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—¿Eres estúpido? —Preguntó, jalándose el cabello, con los mechones negros desordenados por el paso inconsciente de sus manos una y otra vez. —¿Para qué lo pregunto? ¡Si lo eres!

—¡Eso me pasa por ser amable!

—¡¿Amable?! ¿te has dado cuenta de lo que hiciste?

—¡Conseguirte una cita con el chico que te gusta!

—¡Que habla italiano y que no le entiendo nada!

—Oh. —TaeHyung pareció haber caído en una nebulosa interestelar, su mirada clavada en un punto inconcluso, mientras masajeaba sus manos entre ellas, perdido en el mar de sus pensamientos sobre cómo había arruinado muchas cosas. —P-podría enseñarte, a-algunas c-cosas.

JungKook miro al pelinaranja, acariciándose la frente por unos minutos para después dejar sus manos caer como un peso muerto, con un puchero de mejillas infladas. —Es eso o pasare la peor vergüenza de toda mi vida.

—¡Bueno, mi pequeño saltamontes!

—Somos de la misma estatura. —Murmuró, antes de mirarlo, con los ojos entrecerrados y una sonrisa que se debatía en el limbo de una carcajada y un gruñido por la ira que aun sentía corroer sus pensamientos.

—¡Profesor Kim TaeHyung el magnífico, reportándose!

—No voy a llamarte así.

—¡Que aburrido!

—Y deja de gritar.

—¡Nunca!

JungKook reventó en una carcajada, haciendo una mueca de estar limpiándose una lágrima. Se recompuso en su sitio, suspirando y tratando de prepararse para lo que venía. Por una vez no se arrepentía del todo de su compañero de cuarto.

Pero, aun así, rogaba poder aprender algo.

[…]

—Tú sensei te declala lito, mi saltamon-tes. No tenes nala de que pleocupalte.

JungKook bufó, crispado por la cantidad de veces en la que TaeHyung lo había llamado así, con ese tono extraño y juntando las manos a la altura del pecho, lo había hecho la noche anterior, en la mañana, durante todas sus horas de trabajo, y también ahora, que estaban por acabar sus turnos, seguía haciéndolo por una razón que no comprendía. Era ridículo, pero lo hacía reír cuando la lengua del mayor se trababa con una palabra extraña, y tenía que repetirla porque ni el mismo se entendía.

—¿Recueldas lo que te di-je?

—Sí.

—Muy bi-e…- auch.

El pelinaranja se froto la cabeza, el golpe de SeokJin ardiéndole y extendiéndose hasta partes de su cuerpo inimaginables. Tenía una mano pesada y daba golpes certeros.

—Deja de hablar así. Me asustas. —TaeHyung rió, abrazándose a la cintura de su novio y dejándole un beso en la mejilla.

—Solo quería darle ánimos, que se despojara de los nervios antes de su cita.

—¡Oh, cierto! ¿Dónde van a verse?

—¿Dónde vamos a vernos, TaeHyung? —Dijo malhumorado, todavía resentido por el incidente que lo había tenido despierto toda una noche y parte de la madrugada.

—¡Resentido!

—¿Y? —Preguntó SeokJin, rodando los ojos, un poco hastiado de la pelea.

—En el cine del centro.

O Sole Mio 🌾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora