15★

165 48 84
                                    

     Claudia conocía a Robert desde hacía años. Cuando sus padres se asociaron a la empresa.

     Ella era un año mayor que él, y le veía como un niñato de doce años, repelente y de acento raro. Pero su padre se empeñaba en que tenían que ser amigos, que "era bueno afianzar relaciones", la decía. Así que cuando él venía de visita, ella y sus hermanos estaban obligados a estar con él y aguantarle. Aunque con el tiempo, esa obligación se convirtió en un placer.

     Fue un año después cuando conoció a Bruno, estaba lleno de espinillas, pero eso no quitaba que le volviera loca. El era el mayor de todos y le encantaba presumir de haberse enrollado con varias chicas, y de haber perdido ya la puta virginidad, mientras sus hermanos y Robert se tenían que conformar con hacerse pajas.

     Claudia se había desarrollado mucho, pero lejos de sentir vergüenza de que los chicos la mirarán, eso la gustaba. Y era consciente, de que ambos lo hacían. Le encantaba hacerse la loca mientras a los dos se les caía la baba mirándola el escote.

     Pero no fue hasta una fiesta de fin de verano, que Bruno dio en su casa, que ella perdió la vergüenza y se lanzó. El y Felipe habían conseguido alcohol, y una copa fue suficiente. Ni siquiera recordaba bien como ocurrió. Lo que si recordaba fue la cara de Robert y sus hermanos al pillarlos follando en su cuarto.

     Sus hermanos ni se inmutaron, pero Robert se puso colorado, quedándose parado en la puerta, con los ojos como platos. Bruno les llamó mirones y les echó de allí. Después de esa vez, no hubo más. Bruno acabó con aquello, y ella no volvió a dirigirle la palabra.

     Robert volvió los siguientes veranos, y su padre, seguía insistiendo en lo importante que era la amistad entre los chicos. Ella no quería estar en esa casa donde posiblemente estaría también Bruno. No quería volver a verle. Le odiaba. Y lo seguiría odiando por muchos años que pasarán. Pero no podía decirle a nadie la razón de aquello. Así que sus esfuerzos por evitarle fueron en balde.

     Cuando ella y sus hermanos llegaron, Robert y Bruno estaban en la piscina. Bruno había superado su acné, y estaba más guapo que nunca, no obstante, Robert no se quedaba atrás. Había crecido, era incluso más alto que Bruno. Se le habían endurecido los rasgos y le había cambiado la voz.

     Sus hermanos no tardaron mucho tiempo en quitarse las camisetas, tirarse a la piscina. Pero Claudia no quería estar allí, su orgullo era más grande que las ganas de bañarse y quitarse el calor. Se sentó en una de las tumbonas, ni siquiera se quitó la ropa. Se quedó allí, con el móvil en la mano y mirando la pantalla,

     Los chicos salían y entraban del agua, la salpicaban y corrían a su alrededor molestándola. Solo Bruno se mantenía alejado de ella, riéndose de su incomodidad. Y eso la quemaba por dentro.

     — ¡Eres una amargada, Clau! — gritó Felipe metiéndose en el agua.

     Ella le sacó el dedo corazón en respuesta y volvió a ignorarle. Los chicos comenzaron a tramar algo, se les notaba a leguas y ella solo quería que el día acabara pronto e irse de allí.

     Sergio y Robert salieron de la piscina, en dirección a ella. Y con un rápido movimiento, Robert le quitó el móvil de las manos. Y se lo dio a Sergio. Su única intención era poner el móvil a salvo y tirarla a ella a la piscina.

     — ¡Devuélveme el móvil, imbécil! — gritó cabreada, poniéndose de pie de un salto.

     Felipe y Bruno se reían desde la piscina, sin hacer nada. Mientras Robert la subía a su hombro como si de un saco de patatas se tratase.

Mistakes  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora