Epilogo.2 [Parte 1/2]

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— También es un gusto para mi volver a verte hermana — Respondió calmada (T/N) viendo a su hermana

Dora sonriente extendió sus brazos hacia
— ¡Pero mírate nada más! ¡No haz cambiando nada! Sigues igual que haces unos años incluso peor tal vez hermana  — Exclamó sarcástica su hermana feliz extendiendo sus brazos hacia ella dándole un pequeño y corto abrazo para no dañar su vestido entallado en la cintura de color púrpura.

Apenas se separaron del abrazo la mirada analítica de Dora pasó por el cuerpo de esta. Sonriendo burlonamente para luego reír sin ser escuchada.

— ¡Pero bien! No estamos aquí para encuentros.... poco amigables — Susurro lo último siendo escuchada únicamente por (T/N/) y Charles
— Si no, por el cumpleaños de mi lindo girasol — Dijo lo último acercándose hacia Celesta que la miraba expectante ante sus movimientos.

Y volviéndoles a poner de cuclillas cerca de Celesta, Dora acercó sus pálidas y algo huesudas manos hacia las mejillas regordetas de Celesta acariciandolas, sintiendo la suave piel de las mejillas de la niña, con sus uñas largas y gruesas pintadas de un fino color negro acariciaban el contorno de sus ojos.

Sonriéndole a la niña, se puso de nuevo de pie con ayuda de uno de los sirvientes que esta había traído desde Francia, ahora  esta vez dirigiéndose a la joven muchacha que acaba de entrar a la mansión con una gran maleta de cuero café decorada con unas líneas doradas a su alrededor

— Adel — Llamó fría a lo que la chica inmediatamente puso su atención en Dora. No quería tener que hacer enojar a su ama, si no quería que le pasara lo mismo a Cossete.

Ser encerrada bajo la mansión Midford donde se la latigaba y castigaba por no cumplir con lo que Dora, su ama pedía. Claro que no deseaba eso.

— ¿Si,  mi señora? — Preguntó Adel, una joven de cabello negro largo hasta la plata de los pies, recogido en una gran coleta que en su final llevaba una trenza, con ojos como el oro, dorados y espléndidos de tez algo castaña y alta.

Detrás de ella, se encontraban dos mujeres, gemelas de pequeña estatura, cabello pelirrojo no sobrepasando los 15 años de edad. Estas dos gemelas llevaban dos maletas cada una. La pelirroja de la izquierda tenía unos grandes ojos verdes y la pelirroja de la derecha tenía unos bellos ojos azules plata.

— Trae todos los regalos que trajimos para mi hermosa  Celesta... — Miro a Celesta sonriéndole a lo cual lo niña le sonrió emocionada. Después dirigió su vista su "querida" hermana y burlona la miro — Supongo que a (T/N) no le importará que los habrá un día antes de su cumpleaños — Sarcástica como siempre Dora miro de reojo a (T/N) la cual algo molesta se iba negar hasta que vio a su pequeña

— ¡Porfavor mamá! — Suplicó Celesta acercándose a
(T/N) dando pequeños saltos y abrazando de la cintura a esta

(T/N) estaba en un dilema, ya había concordado con Ciel para que su hija abriera los regalos en la noche de su cumpleaños,  pero esa mirada suplicante de su hija y la mirada de poder que le dedicaba Dora la ponía a prueba.

El plan de Dora ya lo descubrió, era simple ;
Dora quería hacerla ver como la mala, ya que según la familia Roberts y demás aristócratas de Inglaterra los regalos de cumpleaños se abrían en la noche del cumpleaños.

[No se me ocurrió nada máster, perdonen la mediocre explicación de porque La familia Roberts y los aristócratas hacen eso]

Cᴏᴍᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴏs [Cɪᴇʟ ʏ Tᴜ] Pausada //En Edición//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora