, había tenido un día muy duro. Siempre, el primer día de campamento es duro. No me llevo especialmente bien con los chicos de acá, ya te digo, he discutido con casi todos por culpa de mis padres. Antes siempre íbamos juntos Candela, Eugenia y Pablo, pero luego ya, por culpa mía, bueno, en realidad culpa mía pero también de mis viejos, nos fuimos alejando. Con Candela me perdoné hoy, y espero que sigamos siendo tan buenas amigas como antes.

— Yo también lo espero... Y, bueno, a veces parece que soy un chico duro, pero si querés, vos y yo también podemos ser amigos.

Sonreí a medias:

— Bueno. Tenemos en común que nos gusta la música, y que nos gusta leer a Stephen King — dije riéndome.

— Sí, eso mismo — él también se rió.

— Si quieres podemos volver a vernos mañana por la noche. Por el día no suelo salir mucho, siempre estoy haciendo cosas en casa. Pero por la noche no tengo nada que hacer — propuse.

— De acuerdo, mañana por la noche volvemos a dar un paseo, y así te enseño un poco más de mi música. Emm... Te acompaño a casa.

— Sí, gracias.

— De nada — respondió él.

Peter y yo volvimos a casa. Durante el camino seguimos hablando de todas nuestras cosas, de nuestros gustos, del colegio y de la mala relación con nuestros viejos. 

Al llegar a la puerta me dio un beso en el cachete muy cariñoso:

— Descansa.

— Igualmente.

Y fue entonces cuando la luz del porche de mi casa se encendió. La puerta se abrió y yo instintivamente cerré los ojos...

Me esperaba lo peor.

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