Capítulo 9: ¡Deja ya de investigar!

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-¿¡Estás bien Antía?!

Ella sólo asintió y le susurré que se subiera y se fuera a casa, que hablaríamos al día siguiente. Aunque me preocupaba que cogiese un coche eso era mejor a que estuviese aquí. Respiré hondo y caminé tras esos imbéciles, veremos quién es el tigre y quién la presa. Esto no acaba más que de empezar.

FIN DEL FLASHBACK

El coche tenía puesta la calefacción y olía a hombre, pero era agradable, era como un fresco aroma. Para evitar la posibles e incómoda situación le dije mi dirección y con la música del coche y el paisaje de fuera me entretuve. De pronto empezó a llover y en ese instante me alegré mucho de haber aceptado su oferta porque la verdad, ya tenía un trato con ellos, así que, no me iban a hacer nada.

No dijo nada durante todo el viaje y me dejó justo dónde yo le había indicado. Sonreí pensando que aunque odiaba ese contrato, no todos eran unos imbéciles bastardos. O por lo menos si este lo era, es muy cuidadoso con los detalles o muy malvado. Me desabroché el cinturón y me giré hacia él, le dije un rápido "gracias" y salí antes de que me respondiese. Me dirigí hacia la puerta del edificio y antes de que pudiese entrar algo me paró:

-Samantha, recuerda que nos volveremos a ver y esto sólo acaba de empezar. 

Me quedé pensando en lo que él acababa de decir, era justo lo mismo que pensaba yo, y aunque había sonado como una amenaza, había algo que no tenía sentido para mí. No había mencionado para nada la apuesta. Hay algo más y viendo como actúa ese grupito de tres algo me dice que no son trigo limpio. Bueno, eso ya lo sabía de antemano, que manejen a la gente de aquel antro de aquella manera indica que tienen un estatus o poder. Todavía no sé hasta dónde ni de lo que son capaces pero si tienen alguna baza oscura oculta, les mostraré la justicia.

Entré en el edificio, me subí al ascensor y empecé a buscar dentro de mi bolso mi llave, al llegar a la puerta la metí y entré. Todo estaba a oscuras. Encendí la luz y dejé las cosas en el sofá y me fui a la habitación. Me tiré en la cama y lo que menos me esperé ver fue aquello: "No sé quién eres pero deja ya de investigar sobre Mireia. Desapareció y sólo traerá problemas intentar encontrarla".

No sé si era una amenaza para asustarme y que dejara el caso o simplemente para advertirme que las cosas no son tan simples como parecen porque esto puede acabar en vida o muerte.

Saqué mi celular y le tomé una foto. Estaba asustada y no por el hecho de que alguien me persiguiese o porque alguien investigase mi pasado, que ya no existe, sino porque el lugar que creí más seguro y del que poca gente sabe, había sido allanado por alguien que me ha amenazado, por así decirlo. Decidí escribirle un mensaje a Arturo, él es agente de policía y ¿Él sabrá qué hacer no?

 Me respondió de inmediato poniendo emoticonos de risa y de que bromas como esa no se hacen.

-¡Niñato! ¡Estúpido! ¡Yo ni siquiera tengo sentido del humor!

Le mandé la foto del cristal y me contestó diciendo que ya iba para allá, que llamase inmediatamente a la policía. Así fue. La policía vino a mi casa, empezaron a tomar posibles huellas y sacar fotos, menos mal que había limpiado hace poco. Cuando llegó Arturo yo ya me había calmado un poco.

-¡¿Estás bien?! No pareces tener muy buena cara. -Su mirada expresaba preocupación mientras me miraba de arriba a abajo para comprobar que no me faltase ningún miembro del cuerpo, pero lo que me molestó fue esa pizca de ¿Lástima? en los ojos.

-Estoy bien, no te preocupes, pero no creo que sea muy adecuado y sobre todo seguro que siga viviendo aquí, esta noche no sé si iré a un hotel y mañana ya veré qué hago.

-Si quieres puedes venir a mi departamento, lo digo porque estarás más segura que viviendo sola y también podremos resolver antes el caso. -Se puso algo nervioso mientras decía esto porque se rascó la nuca, pero sus argumentos eran convincentes.

-No sé, no quiero molestar.

-No será ninguna molestia, de verdad. -Estaba convencido de que esa era la mejor solución para el asunto. Así que le hice caso.

Tenía el coche estacionado fuera, para especificar justo en el medio de todo. Menos mal que era por un asunto policial. El trayecto fue tranquilo y yo preferí no comentar nada sobre el tema, así que me quedé escuchando la música de la radio del coche mientras veía pasar por las calles por la ventana de mi lado. Su departamento era pequeño pero acogedor, dos habitaciones, una cocina-salón, un baño y una terracita en la que había una silla de mimbre en la que seguramente me tomaría un café o una taza de chocolate caliente mientras me leía un buen libro tranquilamente. La verdad es que cuando me dijo de ir a su departamento pensé que él sería más desordenado, pero al parecer, es incluso más limpio que yo. Era algo que no me imaginaba. Se me escapó una risita y me giré hacia él, que parecía que llevaba mirándome un rato.

-No sé si esto será de tu agrado, pero bienvenida a mi humilde morada. -Una sonrisa se extendió en mi cara, siempre había querido que alguien me dijera eso.

-Es perfecto, sinceramente como siempre estoy trabajando no tengo tiempo para ordenar y limpiar, y más en ese departamento tan grande para una sola persona. -Él al ver la sonrisa en mi rostro y ver que lo que le dije era la verdad y no para tranquilizarlo, se relajó.

-Me alegro, el dormitorio de la derecha es el tuyo, estás en tu propia casa. Si necesitas algo ya sabes dónde encontrarme. -Me guiñó el ojo y se fue, cada vez que lo recuerdo pienso que es algo tonto, pero creo que lo hizo sólo para que me relajase después de ver lo del espejo. Algo muy considerado por su parte y que demuestra que es una buena persona.

Entré en mi habitación y vi que aunque tenía un armario que iba de pared a pared, a la izquierda y justo nada más entrar, había una cama enorme, que no tenía cabezal pero que tenía encima, a mas o menos metro y medio un enorme ventanal por el que entraba mucha luz y que iluminaba toda la sala. Era agradable y cómoda, porque sólo con ver ese gran armario de madera y el pequeño escritorio con un taburete a la derecha,  esos cojines que parecían muy suaves y que más tarde confirmé, era una habitación perfecta para cualquier persona.

Np esperé más, dejé las maletas al lado de la puerta y me tiré en la cama.

Estaba cansadísima y esto no acaba más que de empezar.

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Holi, soy la autora, y estoy pensando que esta última frase se está volviendo mi coletilla personal, para los que no sepan lo que es una coletilla, es una palabra, frase u oración que por simple gusto personal o por diversas situaciones repetimos, y al final la acabas diciendo para todo. 

Pero bueno, eso no es lo importante, sino que os esté gustando la historia, cada vez se pone más interesante, así que estad atentos. 

Por cierto, mañana capítulo especial.

Un beso, SACRED.



















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