Capítulo VII: Paz.

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-¿Estás bien?-le pregunté a Zen una vez estuvimos en mi casa y lo dejaba en el sofá.

-S...sí, gracias-se veía que no lo estaba. Estaba temblando, asustado y no quería creer en nadie, pero....me tenía a mí.

-Está bien-posé mi mano en su hombro derecho-, ya pasó, estoy aquí, ¿sí?. Te traeré un té-me levanté y empecé a preparar lo que le prometí.

-Sí-casi en un susurro se dedicó a decir eso, pero pude escucharlo. Los alfas teníamos buenos oídos.

Me apoyé en la barra que estaba en la cocina y apreté mis puños. Había fallado, le había fallado. Creía que no iba a pasar nada, le prometí que lo iba a cuidar, que todo iba a estar bien, pero...Joder, no. No pude cumplir mi promesa, soy...una mierda de Alfa.

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-¿Qué es lo que ha pasado?-preguntó el Director de la universidad.

-Fue solo otro Omega, nada importante-mencionó John para después voltearse e irse de ahí, no sin antes poner su mano izquierda en el hombro izquierdo del Director-. Simplemente...fue una pareja-susurró para después marcharse.

El director suspiró para después mencionar unas palabras para los demás:

-Muy bien ya fue suficiente, ahora a sus salones, ya-todos los Alfas asintieron y se fueron de ahí, dejando al director solo-. Una pareja, eh-y así, se marchó de aquel lugar para después llegar a su oficina.

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-Sí mamá, estoy bien-pausa-. sí, Wenn me salvó, aquí estoy-sonrió para dar sus últimas palabras-. Adiós, yo igual-colgó el teléfono.

-¿Y bien? ¿Ya te vas?-pregunté.

-Sí, tengo que irme-dijo.

-Está bien, yo te llevo-agarré mis llaves y mi saco para después dirigirme hacia la puerta del auto y abrir la del conductor-. Vamos.

Obtuve una respuesta de aquel Omega con un "sí" y una sonrisa. Sin duda Zen era hermoso con esa sonrisa.

Cuando dejé a Zen en su casa decidí ir a dar un paseo por el parque. Ya estaba oscureciendo, el sol se estaba ocultando y podía ver los hermoso  colores del cielo: de naranja, morado, azul y rosa.
Sin duda eran bellísimos.
Me senté en una banca que se encontraba enfrente del río y atrás del camino de grava por donde paseaban las personas. La vista era hermosa. Había un camino de hojas rojas y amarillas formado por el viento que soplaba con gran ímpetu que hacía caer las hojas de los árboles que estaban a los lados del camino de grava, acompañando el seguimiento de esta última.
Podía sentir el viento pegar en mi cara, tenía frío pero gracias a mi grande gabardina que tenía encima mío y mis guantes de piel, no dejaban pasar tanto aire como para congelarme.

Estuve un rato ahí, pero de repente escuché unos pasos acercarse (gracias a la grava) hacia mí. Aunque no estaba seguro de si se dirigían hacia mí, pues el camino se extendía a lo largo del parque y pasaba por enfrente de las bancas. Pero cuando lo vi de cerca, pude ver que era...

¿¡John!?, pensé.

-Así que aquí estabas, eh-dijo una vez se acercó hasta mí, quedando enfrente de mí, obteniendo una diferencia de estaturas. Lo miré atentamente a sus hermosos ojos azules que me estaban penetrando. Podía ver su hermosa cara. Sin duda era perfecto para ser un modelo, era sexy.
Nos quedamos por unos segundos mirándonos y solo se escuchaba el viento y las hojas caerse, hasta que decidí hablar.

-¿Qué quieres?-lo miré fijamente.

-¿No es obvio?-se acercó más a mi rostro haciendo que pudiera sentir su respiración en mi cara. Podía ver que su piel se veía tan suave, fina y blanca; sus hermosos ojos eran de un depredador sin piedad; su nariz estaba perfectamente aliniada y delgada; sus cachetes se veían tan suaves y casi rojos; sus cejas delineadas eran perfectas que parecía como si se hubiera maquillado; Y no podían faltar sus labios. Oh Dios, esos labios color carmesí y delineados a la perfección estaban reflejando una hermosa sonrisa que sería incapaz de olvidar. Ese Alfa era tan sexy.
Apoyó sus brazos (uno de cada lado de mi cabeza) sobre la banca para apoyarse y, en ese momento, me llegó un olor a fresas: un olor tan peculiar pero este era...distinto, no fastidiaba. Quería más de ese olor, me ponía loco. Me embriagaba.

Quiero más. Mate, Mate, Decía mi lobo interior.

Tragué saliva en busca de controlarme y tuve la osadía de preguntarle algo:

-¿Qué es lo que quieres exactamente?

-A tí- y así, nos undimos en un beso tan apasionado mientras que yo habría los ojos tanto en expresión de sorpresa. Estaba atónito-. Abre tu boca, Wenn- ¿Cómo sabe mi nombre?, pensé. Por unos segundos decidí no hacerle caso, pero...me llegó ese olor tan embriagador que no pude resistirme, así que abrí lentamente mi boca y cuando la abrí un poco no esperó demasiado John para entrar y penetrar mi boca con su lengua: exploraba cada parte de mi boca, podía sentir lo cálido que era su boca. Él tenía el control de aquel juego sin fin. Podía escuchar cada sonido que salía de nuestros labios al besarse.

Besaba tan bien.

Más, más, más, espetaba a gritos mi lobo interior.

No podía creer lo que estaba pasando. Mi Mate era un Alfa y no una Omega como hubiera deseado. Pero él...Oh, me ponía jodidamente excitante. Un Alfa se estaba excitando por el beso de otro Alfa, ¿lo pueden creer?

-Mm...-pude sacar un sonido pequeño. Estaba en  busca de más, no podía perder a mi Mate, lo necesitaba. Me prometí a mí mismo que aceptaría a mi Mate tal y como era. Ahora era mío.

Me empezó a jalar y en un rápido movimiento yo estaba encima de él y él estaba sentado (dejando que yo tuviera mis piernas a los costados de las suyas). Todavía nos seguíamos besando, hasta que nos separamos por la falta de aire.

-Ah-dije cuando por fin pude respirar, y un hilo de saliva nos siguió uniendo, pero después se quitó.

-Mm..., besas bien..., bebé-me guiñó el ojo.

-No soy un bebé-mencioné para después levantarme pero antes de, me agarró del brazo y me atrajo más hacia él, agarrándome de la cintura-. Suéltame.

-No. Ahora...-se acercó a mi oído-, eres mío.

Alguien más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora