Lo Malo - 16

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NARRA LALI:

Fue Candela la que se encargó de acompañarme a casa. El día había sido demasiado duro y la excursión a la montaña había quedado cancelada por el mero hecho de que Peter se había enojado, Agus también y Candela estaba a punto de matarlos a ambos.

Por lo que regresamos a casa y nos encerramos en mi cuarto. Mis padres también habían salido, supongo que hacer compras y arreglar papeles, o cosas por el estilo. Por lo que estábamos solas en casa.

Mi amiga me miró mordiéndose el labio. Sabía lo que iba a preguntarme, y sí, yo tampoco quería escuchar esa palabra que empezaba por "t". Al igual que tampoco quería escuchar la palabra que empezaba por "b".

— Lali... — comenzó.

— Si vas a preguntarme por...

— Debemos ser sinceras, Lali. ¿Te vas a hacer un test?

"Mierda" me dije a mi misma. Había dicho la palabra que empezaba por "t".

— No quiero hablar de eso en estos momentos. No quiero hacerme nada, ¡maldita sea! Necesito estar tranquila. Creo que el día de hoy ya ha superado todas las expectativas — dije cruzándome de brazos y sentándome en la cama —. Basta ya. Si no vas a dejarme tranquila con el tema, será mejor que te vayas, te lo digo en serio, Candela.

— Pero tenés que saber si estás o no... Lali, dale. No te enojes. No sos ni la primera ni la última chica en el mundo a la que la pasa esto. Es normal...

— ¿Lo has hecho con Agus? — la pregunté mientras seguía enojada.

— ¿Por qué me lo preguntas?

— Solo responde — la dije de mala gana.

— Sí — suspiró.

— Y se ha cuidado, ¿verdad? — la pregunté.

— Y sí, pero solo porque yo se lo dije. Y no sé a quién le pidió protección, pero lo hizo. Pero si yo no le hubiera dicho nada, no lo hubiera hecho, te lo digo en serio. Y tal vez, y solo tal vez, estaría en tu misma situación. Ahora mismo estás enojada con Peter, y te entiendo — dijo de forma sincera —. Obviamente que yo también lo estoy, pero...

— Candela, lo de hacerlo una vez, o dos, sin protección tiene un pase... — murmuré —. Pero más de eso es estar buscando un...

— Un bebé — dijo por mí —. Lo sé, Lali, lo sé. Pero, hay que tener paciencia, de verdad. Se te va a pasar, te lo digo en serio. Ahora mismo lo que más me preocupan son tus viejos. Ni se imaginan lo que has hecho con ese chico durante todo el verano, y mucho menos las consecuencias que todo eso puede llegar a tener...

— Antes de decirles algo, me largo de acá — dije con el mismo tono enojado que llevaba utilizando todo el día —. No quiero que sepan nada de esto, de verdad. Ya es suficiente la vergüenza el tener que estar así con mi edad como para decirles a mis padres que lo he hecho con el popular del campamento y que es muy probable que ahora sean abuelos. Cande, no es sencillo.

— Lo sé. Pero, ¿cómo que querés largarte de acá? No tenés plata, y Peter...

Me mordí el labio. Puede que yo estuviera demasiado vigilada por mis padres, pero la relación de Peter con sus progenitores era muy distinta a la mía. A ellos seguramente les daba igual que su hijo se llevara plata de la cuenta bancaria.

— ¿Qué narices estás tramando ? — me preguntó Candela sacándome de mis pensamientos.

— Que Peter tiene la solución a todo esto. Vamos a verlo...

— Pero, ¿no estabas enojada con él?

— Pero esto es urgente. Mis padres ejercen un control enorme sobre mí, pero para los padres de Peter, Peter es un nene que hace mucho tiempo se las sabe arreglar por sí mismo. No creo que tengan ningún problema en...

— Pero tal vez con su hijo de 17 años a punto de ser padre cambia la situación.

— O no. Si no les dice nada sobre el tema, no cambia nada.

Candela se pasó la mano por la cara:

— Cómo me metan en un lío, te juro que les asesino, a los dos...

— Tranquila, que seguro que Peter sabe como arreglar el asunto.

— Pero... Una cosa.

— ¿Qué? — la pregunté levantando una ceja.

— Antes de nada, hay que ir a la farmacia, a salir de dudas.

Suspiré hondo e hice un pequeño puchero:

— ¿Podés ir por mí?

— ¡Ni se te ocurra! —exclamó de mala gana.

— ¡Cande! ¡Por favor!

— No, ni hablar — dijo ella abriendo la puerta de mi cuarto.

Y entonces, ambas nos quedamos paralizadas. La puerta de la entrada de mi casa, también acababa de abrirse. Mis padres habían vuelto a casa.

-...-

NARRA PETER:

— ¿Qué narices pretendes hacer con un bebé, Lanzani? — Agus lleva recriminándome absolutamente todo lo que he hecho con Lali durante toda la tarde. Es como un disco rayado, no se calla ni un solo momento. Todo el rato retándome como si fuera mi viejo.

— Ya te he dicho que fue mi error, y que lo voy a asumir.

— Un bebé no es un simple error que te toca solucionar. Es una cosa a la que tenés que cuidar de por vida. Cuesta sacrificio, y también plata.

— Ya sé — le dije suspirando —. Ya sé todo lo que me estás contando, mierda, ¡Agus! En serio, pareces mi viejo.

— Tal vez si tu viejo te hubiera dado instrucciones de como cuidar a una mina, ahora mismo no estaríamos en esta situación. Y además, tenés tan poca madurez que has dejado a Lali sola con Candela, un padre no hace eso.

Lo miré mal:

— Punto número uno, la he dejado sola porque creo que necesita pensar un poco en todo lo que va a ocurrir si está embarazada. Punto número dos, la he dejado sola porque no te soportaba ni a vos ni a tu novia. Y punto número tres, no voy a dejar a Lali sola en esto, solamente que ahora creo que lo mejor es que esté con una amiga...

Agus revoleó los ojos:

— Así que con una amiga...

— Candela sabe sobre cosas de chicas, yo no. No sé qué hace un padre y qué no. Ellas han jugado con muñecas toda su infancia, seguramente sepan más que yo ahora mismo. Bueno, ahora mismo y con diez años seguramente sabían mejor que yo lo que era la paternidad.

— Estás muy perdido, amigo.

— No sé que hacer, ¿de acuerdo? No sé lo que es mejor, si seguir adelante, abortar, darlo en adopción...

— ¡Eh! ¿No dijiste de asumir tu error? — me preguntó Agus.

— Tal vez Lali no quiera asumir ese error que ha sido por mi culpa...

— La culpa es de los dos...

— Lali tenía menos idea de sexualidad que yo de paternidad, Agus, por Dios.

— Para ser tan virgencita...

— No sigas por ahí — le interrumpí —. Ni se te ocurra. Y ahora, vayamos a una farmacia, tengo que salir de dudas, bueno, Lali y yo tenemos que salir dudas.

— Y querés que te acompañe, ¿verdad?

— ¿Sos mi amigo o no?

Agus suspiró:

— Lo soy, en las buenas y en las malas.

— ¡Pues vamos!

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⏰ Última actualización: Mar 20, 2020 ⏰

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