Capítulo 4

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Cuando volví a mis cinco sentidos, y logré comprender bien lo que estaba sucediendo;
me sentí triste por el señor Sotomayor...definitivamente no lo volvería a ver.

Estaba preocupado por los cambios que pudiera significar el ingreso de éste nuevo gerente a la empresa. Y para colmo, yo me sentía atraído por él, y él lo sabía.

Todo por culpa de mi estúpida, torpe y evidente actitud. Podría haber una situación más incómoda que esa?.

Por cómo todo mi cuerpecito reaccionaba ante la presencia de éste hombre...de seguro que sí.

A causa de lo incómodo del momento, instintivamente acomode mi corbata y la chaqueta de mi traje azul marino en su lugar, como si se hubieran desarreglado.

Hice sonar mi garganta a modo de regular mi voz para dirigirme hacia él y ponerme a su disposición para comenzar con el trabajo del día.

+ Un momento por favor. Le dije.

Regresé algunos pasos hacía la entrada donde se encontraba mi mesa de trabajo. Me incliné para tomar mi agenda y un bolígrafo haciendo que mi chaqueta se levantara un poco dejando al descubierto mi bien formando trasero. Al girarme para regresar donde estaba mi jefe, me di cuenta que no había dejado de mirarme mientras se mordía el labio inferior.

Fingí no haber visto eso, y avancé hasta ponerme frente a él, para recibir sus órdenes.
Con mi mano derecha sosteniendo mi agenda abierta y en la izquierda el bolígrafo dispuesto para comenzar a escribir le pregunté.

+ Bien...señor. e...por dónde quiere comenzar?

Ahora me miraba serio, sin expresión alguna, en silencio. Su mirada me puso nervioso y sin querer me ruboricé y desvié mis ojos de los suyos hacia algún punto del librero que estaba a su espalda.

Lo miré de reojo, y noté que su boca subió un poquito de una esquina al notar como él me ponía de esa forma. Tomó un poco de aire y comenzó a hablar.

* Bueno..lo primero que quiero, es que me lleves a conocer la empresa. Cada piso, y a los encargados de cada departamento.

Me gusta conocer y saber con quién trabajo. Y si tienes algún dato de esas persona, como llevas más tiempo aquí, por insignificante que sea, quiero que me lo digas.

Debo tomar muchas decisiones importantes para la empresa y no quiero equivocarme sólo porque me llevé una mala primera impresión.

Mientras me decía todo esto, él revisaba unos documentos que había sobre su escritorio.
Yo me había quedado petrificado.

Como no escuchó ninguna respuesta mía, levantó su rostro para mirarme a la cara.

No sé qué expresión tendría yo; pero soltó una pequeña carcajada.

* Hombre...relájate, que contigo no tengo ningún problema.
Dedicándome una sonrisa encantadora.

Mierda! No sé cómo podré trabajar tranquilo y hacerlo bien si tengo que estar todo el tiempo cerca de este hombre que me revuelve tanto las hormonas...

* Benjamín.....(ahí desperté) quiero que entiendas una cosa muy importante en mi método de trabajo.

Yo le respondí moviendo mi cabeza de forma afirmativa y él continuó.

* Lo más importante para mí es la confianza. Poder confiar en las personas que trabajan conmigo. Sabes cómo son estos negocios. Hay muchas rivalidades, envidias y tráfico de información. (me miró directamente a los ojos)...puedo confiar en ti?

Guardé silencio unos segundos. No porque no supiera que decir, sino porque, no sé por qué razón, esa pregunta me hizo estremecer, y un calor extraño pero reconfortante se instaló en mi pecho.

Puse mi mejor sonrisa y respondí con total convicción.

+ Sí...por supuesto que puede confiar en mí...señor.

* espero no equivocarme contigo...no me traiciones, ni me mientas y no tendremos problemas.

+ No lo haré. Y si usted está listo...podemos empezar con el recorrido...

* Claro, vamos.

Acomodó los documentos de vuelta en el escritorio, y se levantó de su asiento: para salir de la oficina. Yo lo iba siguiendo un par de pasos detrás de él.

Mi príncipe sapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora