I can't let go » kth + ksj

Treinta

Advertencia: contenido sexual explícito.

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❝ Ahora pienso que todas las cosas son mortales y mortales sin ley fija ❞

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Jin se dejó abrazar por atrás por Taehyung, mientras ambos escuchaban música, sentados en el piso tranquilamente, en la sala del apartamento del menor. Allá afuera había una nevada terrible y ninguno de los dos había ido al trabajo debido a ello, y no parecía que lo harían al día siguiente, pues los pronósticos no eran muy buenos. Por esa razón se había ido a refugiar a su hogar, porque por más ridículo que pareciera, no quería dejar de verlo por esos días, además de que definitivamente no quería estar solo y encerrado en lo que él mal clima pasaba. Así que ahí estaban los dos, en esa tarde de invierno, disfrutando del paso de las horas con nada más que la compañía mutua.

—En Daegu caían nevadas así todo el tiempo, cuando era pequeño —el menor le contaba, mientras observaban por la ventana a la nieve caer—. Las clases se cancelaban y entonces mi mamá armaba un fuerte de sábanas en la sala, me daba un vaso de leche caliente, y me contaba historias después.

Jin sonrió enternecido, imaginándose a Taehyung de pequeño, únicamente con la compañía de su mamá después de que su padre falleciera. El menor no hablaba tanto de su infancia y juventud, pero las pocas veces que se abría a él, lo hacía con una sonrisa en su rostro. Jin esperaba poder hablar así de Namjoon algún día, recordando todos esos momentos maravillosos, para poder contarle al mundo entero de ese amor tan increíble que había sido tan afortunado de tener.

—Tu mamá suena increíble —admitió—. Estoy seguro de que en Daegu hace mucho más frío que aquí.

—Ya no lo recuerdo tan bien —admitió Taehyung por su parte—, pero sí, mi mamá era increíble, mis recuerdos de esos días son muy bonitos... pero creo que estar aquí contigo, hyung, es mucho mejor.

Jin negó rápidamente con la cabeza, pero Taehyung no lo dejó hacerlo por mucho, porque atacó su cuello por atrás, plantando varios besos suaves ahí, haciéndole cosquillas inevitablemente.

—Ah, estoy tan feliz —murmuró una vez que su risa cesó y se hizo hacia atrás, recargándose por completo en el pecho del menor.

Se había convertido en una especie de costumbre entre ellos decir en voz alta cómo se sentían en todo momento. La mayoría de las veces eran sentimientos y emociones positivas, aunque a veces, todavía aparecía lo negativo, pero definitivamente aquello había ido en decadencia.

Jin de verdad había estado pasando unas semanas llenas de sonrisas y todo se debía al menor: sus salidas, sus besos, sus dulces palabras... simplemente todo lo hacía muy feliz.

Estaba descubriendo un nuevo amor y se sorprendía con cada cosa nueva que Taehyung iba despertando en él.

—¿Taehyung? —lo llamó y el menor lo volteó a ver con sus lentes redondos resbalando ligeramente del puente de su nariz—. Bésame —pidió en un murmuro, y este no tardó en obedecerlo.

Los besos de Taehyung siempre se sentían diferentes, pero siempre eran igual de mágicos. El menor lo sostuvo por su nuca y lo acercó para poder besarlo, a pesar de que estaban en una posición muy incómoda para hacer eso. Jin se derretía al sentir sus lenguas encontrarse y sentir las suaves caricias que Taehyung dejaba con su mano en su nuca, en sus mejillas, en su barbilla y hasta el último en su cuello.