Capítulo 4: El pasado no desaparece. Primera Parte.

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-¡Julián! ¿As visto los papeles del caso de la semana pasada? -Me giré mientras seguía revisando los papeles que acababa de coger y tenía entre mis manos.

-¡Sí!, ¡Están en el estante de arriba de todo del almacén tirando al fondo! -Eso no puede ser entonces estaría con los casos de hace más de diez años, incluso alguno antes de que yo naciera.

-Eso no puede ser. -Dije yo acercándome a Julián. -En ese sitio están casos muy viejos sin resolver.

-Ya, es cierto, pero ya sabes como es Lucas, siempre intentando encontrar la mejor organización. Pero en este caso me dijo que era porque se quedaron sin sitio en la parte de los casos de divorcios y de violencia machista. No sé si viste el periódico ayer pero se publicó que cada año alrededor de 150.000 mujeres lo sufren y se publicó además que en sólo este año ya hay 49 muertes. -Es verdad, la cantidad de denuncias de violencia machista es una cifra bastante elevada, aunque debería ser mayor para evitar que estas muertes sigan ocurriendo.

-Entonces voy al almacén, si no salgo dile a mi hermana que la quiero. -Julián sonrió por el comentario, pero sabía que yo amo a mi hermana más que a nada en el mundo porque es la única familia que me queda.

Recorrí el pasillo hasta el fondo, giré a la derecha y me acerqué a la puerta de la izquierda. Antes había que tenido que pedirle la llave a Lucas, que la verdad es que es un obsesionado con el orden y la limpieza. Creo que hay una enfermedad de eso y tiene un nombre en específico, pero como aún no llega al extremo de usar guantes para todo, no solemos decirle nada, sólo nos metemos un poco con él. Ahora entiendo porqué me dijo que saliera de allí cuanto antes, había algunas telarañas y polvo, y eso que todavía no he abierto la puerta del almacén.

Introduje la llave en esa oxidada cerradura y haciendo un poco de fuerza empujando la puerta, la abrí, estaba todo oscuro y no se veía nada, busqué el interruptor de la luz que al parecer estaba al lado de la puerta y encendí la luz. No podía creer lo que estaba viendo. El almacén tenía un espacio bastante considerable con una mesa de oficina al fondo a la derecha, con su propia silla y en toda la pared tanto izquierda como derecha había baldas con cajas de cartón. Me pareció curioso porque mientras que las baldas de la derecha estaban casi todas ocupadas, en las de la izquierda sólo había una caja. Me acerqué a esa caja y vi que en la etiqueta del caso en el que estuve trabajando la semana pasada. Ahora agradecía el orden de Lucas. Miré a la gran estantería de enfrente preguntándome que casos tan extraños o simplemente no resueltos esperaban pacientemente a que llegase su turno para ser resueltos. Muchos seguramente tenían años y ya nadie les hacía caso en la comisaría. Miré mi reloj. Se me había hecho tarde, cogí la caja y salí del almacén obviamente, cerrando con llave. Cada vez me picaba más la curiosidad por aquel sitio.

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No podía soportar más, llevaba tres horas soportando la soporífera charla que me llevaba dando el jefe. Al parecer acababa de abrirse un nuevo caso que al parecer, me iba a tocar a mí resolver. Pero el problema no era ese, sino que iba a tener que colaborar con un bufete de abogados, bueno, en realidad con uno en específico porque el jefe se lleva especialmente muy bien con el jefe de este. Si no me equivoco el nombre de ese abogado es Valis, ya lo tenía visto en alguna ocasión trabajar con alguno de mis compañeros y todos pensaban lo mismo de él. Un viejo y amargado cascarrabias que no se conformaba con nada y por eso me iba a tocar a mi el caso, ya que nadie lo quería.

-Bueno, como te iba diciendo, en este caso colaborarás con el bufete de abogados V&L, pero aunque sé que preferís alguien tan experto como Valio, -Vale, sí me equivoqué, era Valio y no Valis, pero se parecen. -en esta ocasión vendrá otra persona muy capacitada y que él mismo ha recomendado porque en estas fechas él está defendiendo alguien en Teruel. Así que espero que trates a esta persona como si fuera el mismísimo Valio, al que todos respetan y adoran. ¿Te ha quedado claro? -No sé si alegrarme porque no viene ese cascarrabias que seguramente en el fondo es buena persona, muy en el fondo o si preocuparme porque mi propio jefe no se da cuenta que su amigo de toda la vida tiene una personalidad un poco exagerada.

-Sí señor.

-Bien, así me gusta. Recuerda, llega esta tarde a las seis en punto y por lo que me han dicho esta persona es muy amable y buena pero hay una cosa que no soporta. La impuntualidad. -Así como lo dijo se dio la vuelta se fue.

¿Así que lo único que no soporta es la impuntualidad? Pues vaya, sí que lo ha de pasar mal en un país dónde la impuntualidad es el día a día de mucha gente. Seguramente como voy a tener que colaborar con esta persona voy a necesitar un espacio donde archivar, guardar y registrar los datos, y ya sé dónde instalarme. La fortuna me sonríe por primera vez.

Fui hasta Lucas y le pedí la llave del almacén, la metí en el bolsillo y fui hasta el cuarto de la limpieza, cogí el carro enorme que encontré allí con todos los productos dentro de este y lo fui llevando por todo aquel largo pasillo, girando a la derecha y limpiando antes que nada un poco la entrada a la puerta, una vez acabada, limpié la cerradura oxidada (el viejo truco de la Coca cola) y por último entré a la estancia y miré a todos lados, tenía bastante que limpiar pero aún así la sala se sentiría algo vacía porque solo había las dos grandes estanterías a los lados y el escritorio y la silla al fondo a la derecha. Había si no me equivoco un almacén en el que se guardaban cosas como sillones, mesas y cosas así de otros departamentos que se desmontaran. Decidí que después de limpiar me pasaría por allí y buscaría una gran alfombra para poner en el centro de la estancia y si podía dos sillones encima con una mesa justo en el centro de la estancia. Para acabar buscaría aquella lámpara que tenía antes Lucas que le dije que con cambiar la bombilla estaría como nueva y que sé que está en el almacén, si nadie la cogió antes. Entonces... sólo faltarían los materiales de papelería para el escritorio y todo estaría como debía.

Miré mi reloj, ese abogado llega a las seis, tengo... ¿¡Dos horas?! Asustado empecé a limpiar no me quedaba tiempo, tenía mucho que preparar.

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¡Hola!
Para quién no me conozca soy la autora. Este capítulo es cortito pero prometo que el siguiente será un poco más largo. Me encantaría que me comentéis si os gusta o no cómo va la historia.

Un beso: SACRED.

Memorias de un Fénix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora