capitulo 1

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Estaba por partir a mí trabajo, mirándome por última vez al espejo y pensando en las pocas ganas que tenía de ir, eran las 7:30 de la mañana y estaba tan adormilada que no tenía  ganas de hablar con nadie que no fuera mi almohada, aún así salí de mi casa.
Ya tenía seis meses trabajando en un McDonald's como encargada, y la verdad era muy agitado tratar con clientes todo el día, y es que la gente podía llegar ser muy grosera, tanto que estaba pensando en presentar mi renuncia y buscar trabajo en otro lado.
Era sábado y era la primera vez que abría sola la sucursal en fin de semana, así que estaba muy nerviosa, pero cuando llegue, me di a la tarea de revisar el horario y repartir a la gente con la que contaba en las diferentes estaciones de preparación de la comida, conté el dinero que le daba a los cajeros para comenzar sus ventas, y los deposite en sus respectivas cajas.
Cuando por fin fue el momento de abrir las puertas a los clientes me di cuenta de que ningún cajero había llegado aún, así que me dispuse a cobrar yo misma. Hice un par de transacciones cuando mi cajón no abrió, sentí pánico, la caja se había quedado cerrada con dinero adentró, y yo no podía abrirla, en eso entro un cliente y sentí como mi estómago comenzaba a hormiguear, pues no podía abrir turno en otra máquina y por más que intentaba mi estúpida caja no abría, está tratando de calmarme mientras de pedía disculpas al cliente por la tardanza en atenderle, cuando levante mi vista y vi a una de mis chicas entrar, su nombre era Ino, era una mujer muy bonita, con su cabello largo y rubio, grandes orbes grises y una cintura diminuta.
-Buenos días Sakura - me dijo, ignorando el echo de que estaba teniendo problemas.
-Que bueno que llegas Ino, hazme un favor y habré caja para que atiendas al señor, que mi caja está atorada y no puedo abrirla.
Ella corrió rápidamente a su caja, tanto que no se había recogido el cabello por la urgencia.
Cuando los clientes que estaban formados se fueron, me quedé decepcionada, pensando en como le iba a hacer para sacar el dinero que había adentró, ya había intentado todo lo que se me había ocurrido y nada tenía éxito, incluso Ino había intentado ayudarme, pero de nada había servido, estaba comenzando a estresar me mucho y a sentir que era un desastre como encargada, no quería llamar al gerente, querría poder resolverlo yo misma.
-Buenos días - me dijo alguien con una voz gruesa y profunda. Al girarme vi lo que tanto me temia, era Sasuke, el chico que había entrado la semana pasada. El era un hombre muy extraño, no hablaba demasiado y cuando lo hacía, era para soltar algún comentario ególatra de si mismo, en realidad no me agrada mucho.
-Buenos días Sasuke - le dije malhumorada.
El no me miró más, se hacerlo a su caja y contó su fondo, Ino se acercó de nuevo a mi y me miró con pena - No creo que esa cosa abra ¿Sabes? - me dijo.
-Eso no ayuda Ino, tiene que abrir, hay dinero adentro ¿Como voy a sacarlo? O peor aún, ¿Cómo va a cobrar el cajero de la tarde? - estába tan enojada que sentía que lloraría, entonces fue cuando Sasuke se acercó.
-¿Querés ayuda? - preguntó y yo pensé, "por supuesto que sí, que no estás viendo mi situación?" Pero en lugar de ello, solo asentí con la cabeza.
El se metió debajo del mostrador y me pidió que le pasará un destornillador. Me fui corriendo a la bodega en donde guardan todos los productos de limpieza y tome la caja de herramientas que había ahí, cuando se lo lleve me pidió que le alumbrará con el celular y sostuviera la caja, cuando menos lo pensé, la caja ya estaba abierta. La había des armado y armado en diez minutos, rescatando mi horrible y devastadora apertura.
Se levantó se sacudió el polvo y me dijo "listo" como si hubiera sido la cosas más insignificante que hubiera echo en su día, pero para mí había sido solidaridad, y eso me había ganado. Desde ese día, comencé a ver a Sasuke como mi salvador, un hombre con el que podía contar si tenía problemas técnicos, por así decirlo, no lo había notado ni una vez hasta ese día, pero a partir de ese momento, no pude quitarle los ojos de ensima. Sabía que era una pésima idea notarlo, porque yo era encargada y el un simple empleado, pero ya era tarde para ello.

Lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora