Capítulo 8

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NARRA DANTE.

Soy Dante Villalba. Tengo 29 años, mido 1,80 soy soltero, y el mayor de mis 3 hermanos. Mis padres y hermanos viven en España. Así que prácticamente estoy solo en esta nueva ciudad.

Nunca me había alejado tanto de ellos. Aunque hacía mucho años que vivía solo, estaba relativamente cerca de mi familia.

Ahora, después de un par de años de duro trabajo, había aparecido la oportunidad de tomar la gerencia de una de las oficinas principales de la empresa, y no lo dudé ni un segundo y acepté la oferta.

Tal vez la razón de mi nombramiento no había sido la ideal, pero la tomé.

El antiguo gerente había fallecido y yo...yo necesitaba alejarme, para olvidar y empezar de nuevo.

Había terminado con mi novio.
Aunque nunca fuimos novios oficialmente, pero llevaba saliendo con él dos años.

Al principio salíamos esporádicamente, luego, con el paso del tiempo, le pedí que se fuera a vivir conmigo y...así lo hizo.

Vivimos juntos un poco más de un año.

Yo creía que estaba todo perfecto...pero me equivoqué.
Llevaba alrededor de dos meses trabajando intensamente. Mucha horas extras. Y ni hablar de los fines de semana.

Trabajaba de lunes a sábado y el domingo sólo quería descansar.

Alberto, mi ex, siempre me insistía para que saliéramos a algún lugar a divertirnos, pero yo estaba muy cansado. Así habían sido esos dos meses.

Un día viernes, estaba pensando en nosotros, y decidí retirarme temprano para invitarle a cenar a mi restaurante italiano favorito y luego iríamos a un bar a tomar algo.

Grande fue mi sorpresa, cuando abrí la puerta de mi apartamento, y encontré a mi novio con otro tipo fallando en el sofá de nuestra sala.

No pude soportarlo.

Agarré a golpes al tipo ese y lo saqué de mi departamento, desnudo como estaba y le lancé sus cosas y cerré de un portazo.

Todo ese tiempo, Alberto había estado llorando, gritando que me calmara.

Cuando por fin logré calmarme un poco, lo miré, respirando aún agitado, ví que se había puesto su ropa interior y una polera.

Me miraba con ojos de tristeza y miedo, como si no me conociera. Y de hecho, ni yo mismo podía reconocerme.

Di un par de pasos hacía él, y él retrocedió.
Me sonreí con tristeza. Y negué con la cabeza.

* Alberto...Jamás te lastimaría. Ni siquiera ahora, después de lo que acabo de presenciar. No me atrevería a levantarte la mano. (sentí un nudo en la garganta)

Nunca había sido un hombre agresivo, a no ser que no me quedara de otra. Siempre trataba de arreglar mis problemas conversando; porque así fui enseñado. Que hablando se entiende la gente.

Pero en ese momento no había podido contener la ira que sentía contra aquel hombre, que aprovechó el tiempo que yo pasaba matándome en el trabajo, para robarme a mi novio.

Se que las culpas son compartidas, pero prefiero culpar a ese desconocido, que pensar en que, fui engañado por la persona en quien yo confiaba.

Hablé lo más calmado que pude.

Le pedí que se fuera.

Él trató de darme explicaciones,pero no lo dejé, no quería oírlo.

Para qué...para mí estaba todo claro. Todo había terminado para mí. La imagen de él...brincando sobre el pene de ese sujeto...jamás la iba a olvidar.

Mi príncipe sapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora