Capítulo 10

0 0 0
                                    

Narra Dante

Al día siguiente me hice el enfadado, con la intención de ver su reacción. Le hablé sólo lo justo y necesario, lo más frío posible.

Creo que se me fue la mano en eso; me daba lástima ver esos ojitos tristes y verlo cabizbajo. Pero al mismo tiempo me gustó. Soy cruel, lo sé, no lo puedo evitar.

Seguimos con el trabajo que había quedado pendiente. A la hora del almuerzo fuimos al mismo sitio para comer.

La verdad es que el lugar me gustó,tiene muy buena comida.

Esta vez nos atendió otra persona, pero el sujeto de la vez pasada, insistía en comerse con los ojos a "mí" asistente.

Eso me molestaba mucho, pero que le iba a decir...no mires a mi empleado?...hasta a mí me sonaba ridículo.

De vez en cuando miraba a Benjamín para saber si notaba las miradas del mesero acosador, pero más que llamarle la atención, parecía estar muy incómodo.

Terminamos de comer y seguimos trabajando en los documentos que había llevado en mi maletín.

Cada tanto le lanzaba miradas llenas de odio al tipejo ese, y dejaba de mirar a "Ben". Pero después volvía.
Me cansé de su acoso. Me levanté recogiendo los documentos.

Inmediatamente Benjamín siguió mi ejemplo y en un par de minutos estábamos fuera de ese lugar.

Salí de allí decidido, a que la próxima vez que fuéramos a ese restorán, si ese mesero insistía en su acoso, me quejaré personalmente con el gerente.

Volvimos a la oficina a seguir trabajando en los documentos que faltaban. La tarde se pasó volando.

Había mucho que leer y traspasar al ordenador. Miré la hora en mi reloj y eran pasadas las dieciocho horas (18:10).

El ambiente que se había creado por mi culpa, en verdad fue muy desagradable.
Aún así, insistí en ello.

* Señor Ortiz...ya terminó su horario laboral...puede retirarse.

El pobre, con voz temblorosa y tartamudeando logró responderme.

Trató de sonreír, logrando formar a penas una pequeña mueca, con sus mejillas sonrojadas.

Lo único que quería en ese momento, era llegar hasta él y abrazarlo, apretarlo contra mí pecho.

No sé por qué no podía salirme de ese papel estúpido que me inventé por la mañana.

Cuando lo ví que estaba casi listo para marcharse, lo llamé por su nombre, y le avisé que mañana iríamos de excursión por las tiendas del centro comercial.

Que no era necesario que usara traje, podía usar algo más casual.

La sonrisa que me devolvió fue...aaah.

Mi corazón se calentó de nuevo.

Era como sí hubiera estado bajo un frío terrible, y ...por fin había salido el sol.

Ambos nos despedimos con una sonrisa en los labios. Él, parecía feliz cuando salió por esa puerta.

Mientras más paso tiempo con este chico, más evidentes se hacen los síntomas de mi enfermedad. Al menos, para mí.

Qué haré cuando ya no lo pueda ocultar, y todos noten que estoy gravemente enfermo?.

No me va a quedar otra cosa que dejarme morir. O...si puedo...tomar el único remedio que necesito.

Espero que llegado el caso...él esté dispuesto. No a curarme, pero sí a ayudarme, para soportar mi dolor.

Dicho todo esto, debo agregar otros síntomas a la lista. "Cursi y dramático ".

Mi príncipe sapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora