Natalia:
Si, así es, apenas llevaba una semana desde mi salida al hospital y ya estaba tras mi escritorio, con mi garrapata personal pegada a la pierna porque se había tomado muy enserio eso de cuidarme de todo peligro. Por si no entendieron, mi hijo vino a trabajar conmigo. Olga le había dicho que me tenía que cuidar, y el en definitiva lo haría.
—André, ¿no crees que es hora de tomar una merienda? — No me mal interpreten, no es que no disfrute a mi hijo, pero es que debía hacer unos diseños y con él jugando entre mis bocetos no podía. — Creo que tu tía Makis estaba preparando algo para ti.
—No, tía Makis estaba hablando por teléfono con la doctora morenita. — Explicó mi hijo con uno de mis bocetos entre sus manos. Y aunque el mundo no lo crea, mi modelo tenía un bigote. — Esa que no dejaba pasar a las enfermeras cuando tu y Olgui se besaban.
Casi me atraganté. — Se puede sabe ¿Cómo demonios sabes eso? — Le pregunté sin ser demasiado obvia.
Ahora mi boceto tenía también, una uniceja. — Porque tía Makis me daba plata para que yo tampoco entrara.
Maldita Makis, maldita Olga, maldita Juliana que desataba la imaginación de mi pobre hijo, y maldito enano curioso y respondón que no hacía más que hacerme entrar en vergüenza cuando se le daba la gana. Mataría a Makis, no tendría compasión de ella, retorcería su pellejo hasta que sus ojos salieran de orbita.
—¿De verdad? — Intenté ocultar mi enojo, pero el tono arrastrado de mis palabras no hacía más que acentuarlo.
—Si. — Respondió con simpleza, luego torció su cabecita y me miró como si hubiese descubierto la cura para el cáncer. — Mami, yo tengo novia. — De nuevo, casi me atraganté. — ¿Le puedo dar besos como tu se los das a Olgui?
—¡NO! — Enano precoz.
—Pero tu te das besos con Olgui.
—Nosotras somos adultas.
Él me miró confundido. — No lo parece. — Rezongó de mala gana. — No tienes arrugas como la abuela María José.
Definitivamente ese enano no pensaba llegar a adulto y había salido igual de irreverente que yo. Porque ni siquiera yo había salido viva de decirle vieja a mi madre, y, si ella lo escuchaba de él, de seguro lo colgaría de sus pequeños bóxer en el estandarte del patio de la casa de verano, y prometo que yo no lo defendería.
—Hijo, creo que es mejor que interrumpas a tu tía Makis. — Le cambié el tema antes de que entráramos a algo que no podría explicar. — Ella me dijo que te llevaría a comer algo rico mientras yo terminaba estos bocetos.
—¿Cenaremos juntos? — Preguntó. — ¿Y me darás un abrazo sin papeles?
Mi corazón se enterneció, pues desde que había salido del hospital, había estado recuperando el tiempo perdido en la empresa, eso quiere decir, terminar todos los bocetos a medias, revisar contratos y balances del mes, además de proporcionar sueldos con respecto al fin de mes, entonces, mi hijo había sido víctima de un millar de papeles que se cernían en mi cama.
—Todo lo que tú quieras mi príncipe. —Prometí. Me tiré hacia atrás en la silla giratoria, abriendo los brazos para recibirlo entre ellos. — Ahora ven a darme un abrazo fuerte.
Él, sin dudarlo se arrojó sobre mí, besándome fuertemente. Me alcé con cuidado con él a cuestas, llevándolo entre besos hacia la oficina de mi mejor amiga, quien se encontraba con una estúpida sonrisa en el rostro mientras observaba su celular.
—Te pago para que coquetees con una de mis ex doctoras, increíble.
Makis se sobre saltó, pero de inmediato me dio una sonrisa. — ¿Ya tienes hambre enano?
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El Universo Se Hizo Para Tus Ojos - (Ventino) [Nalga]
FanficNatalia Afanador tiene una vida perfecta, una carrera, un buen trabajo, un departamento propio, todo lo que según ella le hacía feliz, hasta que su corazón no pudo más y simplemente se cansó de luchar; esa tarde llegó al Hospital de la Samaritana do...