Capítulo 2

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A base de esfuerzo y trabajo, logré terminar la preparatoria con un promedio excelente que me permitió conseguir una beca completa en la universidad que imparte la carrera profesional que elegí. Ventas y administración de empresas. Pués de otra manera hubiera sido más difícil, mi familia no es adinerada. Ahora estoy haciendo la práctica en una empresa de tecnología en computadoras, teléfonos y todo ese tipo de cosas que se han vuelto casi indispensables para las personas.

Por el momento (gracias a las excelentes recomendaciones que tengo de mi universidad) estaba como asistente del gerente comercial, el señor Sotomayor, que tenía alrededor de 60 años.
Me trató muy bien desde el primer día. A pesar de mi nula experiencia en el rubro, me tuvo paciencia y se tomó el tiempo para enseñarme todo lo necesario para hacer bien mi trabajo.

Por esa razón es que le tomé mucho aprecio y admiración. Aunque era bastante mayor que yo, parecía no cansarse nunca.
Claramente eso no era del todo verdad.

Trabajé con él por unos 2 meses, cuando comenzó con problemas de salud. A los 5 meses de estar allí, su corazón comenzó a fallar. Tristemente no pudo resistir por más tiempo y dejó este mundo.
Como dije: yo le tenía cariño y su partida me afectó mucho, era casi como haber perdido a un familiar muy cercano...casi, casi como un padre.

Una semana después de su partida, lunes a primera hora de la mañana.

Estaba ingresado a mi trabajo, y no sé por qué razón había un ambiente un tanto diferente, extraño. Seguí avanzando por los pasillos y en casi todas las oficinas había personas murmurando en "secreto", mas bien cuchicheando, con rostros de asombro y algunos de preocupación.

Al llegar a mi oficina, en el gran sofá que estaba frente al escritorio del gerente, había un hombre de unos 30 años.
Fornido , pero sin ser exagerado. Un rostro muy masculino, piel un tanto más pálida que la mía, con su quijada bien perfilada, una pequeña hendidura en su barbilla que estaba perfectamente rasurada. Ojos almendrados, con pestañas largas y crespas, que llegaban a hacerle un poco de sombra a sus párpados. Labios de un grosor moderado y de un lindo color rosado. Su cabello castaño con algunas hondas que apenas se definían a causa del fijador, el largo de su cabello cubría el cuello de su camisa blanca, que llevaba sin corbata y con los primeros botones abiertos. Que "casualmente" noté que ocultaba su pelo en pecho.

Acompañando a todo este conjunto, un elegante traje gris oscuro con zapatos negros relucientes.

Si lo veías a la rápida, a parte de su elegancia y buen porte, no había nada que llamara exageradamente la atención. Pero para mí, por alguna razón que no logro entender en éste momento, me pareció el hombre más atractivo que había visto jamás.

Mientras estaba perdido en mis pensamientos, lo vi girar hacia mí, mirando directamente a mis ojos.
Vi sus labios moverse y de ellos salir una voz ronca, pero suave, dándome los buenos días.

Cuando oí su voz, sentí algo que jamás sentí con nadie. Mi corazón comenzó a latir más rápido, mis mejillas se calentaron, mis manos sudaron, un hormigueo recorrió toda mi columna hasta llegar a mí nuca donde mi cabello se erizó. Gracias a los cielos no llegó a más, si no....hubiera sido el momento más vergonzoso de mi vida.

Torpemente le contesté el saludo, y le pregunté si se le ofrecía algo o a quién buscaba.
Se puso de pie y avanzó unos pasos en mi dirección, yo...instintivamente retrocedí.
Se detuvo. Me miró hacia abajo, porque es claramente mucho más alto que yo. Escudriñó cada parte de mi cuerpo. Y se formó en sus labios una sonrisa ladina.
Volvió a hablar y me dijo:
* Sí se me ofrece algo...y a quien busco... creo que es a ti.

Mi príncipe sapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora