Capítulo 5: El pasado no desaparece. Segunda Parte.

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Faltaban cinco minutos para las seis y media, porfín había acabado de limpiar y ordenar lo que se iba a convertir en mi despacho. Aunque la verdad, es que lo llevaba pidiendo a gritos desde hace años. La pena es que no me iba a dar tiempo a mirar los manuscritos de antiguos casos.

-Piiiiii. Arturo, hay una chica aquí que te busca. -¿Chica? No recuerdo haber llamado a mi hermana para que viniese y todos aquí la conocen, entonces no puede ser ella.

Salí de mi despacho, que bien sonaba eso, y me dirigí a la entrada. Justo delante había una chica con una larga, lisa y castaña cabellera. ¿Por qué os hablo de su pelo? Porque ella estaba de espaldas a mi y era lo único que podía ver de ella. Justo en ese momento, miró su reloj y suspiró. Yo miré mi reloj, aún quedaba un minuto para y media.

-Tu debes de ser la abogada que envió Valio, ¿verdad? -La chica se dio la vuelta y me di cuenta de que tenía unos grandes ojos castaños. Iba vestida con un uniforme simple de trabajo y llevaba colgado del cuello una tarjeta de identificación.

-Sí, así es, ¿Con quién tengo el gusto de hablar? -Ella me miró curiosa y con una cara un poco extrañada.

-Oh disculpa, mi nombre es Arturo y soy el policía que está a cargo del caso en el que trabajaremos juntos. -Ella entendió lo que decía y me sonrió, que bonita sonrisa, pero teníamos mucho trabajo por delante y eso no era lo más importante en el momento.

-Me llamo Samantha aunque me puede llamar Sam, pero creo que deberíamos empezar con el trabajo.

-Por supuesto, estoy totalmente de acuerdo, si usted gusta, acompáñeme.

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PTVO SAM:

Iban a ser las cinco y media y yo todavía estaba aún en pijama. Me había quedado dormida de cansancio después de llegar a casa y quitarme la ropa mojada. Había sido una noche muy larga y sólo he dormido cuatro horas desde que escapamos de aquellas chicas con los tacones en la mano y en mi caso, también mojada de arriba a abajo. 

La cosa es que yo me tenía que duchar, comer y arreglar para ir a trabajar y estar a las seis y media en la estación de policía. Y no por lo de anoche, menos mal. Sino por el caso que se me había asignado en el cual iba a tener que colaborar con la policía. 

Logré llegar puntual, incluso con cinco minutos de antelación pero aún tenía la respiración agitada de haber corrido desde la parada del bus hasta allí con tacones y el bolso. Entré en recepción, y le enseñé mi identificación a la recepcionista que mandó un mensaje por un teléfono supongo que a la oficina de algún policía, mencionando a un tal Arturo. Me dijo que esperase un par de minutos y al cabo de un poco escuché una voz detrás de mi.

-Tu debes de ser la abogada que envió Valio, ¿verdad? -Me giré y vi a un chico alto de unos impresionantes ojos azules que destacaban aún más por el color tan oscuro de su cabello. Me dio una punzada la cabeza pero aguanté sin poner una mueca, me sonaba de algo pero no sabía de qué.

-Sí, así es, ¿Con quién tengo el gusto de hablar? -Seguí preguntándome de que me sonaba este chico.

-Oh disculpa, mi nombre es Arturo y soy el policía que está a cargo del caso en el que trabajaremos juntos. -Bueno, da igual, será mejor que empecemos cuanto antes porque con este dolor de cabeza no veo que se me vaya a pasar pronto.

-Me llamo Samantha aunque me puede llamar Sam, pero creo que deberíamos empezar con el trabajo.

-Por supuesto, estoy totalmente de acuerdo, si usted gusta, acompáñeme. -Se dio la vuelta y empezó a caminar. 

Yo lo seguí mirando para todos lados curiosa. Todo iba bien hasta que de repente se metió por un pasillo algo estrecho. ¿Esto no dará por casualidad a un almacén, no? 

-Sígueme, mi despacho era un almacén pero prometo que es muy cómodo y tranquilo. -Se nota que mientras estaba distraída y dudando un poco de pasar por ese pasillo sin ventanas y estrecho él se dio la vuelta y me vio la cara de incomodidad.

Una vez hecho esa explicación, siguió caminando conmigo casi pisándole los talones. Eso sí cuando abrió la puerta me quedé impresionada.

-Guau, que bonito. -Miré a todos lados, era un espacio enorme, limpio y sencillo.

-Gracias, hace poco que lo acabo de arreglar para que sea habitable. -Seguramente lo dijo así para que me hiciera gracia pero no tengo mucho sentido del humor que digamos.

-No está mal. -Comparado con el despacho de Dévora, hasta el despacho más desordenado es mucho mejor, por lo menos no hay arcoíris por todos lados.

-Bueno entonces... ¿Por dónde empezamos? -Se veía algo incómodo porque la broma sólo había puesto un poco de tensión en el ambiente, pero a mi me daba igual y más con mi dolor de cabeza.

Saqué unos folios y archivadores de mi bolso y abrí un grupo de folios grapados por la primera página. Él se debió de quedar algo impactado por la gran cantidad de colores de esos pequeños archivadores pero la verdad es que sólo eran cinco.

-No preguntes, sólo te voy a decir que mi jefa tiene una "pequeña obsesión" con los colores de los archivadores, seguramente si te digo su apodo porque dudo que conozcas su nombre, entenderás todo. Pero lo haré más tarde no tengo hoy mucho tiempo.

Señalé la foto de la chica. 

-Esta es Mireia Chau, desapareció el pasado lunes o por lo menos su madre dice que lleva desde ese día desaparecida. Por lo que nos dijo, llamaron del trabajo el miércoles preguntándole si ella estaba bien y necesitaba cogerse una baja o iba a volver dentro de poco. Al parecer la madre se asustó bastante porque no es nada propio de ella, ya que siempre ha sido muy responsable con el trabajo. Pero la verdad es que estaba bastante asustada ya que por su trabajo conoce a mucha gente y se relaciona en muchos círculos sociales, por no decir que cuando está fuera del trabajo puede llegar a ser totalmente impredecible.

-Uf, veo que este va a ser un caso bastante difícil y vamos a acabar dando vueltas en algún punto sin llegar a nada.

-Yo también lo pensé pero con un poco de suerte resolveremos esto. Creo que lo primero que tenemos que hacer es pedir un registro de su casa y aparatos electrónicos y mientras esperamos su aprobación que no creo que sea rechazada debido a que la chica no aparece desde el lunes, deberíamos ir a hablar con sus padres.

-Estoy pensando que en vez de ser abogada, deberías ser inspectora. -Volvió a poner esa sonrisa y yo mi cara de no tiene gracia. -Vale, definitivamente no tienes sentido del humor.

Suspiré este caso iba a ser realmente agotador.

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NOTA DE LA AUTORA:

Siento que el capítulo sea corto pero estoy con exámenes y el tiempo no me da para más. Un saludo:

SACRED

Memorias de un Fénix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora