Capítulo 11. - Primera Oportunidad.

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— Tengo que ir a la recepción del hospital para tramitar mi ingreso. — Rezongó Natalia mientras recargaba su cabeza en el hombro de la joven doctora. — Eso significa que hasta que salga de acá no te podré besar. — Un puchero apareció en el labio de la mayor. — Solo seré una paciente más.

Olga no se pudo contener frente a los tiernos rezongos que profería Natalia desde que salieron de la casa de la castaña, de verdad a veces dudaba de la madurez y la edad mental de la muchacha, porque a veces actuaba de manera completamente infantil, tanto que se podía comparar con la manera de actuar de su hijo.

— No seas quejica Natalia Afanador, es eso o que tu corazón explote. — Le hizo ver mientras acariciaba con delicadeza el cabello de la muchacha, quien solo movió la cabeza para dejarse mimar. — Además, así me podrás ver todos los días porque soy tu médico de cabecera.

La castaña lloriqueó dramáticamente. — Te veré todos los días en ese hermoso traje de doctora y no podré besarte, abrazarte o incluso coquetearte.

— Antes de que cediera a tus crueles pretensiones me coqueteabas todos los días. — Recalcó la rubia. — Ni siquiera que yo me enojara te detenía para coquetearme de manera descarada.

— Bueno, coquetearte si puedo.

Olga movió la cabeza en ese poco creíble gesto de desaprobación. — No me lo hagas difícil Afanador y espera a que llegue a las horas de visita.

— Me comportaré. — Prometió acercando su boca hasta el rostro de la rubia, esperando que comprendiera esa tácita manera que tenía para pedir que la besara. — Prometo ser buena.

— Muy bien. — Olga se movió un poco para besar la mejilla de su acompañante. — ¿Por qué no viniste con Makis y con el niño?

Un puchero volvió a aparecer en el rostro de Natalia; la castaña muchas veces pensaba que la rubia evitaba sus pedidas silenciosas de besos y mimos a propósito solo para hacerla enojar, pero ella no se daría por vencida tan fácilmente, y si la sutileza no funcionaba, entonces la bruta verdad se abriría paso para dejarle ver sus intenciones.

— Makis se quedó cuidando al niño, no quería levantarlo tan temprano, después de todo él también ha tenido días difíciles, así que dormir un poquito más no es un crimen. — Natalia sonrió al ver la mirada de reproche de la rubia, probablemente iba a remprenderla por haber venido sola. — Pero no te preocupes, ellos llegarán luego, a la hora de visitas. — Su manó tomó el mentón de la doctora y la giró para encontrarse de frente. — ¿A qué hora está programada la cirugía?

— Tu ingresas ahora, en una hora más o menos iré a hacerte el chequeo, control de hemoglobina, presión arterial, recuento de glóbulos rojos, hay que ver tus riñones, hígado y piel. —Enumeró haciendo memoria de todos los exámenes de rutina que debían hacerle a la castaña. — Luego de eso debes estar con una intravenosa por un par de horas y ya para mañana en la mañana entrarás a quirófano; entre las primeras 23 y 48 horas estarás sedada en la UCI, esas son las horas vitales para saber como funciona tu corazón.

Natalia hizo una mueca. — ¿Y qué tan probable es que no despierte luego de esas 24 horas?

Olga no quería responder eso, tampoco quería pensar en la posibilidad de que el trasplante fuera rechazado por la chica, no quería pensar en la posibilidad de que esta sería la última vez que vería a Natalia con esa sonrisa traviesa que asemejaba a una niña que planeaba una travesura, no quería pensar en que sería la última vez que vería esos ojitos brillantes o que escucharía su voz.

La rubia no soportó la idea de perderla cuando recién estaba aprendiendo a quererla, se negaba a aceptarlo, así que solo hizo lo único que en ese momento le daba calma, lo único que le hacía sentir segura en todo este mundo de incertidumbres que le hacía temblar los cimientos. La doctora tomó con suavidad el rostro de la empresaria, acercándola a tal punto que podía capturar sus suspiros entre los labios.

El Universo Se Hizo Para Tus Ojos - (Ventino) [Nalga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora