Era invierno.Su marido había salido por un viaje de negocios y sus hijos a excepción de nuestro bebé se quedaron con sus abuelos paternos por las vacaciones.
- ¡Mmm! ____-ah - Sostuve sus senos con mis manos mientras daba las últimas embestidas
-EunBi-ah - terminamos juntas.
Salí de ella lentamente, y dejé besos en su espalda. Se recostó en la cama y me atrajo hacia ella para seguir besándonos.
-Mmm espera, deja me deshago de esto- me senté sobre mis piernas y quité el condón de mí, no queríamos otro bebé.
Me recosté a su lado y ella se recostó sobre mi pecho.
- EunBi-ah
- ¿Mm?
-Te amo
-Te amo más
Íbamos a dormir, pero el monitor mostraba a Minho llorando.
-Yo voy -salí de la cama.
-No, yo iré -salió de la cama y se puso una bata - seguro tiene hambre, ya vengo- se inclinó y dejo un beso en mis labios.
Nuestra relación se había tornado un tanto compleja, pero era suficiente para ambas. Me había convertido en su amante.
A veces moría por decirle a mis allegados quien me traía vuelta loca. Pero era arriesgado hacerlo.
Todo marchaba bien, EunBi no me exigía nada y a mí no me molestaba el hecho de que estuviera casada. Si, pasábamos poco tiempo juntas y no como una relación convencional, pero podía estar con ella.
EunBi no era cercana a su familia, rara vez sabían de ella. Ni siquiera conocían bien al pequeño Minho. Odiaba pasar festividades navideñas con mi familia, el drama siempre estaba presente a la hora de la cena.
Por tal decidimos pasar navidad en una cabaña que EunBi había adquirido no hace mucho. El plan era regresar antes de que llegaran su esposo e hijos.
Llevaba una semana junto a ella y Minho, ignorando todos los prejuicios y creando nuestro propio mundo, vivíamos como una familia. Podía abrazarla mientras cocinaba, jugaba con mi pequeño hijo y hacíamos el amor sin miedo a que nos descubrieran.
Me encontraba jugando cerca del lago con Minho, hacia bolas de nieve para él. Sin terminar este corto viaje ya habíamos planeado el siguiente. Me emocionaba poder enseñarle en verano los pequeños botes a control remoto que había comprado para jugar con ellos en el lago.
- ¡No, Irene espera! - reconocí a EunBi gritando.
Un ardor recorrió mi mejilla, su hermana mayor había estampado su mano en mi rostro.
- ¡Que poca vergüenza tuvieron! - Irene fruncía el ceño a más no poder.
Su esposa Seulgi, paso a lado de EunBi e Irene y se puso de cuclillas frente a Minho. Sacó un carrito de su bolsillo y se lo dio a mi hijo. Despistandolo con el juguete que cargaba nieve lo observo de pies a cabeza.
-Es igual a ____ - acarició la mejilla de Minho.
Escuche a EunBi acercarse, en su mejilla también estaba el sello de la mano de su hermana. Sin dudarlo me acerque a ella para asegurarme que estuviera bien, pero nada lo estaría a partir de ese momento.
-¿Estas bien?- ahueque su rostro entre mis manos y sobé la marca roja de su mejilla.
EunBi ya estaba llorando, sabía que nuestro pequeño mundo de fantasía había sido invadido.