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Me levanté al siguiente día más tarde de lo usual pues me encontraba bastante cansada por todo lo del día anterior, de verdad me había afectado el dormir a altas horas de la noche.

Bajé a desayunar como de costumbre pero no me encontraba del todo tranquila por el sueño de esa noche ya que había sido bastante extraño.

Había soñado con un joven de entre veintitrés y veinticinco años de edad. Me estaba sosteniendo mientras la lluvia mojaba su cabello negro y mostraba una expresión de dolor y angustia. Sus ojos eran de un color negro profundo y brillaban más de lo que alguna vez hubiera visto en una persona. Al voltear a verme a mí misma, estaba con las manos ensangrentadas y con lo que parecían ser heridas de bala en mi costado, además de tener un tipo de bandera rodeando mi cuerpo. No podía recordar nada más aparte de esa escena tan depresiva.

No entendía quién era ese joven ni tampoco por qué estaba llorando y yo sangrando. Tal vez había sido alguien que vi por casualidad en algún momento y mi mente lo recicló y lo usó en aquel sueño.
Decidí quedarme con ese pensamiento y me senté en la mesa mientras comía un pan de dulce con una taza de café con leche.

Prendí mi teléfono y entré a ver qué tanto tenía en mis notificaciones y mensajes de spam, entre ellas estaba la recomendación del debate que se había tenido sobre los androides y los sentimientos. Me puse los audífonos y puse el debate mientras continuaba comiendo.

Hubo un momento en el que puse más atención de lo usual, fue la participación del señor Knight, el actual dueño de la empresa creadora de los androides, "Knight's".

-"Cosas como las máquinas tienen un corazón de cierta manera que no necesariamente es uno de carne como el de los humanos así que, como experto, podría decir que no es del todo imposible que los androides creen algo parecido a los sentimientos que tenemos los seres humanos. Claro que no serían más que un mero error de su sistema".

Me quedé un tanto impactada tras escuchar eso pues ya no era tan estúpido pensar que un robot podría sentir algo una vez que fue confirmado por su creador.

Más preguntas comenzaron a invadir mi mente, ¿qué tanta probabilidad había de que pasara?, ¿se aprobaría el matrimonio máquina-humano? ¿estas parejas podrían adoptar niños? Siempre había sido de esas personas que piensan demasiado, tal vez por eso me era difícil encontrar una posible relación amorosa. A ningún chico de mi edad le gusta las chicas que piensan demasiado.

Escuché que mi padre me llamaba desde el taller e inmediatamente me puse tensa. Cabía la posibilidad de que ya hubiera encontrado aquellas piezas y ya lo hubiera comenzado a armar. No soy egoísta pero yo quería hacer una obra propia desde cero por una vez en mi corta vida. Tomé lo que restaba del café y fui casi corriendo al taller para ver qué necesitaba.

Me alivié al ver que no había ni siquiera tocado la caja de las piezas o, si lo había hecho, no las había sacado para armarlo.
Papá estaba en la mesa de reparaciones con un nuevo robot con el cráneo abierto, parece que era un androide para trabajos pesados por el material que se dejaba ver a simple vista. Al parecer notó mi presencia y comenzó a hablar.

-Tengo que salir con tu madre de imprevisto a Estados Unidos para ir con tu tía, ¿podrías encargarte al menos una semana del taller?

No pude procesar correctamente lo que estaba diciendo. Se iban a ir así de repente durante una semana y me iba a dejar a mí sola encargada de todo esto. Mi hermano podría ayudarme pero digamos que no compartíamos el estilo de trabajo así que se convertiría todo en un campo de batalla de tuercas y pedazos de plástico.
Tragué saliva y al fin me salieron las palabras.

-¡¿Pero por qué se van a ir tan de repente?! ¡no puedo encargarme de todo yo sola!

-Tienes a Adán, seguramente te va a ayudar.

Corazón de CarneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora