Aveces me pregunto si el destino realmente hace las cosas para divertirse...
Nunca obtengo respuestas.
¿Qué más podría salir mal? ¿Por qué el destino juega de esa manera con mis sentimientos?...
Me enamoré de mi mejor amigo, Miles "Tails" Prower, y...
Tomé una de sus mejillas con mi mano izquierda, y nos besamos una vez más. Pasó sus brazos por mi cuello y yo una de mis manos por sus colas. Pude percibir cómo sentía un escalofrío.
—Te amo, Sonic —Yo también te amo, Miles...
Nos aferrábamos en un abrazo sin dejar de besarnos. Parecía el momento perfecto hasta que escuché una conocida voz irrumpiendo con asombro.
—¡¿Qué está pasando aquí?!
Tails y yo nos sobresaltamos y miramos en dirección a una sorprendida Sticks y una Amy incomoda, tratando de mirar a otra parte.
—Yo, eh... Puedo explicarlo, Sticks —No, no tienes nada que explicarle, Sonic —Si no lo hago no podrás decirle la verdad, Tails —¡¿De qué verdad están hablando?! —Sticks, en realidad yo ya lo sabía, no tienes por qué alarmarte... Ellos están viendo la manera de hacer lo correcto y solucionar las cosas —Pero Amy, Tails le está siendo infiel a Zooey —Y eso no es nuestro asunto, pequeña
Tails y yo nos miramos extrañados.
—¿Y ustedes qué hacen aquí?— Preguntó Tails —¿No es obvio? Sticks se confesó hace un par de días, y yo decidí darle una oportunidad... ¿Saben? Estoy muy feliz con ella a mi lado— Miró a Sticks con una cálida sonrisa y luego nos miró a nosotros —Amy... Harás que me derrita— Respondía emocionada Sticks
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Miré a Tails de la misma forma que Amy la miraba a ella y sonreímos.
—¿Acaso no es hermoso? Digo, estamos con la persona que amamos y, eso
Amy me miraba con una sonrisa, algo se le había ocurrido.
—¿Estás pensando lo mismo que yo? —¿Cómo? Yo estoy pensando en chillidogs, y en Tails —Sonic...— el mencionado sonriendo con ternura bajó sus orejas y se puso rojo, llevando sus manos a sus mejillas —¡Nooo! Bueno, ¡Siiii! Me refiero a una doble cita, Sonic —Una, ¡¿Qué?!— exclamamos Sticks y yo
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—De hecho... Me gusta la idea, Sonic— Confesó Tails apenado —¿¡Pero cómo vamos a tener una doble cita si tenemos que encubrir a este par de pecadores!? ¡Tails tendrá que llamar a refuerzos alienígenas para detener el tiempo! —Sticks, pequeña, tranquila— Dijo Amy hablándole con dulzura —Nosotras traemos un par de bocadillos... Podemos compartirlos aquí. —¿En la caseta de juegos? —Sí, eso lo hará especial, Sticks— Le contestó alegre Tails
Suspiré nervioso. Desde hace casi un año, Sticks comenzó a comportarse con desaprobación hacia mí. Jamás me habría imaginado que era porque celaba a Amy por mi causa.
Aún me miraba extraño, pero ahora Amy sólo tenía ojos para ella, sonreí.
Se les veía felices, de la misma forma que lo estábamos Tails y yo... Tal vez lo de la cita doble no era tan mala idea, después de todo.
—¿Acaso no son adorables, Sonic?— Decía Tails mientras mirábamos lo que quedaba del atardecer —Lo son...— Besé su cabeza —Amy y Sticks se miran de la misma forma que tú y yo, Tails —Sonic...— Acarició mi mejilla y dejó un beso en la comisura de mis labios —Te amo... —Yo también te amo Tails, te amé desde hace años, y te amo de la misma forma
Acomodamos un mantel y una cesta de comida en aquella caseta de plástico. Amy tenía un par de lámparas. Definitivamente la doble cita había sido buena idea.
—Normalmente no me gustan las cosas cursis... Pero ustedes me están haciendo cambiar de opinión —Sonic, deja de hacerte el interesante y deseado, a Tails no le gusta— río Amy —¿Eso es en serio, Tails? —A decir verdad, te ves ridículo cuando intentas ser seductor— Comentó aguantando la risa —Pero es algo que me gusta de ti —¡Oh, vamos Tails! Sabes que soy irresistible —¡Sonic, basta!— Se llevó una mano al rostro para intentar reírse en silencio, cosa que no logró —¡Si Sonic fuese más tierno pensaría que los marcianos le lavaron el cerebro! —Sticks...— Sonrió Amy —Ser paranoica y decir esas cosas, es de las cosas que me gustan de ti —Amy...— Sticks bajó sus orejas y se ruborizó, Amy le dio un beso —¿Ves cómo si son como nosotros, Tails? —Sonic, Amy es adorable, tú eres un monstruo, je... —Así me amas
Esa tarde-noche la pasamos increíble, después de comer, comenzó a llover y nos mojamos mientras corríamos en la lluvia. Había sido un día increíble, después de todo.
Tails y yo caminábamos a casa abrazados, felices por aquellos momentos juntos. Amy y Sticks habían regresado por su cuenta.
Tails me contaba de unos cuantos errores que había tenido en algunos de sus proyectos, y mientras nos reíamos, Tails me cubrió los ojos con sus manos, mientras volaba, y entramos a la casa.
—Ya puedes ver, Sonic
Abrí los ojos, viendo frente a mí la mesa decorada con un mantel rojo, veladoras y pétalos de rosa. Definitivamente el amor a Tails me estaba haciendo cambiar mi perspectiva de las cosas. En otro momento y con otra persona, se me habría hecho extremadamente ridículo y cursi, pero estar ahí, con la persona que amaba, y que él haya preparado esto para mí... Era simplemente increíble, hermoso... Era perfecto, como él.
—Tails... —¿Qué te parece? Sé que no eres muy cursi, pero... Bueno, yo quería hacer algo para ti, y...
Lo abracé fuerte, aferrándome a él y escondiendo mi rostro en su cuello.
—Es perfecto, Tails... —No tanto como tú, Sonic —No puedo creer que realmente hayas hecho todo esto por mí —No puedo creer que estoy conociendo una faceta de ti que nunca había visto
Nos besamos con ternura, y tomados de la mano nos sentamos a la mesa. Nos mirábamos como dos enamorados en su primera cita, hablando de cualquier cosa. Risas, un par de palabras y unas copas de jugo (ninguno de los dos bebía) eran suficientes para sentirnos completos, que nada nos faltaba.
Tomó mi mano para subir por las escaleras, y cerramos la puerta.
~
Aquella joven rubia, preocupada por su novio, decidió ir a la casa de aquellos amigos, con una cesta de flores que había tomado de su jardín. Esperaba alegremente pasar a su casa por él para estar juntos aquella tarde.
—Probablemente esté haciendo máquinas o cosas de héroes, creo que le hará bien un descanso
Caminaba por las calles de la isla, saludando a algunos de sus conocidos, hasta que llegó a aquella vivienda del erizo.
La ojiazul estaba por tocar la puerta, sin embargo, unas voces interrumpieron lo que estaba a punto de hacer.
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—Miles... Miles... Te amo... Aah... —Aaah... No sabes cómo me pone... que me llames por mi nombre
Ella, perpleja y sin poder moverse, dejó caer la cesta de flores de sus sudorosas y temblorosas manos.
