Capítulo II: El hombre del gafete.

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Me levanté y me di un baño para después salir de ahí y vestirme: me puse una camisa blanca con rayas negras, unos jeans y después unos Converse grises.

Me peiné haciendo mi cabello blanco para un lado, y después desayuné.
Salí de mi departamento y me dirigí a la universidad.

Las clases pasaron normales, como siempre. Y, después de que terminaron las clases, me dirigí a la biblioteca.

-Hola de nuevo, Wenn-dijo Kennie viéndome entrar.

-Hola, Kennie, ¿cómo estás?-pregunté.

-Bien, ¿y tú?-respondió con un ligera sonrisa.

-Bien. Bueno, tengo que ir a estudiar, la próxima semana inician los exámenes. Nos vemos, mi Omega-guiñé el ojo derecho cuando mencioné la última frase. Ella y yo siempre nos llevábamos así. Era un juego que yo inicié.

-Nos vemos..., mi Alfa-una suave y delicada sonrisa se mostró en su rostro: ella siempre sonreía de esa manera. Sin duda, su verdadera Alfa tuvo una gran suerte de encontrar a una Omega así. La envidio.

Hoy el lugar no estaba tan lleno, así que sí había uno que otro lugar. Me senté en un lugar retirado de la demás gente; si iba a estudiar, preferiría hacerlo solo, así nadie me molestaba...
O eso creía.

Estaba empezando a leer cuando de repente un Alfa se sentó al lado mío (supe que era un Alfa por el olor), así que volteé a verlo discretamente para saber de quién se trataba y me dí cuenta de que era el mismo hombre que la vez pasada: aquel hombre misterioso, rudo y sexy.

Intenté ignorarlo pero la intriga de saber el porqué se sentó a un lado mío teniendo demasiados lugares libres (no muchos) me mataba.

-Ejem-intenté llamar la atención de aquel Alfa pero no pude lograrlo-. Disculpa.

Aquel Alfa volteó a verme en el momento de una difícil decisión de saber si ignorarme o no. Parecía molesto.

-¿Se te ofrece algo?-respondió, con su mirada fulminante bien puesta en mí.

Un frappé, por favor, pensé.

-Bueno, solamente quería saber el por qué te sentaste a mi lado.

-¿Hay algún problema con eso?

-Bueno no, o sí, quizá. Es que tienes muchos otros lugares y te sientas justamente a mi lado y estoy...

-¿Y eso a mí qué? Yo me siento en donde se me dé la gana y si tienes algún problema con eso será mejor que te calles si no quieres una paliza-su voz sonaba potente y asustaría a cualquier Omega, Beta e incluso a un Alfa que se le interpusiera.

Por suerte, a mí no me intimidaba, además de que yo era un Alfa al igual que él (y uno más fuerte). Yo también tenía una voz potente, solo que no solía utilizarla ya que una vez hice que 5 Omegas empezaran a llorar y a tenerme miedo, incluída mi madre.

-Escucha, no quiero problemas, es solo que...

-Si no quieres problemas entonces mejor no hables-mencionó una vez me interrumpió; joder, sí que estaba a punto de romperle los huesos a ese Alfa. ¡Pero qué rabia!
Iba a levantarme y a desafiarlo pero su celular sonó y rápidamente contestó.

-¿Sí?-pausa-. Está bien-pausa-. Voy para allá-guardó su celular en su bolsillo y rápidamente guardó sus cosas, aunque no era mucho; una vez se puso su morral de piel, se levantó de su asiento y se fue de aquel lugar, dejando a su paso su gafete, que se le calló al momento de levantarse.
Cuando me di cuenta de que aquel Alfa no se había percatado de que se le había caído su gafete y que se fue así nada mas, decidí agarrarlo e ir detrás de él.

Salí corriendo a la calle y giré a todas partes en busca de su presencia, pero al parecer ya se había ido, así que decidí regresar a mi lugar y seguir haciendo mis deberes.

Mañana, sin duda, le regresaría su gafete. O podría quedármelo por haberme hablado de esa manera.
Nadie sabe cómo soy cuando me enojo.

Después de todo soy un Alfa.

Alguien más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora