Lo Malo - 9

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NARRA PETER:

Continué besando a Lali de una forma apasionada. Tímidamente, ella me seguía el beso. No quería zarparme, seguramente yo tenía mucha más experiencia que ella, así que debía ir con cuidado. Después de estarán buen rato besándonos, corté con un pico.

Ella suspiró, poniéndose un poco nerviosa:

— ¿He estado bien? — me preguntó con una media sonrisa.

— Por supuesto que sí — la respondí yo sonriendo para tranquilizarla —. Ha sido hermoso, tranquila.

— Gracias... Es la primera vez que bueno — me dijo poniéndose un poco más nerviosa —, que yo...

— No pasa nada, no pasa nada, ya está — yo ya sabía que era la primera vez que había besado a un chico, no hacía falta que me lo dijera, no quería que se sintiera peor —. Ha sido hermoso, a mí me ha encantado y espero que a vos también te haya gustado.

Ella asintió con la cabeza.

— Me alegro — la di un beso en la frente y la abracé fuerte —. Sos hermosa...

— Vos también sos muy lindo — ella me dio un beso en el cachete —. Gracias por cuidarme.

— A todas las mujeres hay que cuidarlas. Y vos Lali... Me gustas mucho, por eso debo cuidarte aún más.

— Bueno, la mujer también tiene que cuidar al hombre, eh... — me dijo ella riendo.

— Obvio — le di un pico —. Bueno, creo que lo del taller de cocina de los peques ya está listo. ¿Cuánto más va a durar este castigo? — la pregunté —. Porque los nenes chiquitos no me gustan nada en absoluto. Son muy densos, se mueven de un lado para otro, nunca se quedan quietos — suspiré.

— No sé... Supongo que una semana, o un par de semanas. Lo que quiera mi vieja, según vea. Pero bueno, al menos estamos juntos... Y eso es bueno, ¿no?

— Sí, claro que es bueno. Estamos juntos y vamos a aprovechar todo lo posible.

— Sí, pero vamos poco a poco.

— Vamos a la velocidad que vos quieras — la respondí dándola un beso en el cachete —. Vamos lento, vamos a velocidad media... Como vos desees, princesita.

Lali se rió:

— Gracias, lindo. Y por cierto, vos también fuiste un nene, así que hay que aguantarles. Además, los nenes dan mucho cariño y amor.

— Sí, y hoy dos casi se abren la cabeza con el pico de la mesa y otro casi se corta el dedo con las tijeras, pero sí, son muy lindos.

Lali volvió a reírse:

— Son chiquititos, tenés que tener paciencia.

— Es justo eso, no tengo paciencia para los nenes. Nunca tendría uno.

— Yo al contario, me gustaría tener tres o cuatro nenes.

— ¿Tres o cuatro? — la pregunté sorprendido —. ¿No te va más tener un perro y listo? Son como hijos y aprenden más rápido.

— ¡Bruto! — exclamó Lali pegándome suave en el hombro —. Pobrecitos, si los nenes son re tiernos.

— Ya te dije, no me gustan y no creo que cambie de opinión respecto al tema.

— Te aseguro que a las semana de estar castigados haciendo los talleres con ellos los vas a adorar.

— Yo digo que no, ¿nos apostamos algo?

— Lo que quieras.

— Si siguen sin gustarme me vas a deber 100 besos. Pero no besos cortos, ósea, no quiero picos, quiero besos besos.

— Bueno, 100 besos besos — aceptó Lali riéndose.

Y entonces sonó la alarma, era la hora de comenzar con las clases de cocina. Lali y yo no volveríamos a estar a solas hasta la noche.

-...-

NARRA LALI:

Cené y supuestamente me fui a dormir. A las 11, cuando mis padres estuvieran ya en la cama y durmiendo, volvería a escaparme, esta vez por la ventana. Cerrando la puerta por dentro, para que nadie pudiera entrar. Aunque lo pensé mejor, sería más seguro que fuera Peter el que viniera a casa y se quedará conmigo en mi cuarto. Podíamos hablar bajito y en el caso de que mi mamá entrara, Peter podía meterse debajo de mi cama y listo. Así que le escribí un mensaje: "Peter, cuando estés en la puerta, envíame un mensaje. Lo mejor es que esta vez nos quedemos en mi casa, mi vieja sospecha y no quiero que vuelva a retarnos."

Al rato Peter me respondió con un: "Okey."

Miré al reloj, eran las 10:30. Faltaba poco para que Peter viniera.

Ese verano, por fin estaba siendo diferente a los demás. Me notaba distinta, muy feliz. En dos días, Peter había conseguido lo que nunca nadie antes: hacerme feliz, darle un sentido a mi vida. Ahora no solo era estar con Peter, sino tener que ocultar algo a mis padres y al resto de compañeros. Era como un secreto, un misterio, una mentira de la que a cada momento estaba disfrutando.

Había que vivir todo esto al máximo. Peter me gustaba, había sido amor a primera vista y debía cuidarle para que no se fuera de mi lado. 

Y por fin, mientras pensaba y pensaba, llegaron las once. Puntual, Peter me mandó el mensaje de que estaba ya abajo y de que fuera a buscarle. Pero de repente, escuché pasos por dentro de mi casa. También escuché una especie de tos seca: era mi padre, estaba despierto.

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