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Enero 15, 2018.

Querido Tao:

No quería escribir esta carta, porque no quiero recordar el final... Es extraño porque te he estado escribiendo estas cartas desde que sentí la primera chispa por ti y luego, un año después, decidí continuar con ello.

Te he escrito una cada día sin falta durante casi una semana, pero cuando he llegado a esta parte me he negado a recordar, me he impedido a mí misma escribir sobre esto por tres días seguidos, intentando no revivir aquel episodio oscuro en el que yo misma nos empuje y que nos causó tanto dolor. Sin embargo, no he parado de recordar y pensar en ello durante las tres largas noches, reflexionando acerca de todo hasta que al final he decidido hacerlo, porque me debo a mi misma el cierre tanto como te lo debo a ti.

El día que rompimos, bueno... el día que decidimos dar por terminado aquello que habíamos... diablos, es difícil describirlo porque no teníamos una relación, al menos no la típica; no éramos novios. Pero había algo, teníamos un no sé qué, una especie de compromiso, de conexión, exclusividad, y ese vínculo ubicado entre las figuras de amigos y novios en el que estuvimos por alrededor de tres meses había significado algo importante para los dos. Así que cuando decidimos detener el tren e ir cada quien por su lado, se sintió como una ruptura y pese a lo que pudiste llegar a creer, me dolió como el infierno.

No recuerdo que día de la semana fue, ni el momento del día en el que sucedió, porque es un recuerdo que he estado bloqueando en mi cabeza por mucho tiempo. Solo puedo verme en la habitación de mi cuarto, escribiéndote aquellas palabras, enviándote todos esos mensajes que nos separaron.

Recuerdo que me habías invitado a pasar la tarde en un parque, tu plan era tener un picnic similar al que tuvieron los personajes de mi libro favorito, Hazel y Gus, pero por alguna razón me imagine algo totalmente diferente y decidí decirte que no, te dije que los parques eran aburridos y clichés, que yo no era una chica de esos planes, que mejor hiciéramos algo más original.

Ha sido lo más estúpido que he dicho, tanto así que aquel día te había escrito para decirte que había cambiado de opinión sobre la idea del parque. Sin embargo, lo que tengo de recuerdo, es esta imagen de mí un poco molesta, después de haber mantenido una larga reflexión diciéndote:

Creo que esto no está funcionando... Nos prometimos intentarlo, te prometí hacerlo y tú prometiste ser paciente, pero nuestras palabras han ido más allá de nuestras acciones. Siento que he logrado desarrollar un cariño muy especial hacia ti y que probablemente siempre lo tendré, pero me sigo encontrando perdida a la hora de interpretar mis sentimientos hacia ti. Y está este abismo de diferencias que han empezado a separarnos, como nuestras distintas maneras de pensar, de ser, de expresarnos, las metas que tenemos a futuro; tú quieres formar una familia y yo no me veo casada ni con hijos, me veo viajando y explorando el mundo, nuestras maneras tan distintas de concebir el mundo y las personas que nos rodean, que nos apartan el uno del otro. Y encima está la crianza que tuvimos y que nos ayudó a ser parte de lo que somos, y todo ese mundo de miedos e inseguridades que llevamos dentro y que no nos permiten acercarnos o entendernos como quisiéramos. Como te lo dije en aquella carta, estoy tan llena de miedos e inseguridades que lo más seguro es que te lastime al dejarte estar a mi lado. No sé cómo ser romántica, no sé cómo soltarme... Te lo advertí y no me hiciste caso, soy una mujer extremadamente difícil de amar, como una fuente de agua secreta protegida con un complejo campo minado, así es como me veo a mi misma y no quiero lastimarte más de lo que probablemente lo estoy haciendo ahora.

Tú me has demostrado tanto y yo no he podido devolverte lo mismo, y no te mereces eso, te mereces más, te mereces a una persona que te amé con la misma intensidad con la que tú lo haces y no a medias y de una forma tan torpe como lo hago yo. Tenías razón cuando me dijiste que no me podías esperar toda la vida, así que ahora quiero dejarte ir, aunque me duela, pero sé que es lo mejor, porque mientras yo descubro si te amo o no tú pierdes oportunidades y tiempo, y ninguna de las dos cosas son recuperables en esta vida.

Con amor, Hayley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora