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Jiyong caminaba lentamente hacia el local en donde ahora Joong- Ki se encontraba. Era un restaurant pequeño y elegante en el cual no se podía conseguir reserva si eras una persona denominada común.
Por eso mismo dentro de este no ocurrían cosas comunes.

Apretaba sus puños constantemente tratando de drenar su ansiedad ante la inminente posibilidad de tener que trazar más de una palabra con aquel hombre que en su pasado lo habia hecho sufrir tanto.

A pesar de haber tenido que pasar por una revisión general, ninguno de los guardias del hombre se atrevió a tocar la caja que llevaba el pelinaranjo en sus manos, como presintiendo de alguna manera la tragedia que yacía dentro de ella.

Era una noche fría y no había pasado mucho desde el incidente con la madre de Seokjin, aún así podia sentir los gritos de la mujer en su cabeza...tan parecidos a los de su madre en sus últimos momentos.

Decidió que no dejaría que aquellos últimos recuerdos lo desviaran de su objetivo y continuó por un largo pasillo hasta traspasar una cortina que suplía la función de una puerta.

Tras ella se dejó ver un lugar elegante de paredes en una tonalidad blanco pastel y cortinas de un burdeo profundo. La mesas eran de mármol tan pulcro como el traje del hombre que estaba sentado en la única mesa del lugar junto a una silla de acompañamiento.

Joong-Ki miraba hacia el frente a un lugar en específico mientras con una mano sostenía una copa de vino cerca de sus labios.

Cuando sintió la presencia de su invitado sonrió levemente y llevó el líquido a sus labios probando tentativamente su sabor.

Jiyong intentó tragar la opresión que sentía en su garganta y los nervios que ahora brotaban de todo su sistema. Pensó que tal vez no era buena idea que él estuviera ahí pero debía obedecer al loco más manipulable que tuviera cerca, es decir, Jennie.

Avanzó con pasos elegantes hacia la mesa y se posó frente a la silla vacía del lugar.

El contrario dejó su copa lentamente sobre la mesa para luego dirigir su mirada a los ojos de su invitado.

El placer llegó a su cuerpo al notar como el pelinaranjo aún lo miraba con aquellos ojos tan sumisos aunque luchara por disimularlo. Le sonrió de manera comprensiva e hizo un gesto invitándolo a sentarse.

El aludido obedeció a la orden implícita para acomodarse bien intentando ordenar las ideas en su cabeza.

-Buenas noches Park. Supe que eres el encargado de entregar el regalo del que tanto Jennie me presumió hace poco. Se oía tan emocionada que no pude evitar sentirme de la misma manera. Que tienes para mostrarme pequeño.-

Jiyong apretó su mandíbula con rabia. Estaba manipulándolo de la misma manera en que lo hacia antes, tratando de hacerlo sentir inferior y manejable.
Lo peor de todo es que lo estaba logrando.

Se irguió en su puesto de la antigua pose encogida y temerosa en la que su cuerpo se encontraba inconscientemente y miró al hombre intimidante frente a él, tragando cualquier tipo de miedo.

- Kim...-Lamió sus labios lentamente y respiró acompasando su corazón.- Cuanto tiempo.-

Ambos sonrieron ante la tensión incipiente de sus ojos intentando dominar al otro.

-Así es, pero me alegra saber que algunas cosas no cambian Jiyong.- expresó mientras cruzaba sus dedos sobre la mesa y se inclinaba ligeramente sobre esta.
-Ahora, qué tienes para mi.-

El contrario apretó con fuerza la caja entre sus manos para luego colocarla sobre la superficie y lentamente arrastrarla hacia el hombre.

-Jennie quería recordarte que bajo ninguna circunstancia, favorable o no, se te ocurra traicionarla.-

Dulce Secreto🗝 (Nammin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora