XX. Pero un amor me inventé

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Mi última canción - Lali

Peter está tirado boca arriba en un sillón de dos plazas con la cabeza hundida en un almohadón rojo y los pies apoyados en el extremo sobre el brazo del mismo. Juega con una pelota pequeña y plástica que tira hacia arriba, a veces casi haciéndola rozar con el techo, y que cae en línea recta para que la ataje con una de las manos mientras que Fito, un gato callejero y colorado, lo mira sentado en una punta de la mesa ratona, moviendo la cola lentamente, y analizando el momento perfecto en que saltará para recuperar su juguete.

−Me siento mal –dice de repente rompiendo el silencio de ese PH de dos ambientes.

−¡Por qué! –Agustín grita desde su habitación, con medio cuerpo adentro del ropero buscando vaya a saber qué cosa.

−Por todo.

−Debe ser el calor –dice al regresar con un pilón de carpetas de colores. Da un salto al cruzar por encima de la mesa ratona y deja caer los materiales sobre la mesa– nunca terminás a acostumbrarte a los cuarenta grados. Dios, pensé que había perdido los exámenes de mis alumnos –agrega al exhalar un montón de aire que estuvo conteniendo desde que amaneció y se dio cuenta que debía entregar las devoluciones de los trabajos de los adolescentes que tiene a cargo.

−¿A vos te parece que me preocupa el calor con todo lo que me pasó en menos de veinticuatro horas?

−No sé, boludo. Ya te perdí el eje –y Peter revolea los ojos– ¿Lo decías por lo que pasó con Gala?

−Sí. Creo que me odia.

−Le anulaste la boda. ¿Acaso querías que te agradezca?

−Pero yo siento que hice bien... −dice al detener la pelota y fijar la vista en el techo– las cosas con Gala estaban bien pero al mismo tiempo no, ¿entendés?

−Yo creo que le propusiste casamiento porque si no hacías algo se iba a ir con el otro y la ibas a perder –habla sin desconcentrarse de su trabajo que es chequear que estén todos los trabajos de sus alumnos con nombre, apellido y calificación.

−Tomé muchas malas decisiones.

−Decidiste cuando te estabas ahogando y ni siquiera te diste tiempo a pensar en lo que eso iba a significar. ¿Qué clase de persona le pide casamiento a su novia porque no quiere perderla? –pregunta retóricamente pero Peter levanta la mano y Agustín esboza una risa– yo también creo que fue bueno haberle suspendido, eh. Después iba a ser demasiado tarde y muy difícil de enmendar porque solo fue un invento para poder continuar con su vínculo, pero tampoco puedo cargar con todas las culpas a Gala...

−Es que yo tampoco la estoy cargando de culpas –agrega casi interrumpiéndolo.

−Porque la mina se equivocó, está bien. Se fue con otro y todo lo que ya sabemos... pero después ella volvió y confió en vos. Y vos le rompiste esa confianza.

−Es que en su momento también me creí y confié en ella, Agus –Peter gira un poco sobre el sillón para poder mirarlo. La pelota la esconde debajo de su pecho y Fito lo mira esperando alguna señal– uno construye relaciones desde lo que siente en el momento y yo en ese momento creí que tenía que estar con ella porque la quería, pero al mismo tiempo que Gala aumentaba las ganas de estar conmigo, yo las disminuía.

−Y el viaje a Brasil te vino como anillo al dedo, valga la redundancia.

−No sé si fue tan así... –y vuelve a girar para estar boca arriba otra vez y continuar con su juego de pelota.

−No te digo que lo hayas premeditado, pero calculo que cuando viste que se te abrió una puerta, entraste –silencio– pero también te salió mal.

MI ÚLTIMA CANCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora