Capítulo 10 - No temo sucumbir.

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Nunca había estado tan ansiosa por una cita, ni siquiera en la primera que había tenido con Natalia, algo le decía que esto sería diferente, que las cosas que pasarían en esa cita serían especiales, y definitivamente que todo cambiaría el curso de su vida.

Poe otro lado, la castaña ya se encontraba en camino a casa de Makis, acunando a su hijo con ternura para ir a dejarlo en casa de su mejor amiga; el niño no se había querido despegar de ella desde que salió del hospital, y ella había optado por no decirle aún sobre la posible donación, por lo menos hasta que fuese algo más o menos seguro.

—Enano.

—Yo soy grande mamá.

—Como digas. — Respondió con cierta burla. — Prométeme que te portarás bien con tu tía Makis.

—Si tu me prometes cuidarte mucho. — Respondió el niño con cierta altivez. — Debes estar bien para cuando llegue tu corazón nuevo.

—Estaré bien cuidada.

—¿Qué harás hoy en la noche mamá? — Preguntó el pequeño haciendo un pucherito por tener que separarse de su madre. — ¿De verdad estarás bien?

Natalia tomó a su hijo de debajo de los brazos y lo alzó hasta sentarlo en su regazo. — Escúchame príncipe mío, estaré bien y no estaré sola si eso es lo que te preocupa. — El pequeño iba a replicar, pero la castaña se adelantó a acariciar sus mejillas con suavidad. — La doctora de ojos bonitos estará conmigo, la invité a una cita y por eso no puedo cuidarte esta noche, así que te llevaré donde tía Makis. — El pequeño se cubrió la boca completamente sorprendido. — Ella me cuidará si me llega a pasar algo, así que no te preocupes mi bebé, mañana por la mañana iré a buscarte a casa de tu tía Makis.

—¿Me la presentarás algún día? — Preguntó el pequeño con una sonrisa. — ¿Y la llevaremos a comer helado?

—Si ella me deja comer helado a mi te juro que la llevamos mañana mismo.

La sonrisa del pequeño se hacía cada vez más grande y cada vez más hermosa, una sonrisa de la que Natalia llevaba enamorada tantos años que no podía imaginarse un día en la mañana sin verla; ella había encontrado su razón número uno para pelear.

—Nata la rata. — Saludó su amiga al ver al carro estacionarse frente a su casa. — ¿Lista para tu gran noche?

—Así es Maki Roll, lista y dispuesta. — Le respondió. — Pero debo dejarte a mi terremoto unas horas.

—Yo no soy malo. — Respondió el pequeño. — Con tía Makis me ponto bien.

—¡Alta traición! — Exclamó Natalia, mientras daba un beso suave en la mejilla de su hijo.

El pequeño bajó de la parte trasera del carro y corrió a brazos de Makis, quien no dudó en alzarlo entre sus brazos y llenar de besos su cara mientras todos se reían. Ahí, mientras Natalia miraba a esos dos personajes dándose amor verdadero, descubrió su segunda razón para luchar; Makis su acompañante en todas las batallas y de toda la vida.

—Vengo a buscarlo mañana en la mañana.

—Está bien, lo cuidaré bien. — Respondió Makis, y antes de entrar a su casa le dijo con cierta esperanza disfrazada en la voz. — Nati. — Sus miradas se volvieron a encontrar. — Disfrútalo, hazlo todo lo que alguna vez quisiste hacer.

—Cuida de mi bebé Makis. — Se despidió de manera tierna, pensando en lo mucho que sufriría ella y su hijo si ella llegase a faltar.

Nuevamente el carro se puso en marcha, esta vez con Natalia absolutamente sola, pensando en las muchas razones que tenía para vivir, pero también, en las muchas que tenía para pensar que ya era su tiempo de marchar; lo primero era que a su corta edad, ya había alcanzado un éxito tremendo y quizás, buscar ir más allá le llevaría a perder el tiempo con lo que realmente le importaba, otra cosa era que pese a todo, su vida había sido buena, se había cuidado y había hecho todo lo que los médicos que había visitado en su vida le habían dicho, pero ahí estaba, yendo a su cita amorosa con la cardióloga que atendía su complicado caso, con un corazón que se asemejaba a una bolsa de carne y unos pulmones que no superaban a los de un fumador compulsivo de 50 años que consumía 50 cigarrillos al día, aunque la verdad, ella no había probado un cigarrillo en su vida.

El Universo Se Hizo Para Tus Ojos - (Ventino) [Nalga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora